En
lo que va del año, la Procuraduría del Estado ha investigado siete casos de
crímenes pasionales en Tijuana, y hay más en integración fuera de la
estadística. En todo 2013, hubo nueve homicidios donde el móvil fue pasional.
En el Estado, la Secretaría de Seguridad reporta doce. Una psicóloga de la UABC
explica cómo funciona una mente criminal
El
cuadro no puede ser más sangriento.
Le
asestó más de 90 puñaladas.
El
cuerpo de la joven no tenía espacio limpio de heridas en la piel.
El
hombre de 31 años la amaba. Aun cuando ella era menor de edad, a sus 14 años,
llevaba dos años de relaciones sexuales con quien terminó siendo su verdugo.
“Realmente
estaba enamorado de ella; lo vimos muy dolido, muy avergonzado y sufriendo con
lo que había hecho”, refieren en la Procuraduría General de Justicia del
Estado, sobre José Baltazar Hernández Molina, un mexicano deportado de los
Estados Unidos que encontró refugio en la religión cristiana, hasta convertirse
en pastor en la Zona Este de Tijuana.
La
versión que les dio a los de Homicidios Dolosos fue que, en efecto, sostenía
relaciones sexuales con la adolescente Adriana Sánchez Beltrán, de 14 años.
Tenían dos años en esa situación. A escondidas los encuentros pasionales. Según
el asesino, la joven le pidió hacer pública su relación, irse a vivir juntos.
Casarse. Pero él no aceptó de entrada. Le preocupaba el decir de una relación
tan dispar en un mundo religioso.
El
día que la mató, a finales de agosto de 2014, José Baltazar recibió una llamada
de Adriana. Asegura, le dijo que en ese momento estaba sosteniendo relaciones
sexuales con un muchacho de su edad. Que ya no le necesitaba.
Las
ofensas pasionales subieron de tono. El hombre acudió adonde la joven estaba y
la sacó a golpes. La jaloneó hasta su vehículo, intentó asfixiarla pero ella
seguía hablando. Molesta, no imaginaba lo que venía. Ahí mismo, con el
desarmador que encontró en el carro, el hombre inició la escalada de puñaladas.
Debió cansarse de clavarle una y otra vez el cuerpo hasta dejarlo inmóvil, sin vida.
Así
lo explicó en el parte oficial ante el Ministerio Público:
“…
se llenó de celos y fue a buscarla, encontrándola efectivamente con otro
hombre. Con mucho coraje la subió al vehículo, donde ella comenzó a burlarse,
pero lejos de dejarla en su casa, decidió en ese momento privarla de la
existencia, para lo cual la tomo del cuello y se lo apretó hasta hacerla
desvanecer, posteriormente la llevó a un camino vecinal, donde empezó a
golpearla con el bastón de seguridad de su automóvil y luego la picó en múltiples
ocasiones con unos desarmadores que traía en la cajuela, hasta privarla de la
vida”.
Cuando
el hombre supo de cierto que la joven había muerto, abandonó su cuerpo en un
camino cualquiera.
Regresó
a su casa y se sumó de voluntario a la búsqueda de la niña cuando le informaron
que estaba desaparecida.
Explica
para ZETA la licenciada Martha Leticia Cruz Ramírez, maestra en la Facultad de
Psicología de la Universidad Autónoma de Baja California:
“En
el caso del pastor podríamos sospechar del síndrome de Lolita: una fijación en
la adolescencia del sujeto, de un enamoramiento que no se dio como la
consumación y vamos a pensar que hubo rechazo, que hubo conflicto, pero él se
quedó enamorado de la adolescente e independientemente de la edad que tenga,
está enamorado de adolescentes, pero eso no le va a quitar imputabilidad. Es
una fijación, pero no un trastorno mental”.
De
la personalidad pasional: “Una personalidad pasional claro que nos va a dar un
crimen pasional, pero una personalidad flemática nos va a dar un criminal en
potencia, una persona fría, calculadora, metódica, agradable… por ejemplo, mata
a la persona y va al entierro; ayuda a buscar el cuerpo”.
NO HAY MANERA DE IDENTIFICAR A UN
SOCIÓPATA
Los
crímenes pasionales van en incremento en Baja California. El jefe de la Unidad
de Homicidios Dolosos, Miguel Ángel Guerrero, afirma que en Tijuana van siete
hasta septiembre de 2014, mientras que en todo 2013 sucedieron nueve homicidios
pasionales. La Secretaría de Seguridad Pública del Estado tiene su estadística en relación a homicidios
con móvil pasional: doce en todo Baja California, cuatro en Mexicali, cinco en
Tijuana y tres en Ensenada.
No
hay una fórmula o táctica para identificar a un sociópata. La doctora Cruz
Ramírez abunda: “No tenemos ninguna situación de nivel social, ninguna
situación cultural, el problema principal con los criminales es su
inteligencia, tenemos una personalidad peligrosa, entiendo la parte de la
criminalidad así tan atroz, desde la parte del psicópata; es muy inteligente, tiene
capacidades para poder hacerse de todas las herramientas, de todos los medios
para poder ejecutar su plan, la mayoría de los crímenes pasionales tienen que
ver con una situación no resuelta en su vida familiar”.
Y
para ejemplo, el caso del pasante de medicina, Armando Otáñez Merlos.
En
su vida pública, podría resultar un buen partido para las jóvenes: un muchacho
egresado de la carrera en Medicina por la Universidad, contratado por el ISSSTE
para trabajar en sus hospitales, soltero, con automóvil, proveniente de una
familia estable y con un futuro por lo menos asegurado en el campo de la
medicina. Nada hacía sospechar de su personalidad criminal.
No
era un joven dedicado al crimen organizado o al narcotráfico, no consumía
drogas ni pertenecía a pandilla alguna, su vida era la universitaria y la
profesional en el hospital. Pero cuando su novia Yissel Carolina Ordaz
Escamilla le dijo que estaba embarazada, todo cambió. Utilizando sus
conocimiento de la anatomía humana, planeó la forma de asesinarla, incluso de
cómo deshacerse del cuerpo y dejar una carta de suicidio.
Detalló
Armando a los investigadores de la Procuraduría:
“No
quería formar una familia ni tener hijos, ni responsabilidades… lo único
importante era su carrera como médico. Desde días antes estaba planeando de qué
manera podría quitarle la vida a Yissel y confundir a sus familiares y
autoridades para que pareciera un suicidio”.
Una
vez que planeó cómo hacerlo, redactó una carta póstuma que dejaría en el cuerpo
de la joven.
Planeó
todo. El día determinado se cita con la muchacha. Llega a su casa y estaciona
el carro varias cuadras atrás para no ser visto por los vecinos. Después de
dormir con ella, al día siguiente la lleva a un motel. Se baña con ella en la
tina. Cuando ella sale, se tropieza debido al agua en el piso. El joven la toma
en un ademán de querer ayudarla a no golpearse, pero agarra su cabeza y la
empuja hacia el jacuzzi hasta desnucarla. Le toma los signos vitales y confirma
que ha fallecido. Viste el cuerpo con las ropas de la joven, lo ubica en el
asiento del copiloto en posición de sentado, le pone unos lentes oscuros, le
amarra el cinturón de seguridad y arranca. Nadie sabe que la copiloto va
muerta.
Lo
demás fue conocido. El cuerpo de Yissel se localizó en una alcantarilla. Ahí la
aventó Armando, no sin antes echarle la
carta póstuma en el pantalón. Todavía le aventó encima unas sandalias y un
suéter que la joven había dejado en el vehículo.
Los
investigadores darían con el culpable debido a los errores que cometió en el
proceso de ocultar su crimen. La carta escrita en su tableta digital, borrada,
pero almacenada en el archivo virtual. Además, cuando lo interrogaron en su
expresión utilizaba constantemente una muletilla, “el punto es…”, para aclarar
lo que estaba diciendo, misma muletilla que fue encontrada en la redacción de
la carta póstuma.
Hoy
la joven que creyó encontrar un buen novio está muerta, y el médico que
esperaba una brillante carrera, en la cárcel. La maestra Cruz expone sobre el
caso: “No estoy segura si el médico, su ego, o en su situación de poder, crea
que tener un hijo, tener una familia le va a demeritar la capacidad, o qué
puede pasar en sus papás, saber que el muchachito salió con un embarazo fuera
del matrimonio que le va a cambiar toda la vida, no sabemos qué tipo de moral
tiene”.
Pero
los criminales pasionales tienen un marco referencial, la maestra en
criminología lo detalla así:
“Hay
dos puntos principales que yo veo en los crímenes:
“1.-
La capacidad intelectual,
“2.-
La rigidez moral con la que pueden desarrollarse en el seno familiar.
“Tenemos
criminales donde la mamá es muy estricta religiosamente, son miembros activos
en la religión y tienen hijos criminales, porque no hubo esa congruencia, ese
modo de manejar la moral; la mayoría de la gente que está metida en la religión
tiene como una doble moral: hay que portarse bien porque así debe ser, pero en
casa se desata, en casa faltan al respeto, no hay límites jerárquicos, lenguaje
soez. Existe un origen sistémico pero con doble enfoque, la moralidad que
manejan, que en su momento se ha estudiado que hay como una satisfacción en el
papá o en la mamá, de ‘tú sí vas a hacer lo que yo no hice’, y como que
aplauden tantito porque si te atreves a sacar tu violencia y yo no, entonces
‘todo lo que yo tengo reprimido, tú, hijo, lo haces, no te quiero castigar
porque en el fondo me da gusto’. Es como esta parte de la satisfacción
indirecta de una moral reprimida; de una educación a lo mejor muy estricta en
disciplina social, de respeto”.
—
¿Y cómo identificarlos?
“Está
muy difícil porque el psicópata tiene características, tales como formalidad,
seriedad, simpático, inteligente, caballeroso, amable, y encima a veces son
guapos, culto, social, sabe dónde agradar a las personas. Entonces tenemos por
ejemplo a Ted Bundy, conociendo todas las características de las personas que
mató, y las muchachas le mandaban cartas y pedían que no lo mataran, eso pasa”.
Cada
caso, dice la maestra Martha Leticia Cruz Ramírez, tiene una historia detrás,
“y lo más acertado hacia su historia personal, hacia su historia de delitos,
conductas antisociales y el factor del medio ambiente: muchas noticias
amarillistas, los programas de televisión son escuelita. Ted Bundy lo dijo
cuando lo iban a matar:
‘A
nosotros nos matan, pero en los medios está la información y está la escuela’.
Y están en televisión abierta los programas criminales, y es de mucha
preocupación: yo digo qué está haciendo la Secretaría, adónde pertenece el
entorno criminal”.
—
¿Influye el entorno de inseguridad, de narcotráfico?
“Yo
creo que no, se separa mucho; más bien si nos vamos a lo que es el ambiente
laboral, el ambiente económico, sí podrían ser factores que influyen, porque si
nos vamos a lo que un victimólogo dice, Meldenson dice: ‘Existe una pareja
penal, seguro que se va a dar un delito’.
“Cuál
es la pareja penal: la perfecta víctima para el perfecto victimario, entonces
crimen pasional es un hombre machista, es un hombre frío, y la muchacha es una
muchacha sumisa, ahí está la pareja perfecta. Entonces, para que se haga el
triángulo delictivo que falta, ya tenemos a la víctima, al posible victimario,
la circunstancia: estaban solos, se embarazó, se la llevó a un lugar alejado”.
—
¿Influye el factor socioeconómico?
“No
necesariamente; el factor más importante es la capacidad intelectual, puede no
tener como universidad y ser inteligente, pero entre más cultura tienen, más
peligrosos son. Un abogado, un agente del Ministerio Público, son
personalidades peligrosísimas para poder cometer un crimen, tienen conocimiento
y tienen experiencia”.
PEDERASTAS, APARTE
Aun
cuando en la Procuraduría del Estado los casos de pederastia están en la
categoría de homicidios con móvil pasional, la psicóloga no lo considera de
esta manera:
“El
crimen del pederasta es una situación de inferioridad sexual, buscan el poderío
y entonces someten al niño, ni siquiera buscan un placer en el niño, buscan un
placer hacia adentro, de ver en el niño a lo mejor sangre, porque en el fondo
es el enojo contra el niño interior que traen, pero no se puede dar un crimen
pasional porque le tiene miedo a la mujer de la edad; por eso es que el poder
con el niño, por ejemplo atentados al pudor, afuera de una escuela, a cuántos
niños no sorprenderá el sujeto con su pene dañado. Luego detienen al tipo y le
preguntan a la niña cómo era el señor y nunca le vio la cara, pero tamaños,
dimensiones, colores, ahí se entronca el caso. Ellos buscan resaltar el poder a
través de la exhibición a un menor, no pueden matar a una mujer”.
Está
el caso ocurrido cuando una mujer y su nieta fueron localizadas muertas,
tiradas en un baldío. Lo primero que asumió la autoridad es que se trató de un
robo que terminó en homicidio. Sin embargo, al profundizar en la investigación
llegaron a la verdad de lo sucedido.
El
yerno de la mujer abusaba de su hijastra. La niña había caído en las redes del
pederasta y era violada. Un día la abuela del infante descubrió a su yerno en
el acto ilícito. Él las mató a las dos para acabar con el problema.
Sobre
la investigación, explica la profesora de Psicología en la UABC:
“No
fue crimen pasional, ahí fue por una imprudencia de parte de la señora que le
sacó el coraje al hombre. Es como si fuera una situación donde me descubres y
mi reacción de enojo y de impotencia fue la furia, y si estaba la niña ahí, eso
le va a dar mucho poder. El poder del pederasta lo da el niño asustado,
sorprendido, pero ahí no podemos decir que fue un crimen pasional, fue un
crimen doloso y fue un crimen ahora sí porque la señora estaba en el lugar y en
el momento equivocado, si no, no la mata”.
HA HABIDO OTROS CASOS
En
mayo de este año, una niña de dos años y nueve meses resultó muerta. Su cuerpo
presentaba golpes, heridas, el síndrome del niño maltratado. Los investigadores
del Estado encontraron a la madre. Su nombre, Adriana Palomeque Gordillo. Y
confesó: ella y su pareja maltrataban, violaban y golpeaban a la menor.
Hacía
nueve meses que había conocido a su pareja, Jaime Nájera Vega, y llevaban tres
meses viviendo juntos, al lado de los hijos de ella, un niño de seis años, la
niña de dos. El hombre entraba en cólera ante la presencia de la niña y la
golpeaba.
Con
un cinto, con los puños, metiéndole un pañal en la boca. La recostaba sobre la
cama, le quitaba el pañal y la golpeaba. Cuando la bañaba, la ultrajaba con sus
dedos, tenía la anuencia de la madre. Un día los golpes fueron hasta matar a la
pequeña. Hoy los dos están tras las rejas.
Temporadas
para el crimen pasional
En
marzo de este año se reportó el cuerpo sin vida de una mujer en una vivienda
del Cañón de las Carretas. En vida llevaba por nombre Josefina Tapia Clara. La
mató su novio, Elías Martínez Garay. Las heridas que le provocó fueron muchas.
Así se resumen en el parte oficial:
“Herida
en región clavicular izquierda, dos heridas en región mamaria izquierda, tres
heridas en región clavicular derecha, tres heridas en región abdominal, herida
en fosa iliaca derecha, herida en cara anterior de antebrazo derecho, herida en
cara posterior de antebrazo izquierdo, herida en región dorsal de mano
izquierda, dos heridas en región palmar de mano izquierda, herida en cara
lateral izquierda de tórax, herida en cara posterior de brazo izquierdo, dos
heridas en escapular derecho, dos heridas en cara posterior de cuello, herida
en occipital izquierdo”.
Sobre
las heridas en crímenes pasionales, la profesora de la UABC especifica:
“Regularmente
atacan zonas sexuales, puñaladas alrededor de los senos, puñaladas alrededor de
los genitales, esas dos áreas son las más dañadas en esos casos, y significa
‘no vas a ser madre, no mereces ser madre, ve lo que hago con tus partes privadas’,
y otra situación en los pasionales es eso que hizo el médico, las tiran en
lugares para decir que no valen, al bote de la basura, a la alcantarilla, y ahí
ya estamos hablando de las personas con perfiles criminales, por qué las
mataron, ‘porque no valen’, lo podemos interpretar; o los disfrazan con ropa de
con quien los engañó, o los ponen en la cajuela, eso es lo que sucede cuando ya
perfilamos”.
También
indica que hay periodos cuando son más frecuentes los crímenes pasionales:
“Hay
temporadas para el crimen pasional, las de romance, cuestiones del Día del Amor
y la Amistad, diciembre, temporadas altas detonan los crímenes pasionales, y el
factor del calor es un factor importante para los crímenes de pederastas,
homosexuales; pero sí las temporadas de crímenes pasionales están relacionadas
con las fiestas… ahora con el internet, que la reunión de los que estaban en la
secundaria se puede convertir en un crimen pasional, hay muchos factores que
ahora se agregan a lo que te comenté”.
De
las armas utilizadas, ahí sí, refiere, hay una utilización de acuerdo al
estrato social: “Me atrevo a pensar que tiene que ver con el nivel
socioeconómico ahí sí, porque puede ser que sea en posiciones económicas bien,
arma de fuego, pero si no hay posición económica, bien puede ser un cuchillo,
objetos punzantes, objetos contusos, yo creo que debe ser por cuestión
circunstancial.
“Desnucar
a una persona cuando se es médico es decir, sé dónde está una parte que es
vital, yo como médico puedo decir si te obstruyo esta vena para dejar de vivir,
tiene que ver con conocimiento de anatomía, si no hubiese sido médico, igual y
la descalabra”, expresa Martha Leticia.
El
caso con un desarmador fue circunstancial. Es la parte peligrosa donde las
parejas pueden detectar, para prevenir, cómo reacciona la pareja cuando está
enojada, “hay que quitarse de ahí a tiempo”.
Y
ante la insistencia de la pregunta, ¿cómo detectar a un criminal pasional en
potencia? La psicóloga solo puede hablar de lo probado, del perfil que se
establece para un sociópata. Aquí los datos.
“Cómo
reacciona enojado, que se pierda como lagunas mentales, esas lagunitas mentales
son peligrosas. Otro punto, tener el recuerdo vivo de los daños pasados de amor
y desamor, cambios bruscos de conducta en el carácter, como maniaco depresivo,
voluble, esos cambios; historia de familias violentas, que vienen de parejas de
padres víctimas de violencia conyugal, sí hay manera de detectar, podría
haberlas. Es complicado, pero buscándole podría ayudarse”, concluye la
especialista.
(SEMANARIO
ZETA/REPORTAJEZ/ Adela Navarro Bello/ 29 de Septiembre del 2014 a las 12:00:00)
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