MÉXICO,
D.F. (apro).- El desfile militar por la Independencia de México que encabezó
por primera vez la Marina Armada de México quedó empañado por la caída de la
bandera monumental al momento de izarla.
La
Marina-Armada de México había llegado con la moral en alto a las celebraciones
del 204 aniversario de la Independencia al tener el aval del comandante en jefe
de las Fuerzas Armadas, Enrique Peña Nieto, para dirigir por primera vez en la
historia de México la parada militar, en un desplazamiento más del Ejército.
Con
el argumento del 100 aniversario de la defensa del puerto de Veracruz por parte
de la Marina durante la invasión de Estados Unidos a México en 1914, la Armada
se propuso un desfile militar para el lucimiento de su preparación y
equipamiento, y de paso enmarcar dos instrumentos de gobierno de Peña Nieto: la
Gendarmería y la Cruzada Nacional contra el Hambre.
El
jefe del Estado Mayor, responsable de la operación de la Armada, el
vicealmirante Joaquín Zetina Angulo, fue designado el comandante del desfile,
con lo que el jefe máximo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la
República, hacía un reconocimiento público a los marinos en sus tareas de
seguridad, superiores a las del Ejército en años recientes.
En
sus fastos, la Marina decidió que una mujer de la Armada portara la bandera
insignia al inicio del desfile, algo impensable aún en el Ejército.
El
vicealmirante Zetina tuvo tiempo para la preparación de la parada castrense.
Aunque apenas a principios de mes se hizo público que sería el comandante del
desfile militar, desde julio pasado en los círculos militares se sabía que los
soldados serían comandados por un marino con experiencia operativa y
administrativa.
Era
la oportunidad del lucimiento del secretario de la Marina, Armada de México, el
almirante Vidal Soberón Sanz, involucrado en las operaciones contra el
narcotráfico desde el sexenio pasado, cuando las fuerzas especiales de la
Armadas empezaron a salir de su ámbito natural y a operar en zonas
continentales, en una inspiración de los marines estadunidenses.
Pero
una falla ostensible en el primer acto del desfile acabó con la fiesta de la
Marina. Al momento de izar la bandera monumental, el mayor de los símbolos para
los militares, se vino abajo. La escolta militar encargada del izamiento en el
asta del Zócalo capitalino quedó rebasada cuando se desprendió el lábaro apenas
comenzaba a subir.
Los
representantes de los poderes del Estado se quedaron congelados en su saludo a
la bandera. El presidente de la República, el presidente de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, el ministro Juan Silva Meza, y los presidentes del
Senado, Miguel Barbosa, y de la Cámara de Diputados, Silvano Aureoles, veían
los afanes de los abanderados.
El
himno nacional terminó y se hizo un silencio. Las bandas de guerra no podían
seguir con el programa. Los representantes de los poderes siguieron con el
saludo hasta que los militares cambiaron la bandera monumental por una más
pequeña.
Pasado
el trance, Peña Nieto pasó revista a las Fuerzas Armadas en el vehículo militar
blindado de nombre maya “Kitam” o “5 Estrellas”, de fabricación mexicana, que
hace alusión a las cinco estrellas reservadas al comandante en jefe de las
Fuerzas Armadas mexicanas.
Después,
Peña Nieto caminó con los jefes de las Fuerzas Armadas al Palacio Nacional.
Durante todo el trayecto se dirigió al secretario de la Defensa, el general
Salvador Cienfuegos. En ningún momento volteó hacia el almirante Soberón.
El
general Cienfuegos era quien había quedado bien con el vehículo fabricado por
la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Ahora
los marinos eran los desmoralizados.
Su
primer desfile militar quedó marcado por un error impensable. Fue a la vista de
todos. La televisión tuvo que desviar las imágenes del izamiento hacia
distintas panorámicas de la plancha del Zócalo, concentrándose en los mosaicos
históricos que formaban con paletas de colores más de 4 mil efectivos
castrenses.
Testigos
de la vergüenza local fueron las delegaciones internacionales invitadas por la
Marina, escuelas navales de Estados Unidos –protagonistas de la invasión a
Veracruz en 1914–, Argentina, Belice, Brasil, Colombia, Chile y Perú.
Al
final, en su parte de actividades al presidente de la República, el comandante
del desfile reportó “sin novedad”.
También
refirió la participación de 21 mil 41 elementos. De ellos, 15 mil 852 fueron
del Ejército, la Marina, Fuerza Aérea, Policía Nacional, Asociación Nacional de
Charros y Federación Nacional de Charrería. Los otros 4 mil 595 participaron en
la formación de los mosaicos y 238 fueron los militares extranjeros invitados.
Además
se exhibieron 157 unidades terrestres, 10 embarcaciones y 57 aeronaves, pero el
clima también impidió, como en otros años, que la celebración encabezada por la
Marina iniciara con el lanzamiento en paracaídas sobre la plancha del Zócalo.
(PROCESO/
JORGE CARRASCO ARAIZAGA/ 16 DE SEPTIEMBRE DE 2014)
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