En un oficio,
el Instituto Nacional de Bellas Artes solicita al alcalde de Ensenada, Gilberto
Hirata Chico, entregar una relación de las afectaciones a la calidad
arquitectónica del monumento artístico asentado en una denuncia ciudadana.
Conocido como patrimonio de los ensenadenses, resguarda material de valor
histórico como documentos, muebles de madera y esculturas, que por
desconocimiento, algunas piezas han sido extraídas y vendidas como “fierro
viejo”. Gobierno indolente al problema
El Instituto Nacional
de Bellas Artes (INBA) resolvió que las obras artísticas del pintor Alfredo
Ramos Martínez, que se encuentran en el Centro Cultural Riviera del Pacífico, y
valuadas hasta por medio millón de dólares cada una, fueron indebidamente
restauradas en la administración del ex alcalde de Ensenada, Enrique Pelayo
Torres.
El edificio fue
declarado Monumento Artístico mediante un decreto publicado el 4 de febrero de
2011, pero solo en papel, porque hasta
hoy, no existe vigilancia que detenga el robo de vestigios como rejas, puertas,
tejas, pisos, ventanas, pisos, candiles y cualquier pieza ornamental.
La gran construcción
color blanco, fue hecha en 1930, en una superficie de 3.5 hectáreas. Se ubica
sobre el Bulevar Costero, en plena zona turística de Ensenada. Es una oficina
descentralizada del gobierno municipal que funciona con ingresos propios a
través del cobro de renta de salones,
jardines, oficinas y recorridos guiados.
Uno de los motivos
por los que el ex director del centro cívico y social, Jorge Thomas Ramírez
García, fue suspendido del cargo en abril de 2015, fue por no presentan la
cuenta pública por tres años consecutivos; fue él quien autorizó que un
inexperto reparara esas piezas de arte, causando daños son irreparables a las
pinturas.
José Luis Fernández
Ruiz, integrante del Patronato del Centro Histórico y ex director del Riviera,
informó que tiene más de cinco años recabando información y solicitando a
través de Transparencia, detalles de los faltantes, a fin de presentar una
denuncia ante la dirección jurídica del INBA, que resultó en una inspección.
Foto: Enrique
Botello/Autoridades del INBA durante la declaratoria de patrimonio del Riviera.
El dictamen
OF.D/SUB/CENCROPAM/1170/2013 determinó que en las obras reparadas existen
fracturas, escurrimientos, manchas, erosiones, óxido en seis pinturas al óleo
de Ramos Martínez y un mural del pintor Frank Bowers, y sugiere que se
restauren de inmediato; pero no atendieron el caso.
“En este caso
particular de las obras que nos ocupa -Alfredo Ramos-, los procedimientos de
restauración no se realizaron conforme a los criterios establecidos dentro de
una metodología técnica y el empleo de materiales reversibles, por lo que
recomienda que estas obras sean intervenidas nuevamente lo más pronto posible”.
HIRATA DEBE RESPONDER POR DESFALCO
El 13 de noviembre
de 2015, la directora del INBA, Dolores Martínez Orralde, solicitó al alcalde
de Ensenada, Gilberto Hirata Chico -mediante oficio DAJ/SAJ/DAC/3221/2015-,
remitir una copia de los daños causados al inmueble hasta diciembre de ese año.
La instrucción del
INBA es que personal del Riviera se agilice y fotografíe detalles sobre los
eventuales retiros de bienes inmuebles, como son las bases y asta banderas del
antiguamente denominado “Paseo de las Américas”, elementos de herrería
presuntamente retirados en los años 2010 y 2011, entre otros, como ventanas,
puertas y lámparas.
Una cita textual del
documento refiere que “… de ser posible con información gráfica que sirva de
fundamento para valorar la eventual afectación a la calidad arquitectónica del
monumento artístico propiedad del H. Ayuntamiento de Ensenada, ya que en los
archivos del área de conservación no se cuenta con antecedentes sobre los
retiros mencionados”, lo anterior basado en la Ley Federal sobre Monumentos y
Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos.
El actual director,
Mario Lamadrid García, no dio detalles sobre esta solicitud, asegurando que él
recibió el inmueble en mayo de 2015 y en buenas condiciones, aunque con algunos
faltantes como rejas, lámparas y tejas.
Indicó que desde que
está en la dirección no ha realizado ningún cambio al edificio sin consultar
antes al Consejo Consultivo del Riviera, porque sabe lo valioso del centro.
INBA NO APLICA LA LEY
Fernández Ruiz platicó que desde diciembre de 2010 expresó
su preocupación por las pinturas de Alfredo Ramos Martínez, también por las
paredes del bar andaluz y los azulejos donados que pertenecían a la
construcción del Castillo de Chapultepec.
Luego de varios años
de funcionar como un espacio recreativo, cívico y cultural, el Riviera fue desmantelado
de manera paulatina y, a la par, también el patronato que cuidaba del inmueble
que se desvaneció ante el escaso interés de los últimos gobiernos por conservar
el patrimonio de los ensenadenses.
Comentó que en el
edificio hay material de valor histórico como documentos, muebles de madera y
esculturas que por desconocimiento de los trabajadores pueden ser extraídos y
vendidos al fierro viejo, como sucedió con las rejas que delimitan un mapa en
relieve de la península.
Fernández Ruiz narró
las supuestas “peripecias” a las que recurrió para que sus inquietudes fueran
escuchadas por las autoridades de la cultura en México, serie de oficios y contra
oficios que por más de cinco años ha mantenido con distintas instancias del
ámbito cultural.
Desde su despacho,
aseguró estar cansado de mandar oficios al INHA, al ICBC, a CONACULTA así como
a funcionarios y directores que eluden su responsabilidad para con el inmueble
del Riviera, que finalmente es un legado para las futuras generaciones.
Entre los daños actuales
que señala, está la destrucción de la concha acústica del teatro al aire libre,
que en su momento costó 15 mil dólares y que al no tener supervisión, ha sido
dañada por quienes rentan el espacio.
La declaratoria
otorga al inmueble una limitada protección, pero una vez que se cumpla el
centenario, en 2030, será declarado Monumento Histórico y Patrimonio Nacional,
así recibirá la distinción y custodia.
LO PROTEGEN DE PALABRA
La primera
declaratoria para proteger el recinto histórico se dio en mayo de 2007, cuando
el Ayuntamiento declara Patrimonio Cultural e Histórico de Ensenada. Unos años
antes, en abril de 2001, se inició el proceso para que el Riviera fuera
declarado Patrimonio Cultural de Baja California.
La declaratoria más
importante se publicó en el Diario Oficial de la Federación, como Centro Social
Cívico y Cultural Riviera de Ensenada.
“HICIMOS NUESTRO TRABAJO”: SINDICATURA
Sobre las
consecuencias para quienes causaron el daño patrimonial en el recinto cultural,
el síndico procurador, Iván Barbosa Ochoa, respondió que su tarea fue
inhabilitar y que la investigación está abierta.
“Hicimos nuestro
trabajo y hasta ahí llega prácticamente. Hay otras instancias a las que
recurrieron en este caso las personas inhabilitadas que es el tribunal. Pero
sobre los faltantes de obras de arte, el mal estado en el que están, el
faltante de las rejas es lo que estamos investigando”, apuntó con el
funcionario municipal.
Foto: Enrique
Botello/José Luis Fernández, demanda a la administración del Riviera
Advirtió que además
de vigilar, controlar y sancionar, Sindicatura es una instancia preventiva, por
lo que al nuevo director Mario Lamadrid lo confrontó una vez que asumió el
cargo con la intención de que no caigan en los mismos “vicios”.
Del total de las
paramunicipales, el Riviera es la que más quejas acumula ante Sindicatura y
todas ya se encuentran en área de Responsabilidades, por lo que Barbosa Ochoa
no dudó que las suspensiones continúen en los próximos meses.
Para deslindar
responsabilidades, la autoridad municipal aplicó exámenes antidopaje a los
empleados del Riviera pero ninguno resultó positivo. El presupuesto anual del
centro cultural es de un millón 137 mil pesos, en tanto el ingreso previsto en
2015 fue de poco más de 10 millones de pesos.
El síndico no habló
de la posibilidad de demandar penalmente a los posibles responsables del
despojo.
SAQUEOS HISTÓRICOS Y DESASTRES
La historia del
recinto cultural ha sido, en muchos sentidos, de desastres y saqueos. Desde
su concepción, que data de la “Ley Seca”
de Estados Unidos, cuando los extranjeros buscaron lugares apropiados en la
frontera para operar como casas de juego, cafés y hoteles.
La Ley que prohibía
la fabricación, transporte y consumo de bebidas alcohólicas en la Unión
Americana perdió vigencia en 1933, por lo que los extranjeros dejaron de venir
a divertirse y, en 1935, en México se prohibieron los juegos de azar, por lo
que cerró.
En 1964 fue
prácticamente desmantelado con la desaparición de rejas, puertas, ventanas,
candelabros, solo quedaron los muros.
(SEMANARIO
ZETA/ REPORTAJEZ/ LORENA LAMAS MARTES, 26 ENERO, 2016 12:15 PM)
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