“Quiero que sepan que los amo
y que solamente voy a matar a uno más”. “Nunca he matado a nadie que no lo
merezca”. Con dos mensajes de texto, Juan Castro Navarro avisa a su novia
Eloísa que llegará tarde a casa.
Son las 8:35 de la noche del
miércoles 22 de enero de 2014. El hombre da instrucciones de borrar los
mensajes, pero la conversación ya quedó registrada por agentes estadounidenses,
quienes hace dos meses obtuvieron una orden judicial para intervenir el
celular.
En marzo de 2013, el Área de
Investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos,
recibió información relacionada con un cártel que operaba en San Diego y en
Riverside, California. Así empezaron a seguir los pasos de Juan Castro Navarro.
Los hallazgos de la
investigación, fotografías y mensajes de texto que dan forma a este reportaje
de ZETA, se desprenden de reportes del Departamento de Seguridad Nacional,
utilizados para integrar el caso contra Castro Navarro y sus cómplices por el
delito de conspiración para distribuir metanfetaminas y heroína.
"El Sureño"
2:38 pm Primera imagen de “El Sureño”
A Castro se le identificó
como traficante en esa red. Conseguía la droga en México, principalmente en
Tijuana, tenía clientes a quienes la hacía llegar en el área de Los Ángeles,
California, y coordinaba envíos hacia Utah y Washington.
En noviembre de 2013, agentes
federales le incautaron 8.61 kilogramos de metanfetaminas y casi un kilo de
heroína, que eran trasladados en un carro desde una casa utilizada como bodega
en Ontario, California.
En el inmueble, cateado con
orden de un juez federal, se localizaron después 18.60 kilogramos de
metanfetaminas, 68 mil 850 dólares en efectivo y varias armas de fuego.
Sin embargo, el 22 de enero
de 2014, a través de las escuchas y la intervención de mensajes de texto en el
equipo BlackBerry de Castro Navarro, los agentes norteamericanos atestiguaron
el secuestro, tortura y homicidio de un hombre en Tijuana.
El Sureño
12:00 am La víctima es sometida por varios hombres.
LA HISTORIA DE UN “ENCOBIJADO”
La tarde del 20 de enero de
2014, Juan Castro Navarro le escribe a su socio Óscar Ureta Cervantes, para
informarle de una transacción de diez libras de metanfetaminas.
En Tijuana, un hombre
identificado como “Marlon” le dice a Castro que una persona en Los Ángeles está
interesada en comprar entre 7 y 20 libras de ice por semana. Por cada libra
entregada, le explicó, el cliente identificado como “David” pagaría 3 mil 700
dólares.
Tanto Castro Navarro como
Ureta Cervantes estuvieron de acuerdo con la transacción. La cantidad quedó
fijada en 55 mil 500 dólares a cambio de 15 libras, pero el negocio no se llevó
a cabo.
El agente que redacta el
informe explica que el 22 de enero, “Ureta participó en una transacción de diez
libras de metanfetaminas, pero le apuntaron con un arma. Le robaron los
narcóticos y sus posesiones, incluido su teléfono celular”.
Desde la 1:13 de la tarde de
ese tarde, Ureta detalla, vía mensajes de texto, lo ocurrido a Juan Castro
Navarro. Con ayuda de “Marlon”, Castro localiza en Tijuana a un integrante de
la pandilla que robó la mercancía en San Diego.
Los agentes lo identifican
con el apodo “El Sureño”, es el contacto entre “David” (el cliente que
compraría la droga en Los Ángeles), “Marlon”, Juan Castro Navarro y Óscar
Ureta.
El secuestro de “El Sureño”
era una represalia por el robo de la droga, así como un intento por recuperar
la mercancía y “torturarlo hasta que aporte información sobre la ubicación de
Martín”, indica el reporte. Martín es otro de los involucrados en el atraco.
A las 2:38 de la tarde, Juan
Castro Navarro envía un mensaje de texto a Ureta, acompañado de una fotografía
de un hombre con un ojo morado, atado a una silla, con las manos sujetas detrás
de la espalda. Los agentes identifican a la víctima como “El Sureño”.
“Estoy tan pinche enojado y
estas personas están haciendo lo que les digo… estoy preguntando por la gente
que te faltó al respeto y estoy pidiendo 20 piezas (de droga)”, escribe Juan
Castro Navarro a Óscar Ureta.
La misma imagen es enviada a
“EL<3ISA”, nombre de registro de su novia, Eloísa Monjardín.
El intercambio de mensajes
inicia con una pregunta de ella “¿Qué es eso amor… estás bien?”, Castro le
responde que borre la imagen y que él está bien, pero que irá por otro. “Ten
cuidado, mi amor. Te amo con todo mi corazón”, finaliza ella.
A las 10:37 de la noche, ocho
horas después de la primera fotografía, Juan Castro le escribe a Óscar Ureta el
siguiente texto: “Se llaman La Mafia M. Son Sureños deportados” y confirma que
es una banda dedicada al tráfico de droga.
A la medianoche, Castro manda
una segunda imagen de “El Sureño” a su socio. Un hombre con chamarra deportiva
y una gorra, utiliza su rodilla y un bat de beisbol como palanca para doblar el
brazo de la víctima. La mano de otro le sostiene la cara. “El Sureño” tiene los
ojos cerrados, en aparente calma. Otro hombre está parado frente a la escena
con un bat de madera en la mano derecha.
Media hora después, Juan
Castro Navarro envía una tercera imagen. “El Sureño” aparece boca abajo sobre
un piso de cemento. Una bolsa de plástico verde le rodea la cabeza. Se
encuentra desnudo de la cintura para abajo. Las marcas de los golpes se notan
en las nalgas.
Hay tres hombres encima de
él. Uno con el pie sobre la cabeza, otro sostiene un bat entre su espalda y sus
brazos, el tercero está parado sobre sus rodillas.
A las 12:46 del jueves 23 de
enero, Juan Castro Navarro envía la última fotografía de su víctima. El cuerpo
está envuelto en una cobija y atado con una soga, “parece estar sin vida”,
detalla el reporte.
Al tiempo que participaba el
homicidio de “El Sureño”, Juan Castro Navarro mandaba mensajes de texto no solo
a su socio Óscar Ureta y a su novia Eloísa; también a otros contactos, entre
ellos uno identificado como “Pokemon”, a quien comenta que lo asfixió.
Dos horas después, Castro le
escribe a Eloísa “Abre, cariño”. De acuerdo con el reporte, “este mensaje
señala que Castro llegó a casa con Eloísa, aproximadamente a las 2:47 am del 23
de enero de 2014”.
12:30 am “El Sureño” es asfixiado
DETENIDO, PERO LIBERADO POR LA PGR
La mañana del jueves 23 de
enero, un cuerpo encobijado fue encontrado en la calle Sahuaripa del
fraccionamiento Puerta del Sol, Delegación Cerro Colorado en Tijuana.
Los datos recogidos por el
equipo forense indicaron “tenía entre 30 y 35 años de edad, presentaba heridas
por golpes en todo el cuerpo, principalmente en la cabeza. Vestía una sudadera
de color negro y un pantalón de mezclilla color verde”. En el cuerpo, llevaba
tatuadas las palabras “Mexican”, “LA”, “Roxana”, “Luis Jr”, “David”, “R.I.P.” y
“Torres”.
Se trata del cuerpo de Luis
Fernando Torres Baltazar “El Sureño”, uno de los 12 cadáveres encontrados
encobijados en Tijuana en 2014, de los 462 homicidios cometidos ese año.
Ese mismo jueves 23 de enero,
Juan Castro Navarro se vio con Alejandro Alfaro Galván, con quien había
intercambiado mensajes de texto para comprar un arma. La cita fue en un
restaurante de mariscos sobre el Bulevar Díaz Ordaz de Tijuana.
A Castro Navarro le
acompañaban su novia Eloísa Monjardín y su socio Germán Magaña, quien después
sería detenido y sentenciado en Estados Unidos por tráfico de droga. Mientras
que a Alfaro Galván, lo acompañaba Carlos Joharenth Sánchez Vera.
Los cuatro hombres fueron
detenidos por la Policía Estatal Preventiva (PEP) en el lugar, tras recibir
información sobre un grupo de personas con un arma de fuego.
La pistola calibre 9
milímetros estaba abastecida con cuatro cartuchos útiles y uno en la recámara,
reportarían los agentes estatales, quienes pusieron a los cuatros hombres y el
arma a disposición del agente del Ministerio Público del Fuero Federal.
No obstante, tanto Juan
Castro Navarro como Germán Magaña salieron de la Procuraduría General de la
República (PGR) al día siguiente.
12:46 am El cuerpo sin vida de “El
Sureño”, envuelto en una cobija.
CRIMEN IMPUNE
El 31 de enero de 2014, un
Gran Jurado del Distrito Sur de California aceptó una acusación contra Juan
Castro Navarro, Óscar Ureta Cervantes, Salvador Torres y Germán Magaña por
conspiración para distribuir metanfetaminas y heroína.
Castro Navarro fue detenido
en febrero de 2014 en California y, el 13 de enero de 2015, se declaró culpable
de conspiración para distribuir más de 40 kilogramos de metanfetaminas y dos
kilogramos de heroína. Sus coacusados hicieron lo mismo.
La Fiscalía Federal del
Distrito Sur de California utilizó tanto las fotografías tomadas del homicidio
como los mensajes de texto para solicitar al juez un aumento de condena, debido
a la evidencia de violencia con la que actuó Juan Castro Navarro. No se le
acusó de homicidio en Estados Unidos porque el crimen se cometió en México. El
asunto solamente puede ser atraído por la jurisdicción estadounidense si la
víctima o el acusado son ciudadanos de ese país, pero no fue el caso.
“Por la gravedad de los
delitos, su grado de involucramiento y la violencia que fue documentada”, la
Fiscalía pidió una sentencia de 262 meses de prisión, casi 22 años, pero el
juez Gonzalo Curiel lo sentenció a 15 años de cárcel. Juan Castro Navarro apeló
la decisión, pero el juzgador desestimó la petición.
Cada año, alrededor del 80
por ciento de los homicidios en Tijuana queda sin resolver, de acuerdo a cifras
de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE). El asesinato de “El
Sureño” se cuenta entre ellos.
Lo que en México se ha
averiguado del crimen, es que la víctima se llama Luis Fernando Torres
Baltazar. Según la averiguación previa AP/29/14/201 de la PGJE, se sabe que era
un hombre deportado y presuntamente se dedicaba al narcomenudeo, pero “no hay
presunto responsable identificado”.
(SEMANARIO ZETA/ REPORTAJEZ/ Inés García Martes, 26 enero, 2016 03:40 PM)
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