Asesinatos, extorsión y hasta secuestro ordenan desde las penitenciarías los autogobiernos del crimen organizado. Pero desde el interior de las cárceles en Chihuahua, Reporte Indigo constató que los penales sí se pueden controlar con reformas al sistema
“Yo no sé si ‘el modelo’ sea Chihuahua, un modelo a seguir, pero sí
sé que es hacia donde tenemos claro que debemos trabajar, legislar.
Definitivamente a nivel nacional debe hacerse una reforma, me atrevería a
decir que constitucional, para replantear el sistema penitenciario”
Director general de la Fiscalía Especializada en Ejecución de Penas y Medidas Judiciales, de Chihuahua
Hoy todos están uniformados y eso evita que tengan un estatus por sus ropas
"Hace cuatro años el autogobierno estaba conformado por varios grupos: Los
Mexicles, Los Aztecas, Los Chapos y Los Linieros o La Línea"
"Legislar, como lo hicimos en Chihuahua, es un vehículo para tomar el
control de los centros penitenciarios"
"De hecho, ahí las salas individuales eran sus recámaras, donde tenían sus
visitas conyugales, sus visitas fuera del periodo conyugal, tenían todos los
placeres habidos y por haber"
Director general de la Fiscalía Especializada en Ejecución de Penas y Medidas
Judiciales, de Chihuahua
Criminales de las organizaciones más nefastas de la historia del país se concentran con otros integrantes de sus agrupaciones y hasta tienen oportunidad de hacer planes en recintos comunes: los centros penitenciarios de todo el país.
Porque siete años de guerra contra el crimen organizado, en la peor
etapa delincuencial de México, provoca que miles de integrantes de los
cárteles estén tras las rejas, pero en la mayoría de los casos con
oportunidad de intercomunicarse y hasta reorganizarse.
Desde su encierro, ellos continúan agrupándose y ordenando muertes, robos, extorsiones y hasta secuestros.
“Desde ahí continúan ordenando los delitos, desde los penales se
ordenan la mayoría de los delitos”, dice Eduardo Guerrero Durán,
director general de la Fiscalía Especializada en Ejecución de Penas y
Medidas Judiciales, de Chihuahua.
“Yo no sé si ‘el modelo’ sea Chihuahua, un modelo a seguir, pero sí
sé que es hacia donde tenemos claro que debemos trabajar, legislar.
Definitivamente a nivel nacional debe hacerse una reforma, me atrevería a
decir que constitucional, para replantear el sistema penitenciario”.
“Legislar, como lo hicimos en Chihuahua, es un vehículo para tomar el
control de los centros penitenciarios. El gobierno del presidente
Enrique Peña Nieto se va a caracterizar por las reformas, entonces yo
creo que es tiempo de hacer un alto en el camino en este tema”.
Guerrero Durán explica que el trabajo que llevó a derrocar los
autogobiernos en los centros penitenciarios en Chihuahua empezó por
legislar para darle certeza jurídica al sistema.
Y es que a nivel nacional no existe control en el interior de las
penitenciarías, excepto en esa entidad, donde la receta para derrocar a
los autogobiernos fue legislación y mano dura.
Lo que se ve dentro de los centros penitenciarios de Chihuahua, no se ve en ninguna otra entidad.
Una reforma al sistema penitenciario podría dar un vuelco y realmente
plantear que exista la reinserción, acabando con los autogobiernos del
crimen organizado en las penitenciarías.
Y es que en la mayoría de los Ceresos del país los reos que
pertenecen a los grupos de la delincuencia organizada controlan a los
internos y ordenan delitos hacia el interior y también hacia el
exterior.
En la mayoría de los casos, sujetos a proceso y sentenciados, del
fuero común o federal, se mezclan y caminan de un sitio a otro por los
patios de las penitenciarías.
Se reúnen con los de sus agrupaciones delincuenciales y hasta hacen negocios.
Como en el Penal del Topo Chico, en Nuevo León, donde todos los reos
pueden salir libremente a un gran patio general donde no existen
esclusas que los dividan, ni siquiera entre grupos rivales.
Pero en Chihuahua si un reo quiere salir de su celda, tiene que estar
registrado con 24 horas de antelación en alguna tarea o centro de
capacitación, donde solamente puede acudir a ciertas horas para aprender
algún oficio.
Vivían en la enfermería
Al ingresar al Cereso Número 1 de la capital, Chihuahua, Guerrero
Durán señala varias fotografías de internos degollados, mutilados y
empalados dentro de los módulos penitenciarios.
Las imágenes son terroríficas, pero el director general de la
Fiscalía Especializada en Ejecución de Penas y Medidas Judiciales
explica que fue necesario ver lo que ocurría, para atreverse a tomar el
control de ese centro penitenciario.
Al igual que en los ceresos de todo el país, hasta hace cuatro años
en Chihuahua, el Cártel de Juárez, junto con sus aliados de La Línea y
Los Aztecas se enfrentaba dentro de los penales contra El Cártel de
Sinaloa y sus afiliados, Los Mexicles y Los Artistas Asesinos o “Doble
A”.
Internos, pero no revueltos
En los ocho centros penitenciarios de Chihuahua, de los cuales siete
ya están certificados por la American Correctional Association, los
internos están divididos hasta en los patios por esclusas.
Y su internación depende de su situación jurídica y de los delitos que le imputan o que cometió.
En los penales de otras entidades los sentenciados por delitos contra
la salud, es decir narcotráfico, conviven con quienes apenas están
acusados de robo simple.
No existen esclusas que dividan a los internos, como en los centros
penitenciarios de Chihuahua, así que los integrantes de las
organizaciones criminales crean autogobiernos poderosos en el interior,
gozan de privilegios, y atacan y someten a los reos de grupos rivales.
Como sucedió en el Penal de Apodaca, Nuevo León, en febrero de 2012.
Los Zetas sabían que habría un traslado de reos y por ello se
adelantaron.
Antes del traslado se armaron con puntillas, palos y piedras.
Con la ayuda de custodios, asesinaron a 44 reos de El Cártel del Golfo y luego varios de Los Zetas alcanzaron a fugarse.
Y eso que en Nuevo León el Cereso de Apodaca es considerado el de “alta seguridad” en el estado.
En Chihuahua todos los reos usan uniforme, no pueden caminar por toda la penitenciaría y mezclarse con los demás.
El solo hecho de que los internos únicamente puedan salir de sus
celdas a trabajar o a capacitarse, permite a las autoridades administrar
su tiempo de clases, alimentación y tiempo de internación.
Las esclusas dentro de cada centro penitenciario, corredores
totalmente cubiertos de malla y excluidos de los patios, vigilancia por
cámaras de video en todas las áreas y trabajos remunerados pero sin uso
de efectivo, permiten que cada vez que un interno sale de su celda sea
observado y controlado.
Guerrero Durán explica que para cada uno de estos cambios dentro de
los centros penitenciarios, tuvo que establecerse un reglamento y además
legislar en el Congreso de Chihuahua.
Por ello considera que una reforma constitucional podría modificar la
forma en que actualmente se administran los centros penitenciarios.
Legislar y regular las penitenciarías para que, incluso, sean
autosustentables, es posible si se empieza a trabajar en un
replanteamiento al sistema.
El doctor Álvaro Gallegos, con 22 años de trabajo en el sistema
penitenciario, dice: “Aquí vivían, los de La Línea. Decían: ‘atiéndame
doctor’, y se sacaban fusiles de alto poder antes de someterse a un
tratamiento”.
Pero cambia de semblante cuando muestra la sala de Rayos “X”, limpia,
equipada con tecnología de punta y con un almacén de medicamentos donde
hay una ficha por cada pastilla o tableta.
“Hace cuatro años el autogobierno estaba conformado por varios
grupos: Los Mexicles, Los Aztecas, Los Chapos y Los Linieros o La Línea.
“El problema era que estos grupos dominaban todo el centro
penitenciario y además tenían sus rivalidades, lo que traía un caos a
todas las áreas del centro.
“El grupo fuerte en ese momento, La Línea, tenía el control del área
técnica, en el área de clasificación había un cupo para unas 100
personas y ellos elegían quién podía vivir ahí, en el área del hospital.
“Era para ellos un punto neutro y desde ahí dirigían todo el centro
penitenciario. De hecho, ahí las salas individuales eran sus recámaras,
donde tenían sus visitas conyugales, sus visitas fuera del periodo
conyugal, tenían todos los placeres habidos y por haber”, narra
Gallegos.
Pero una vez que se tomó el control con estrategia y mano dura, el
hospital es uno de los más completos en todo el país para incluso,
atender cirugía.
El director del sistema penitenciario, Guerrero Durán, recuerda que
los internos no querían uniformes en ese centro, así que los
incendiaron.
Entonces ordenó que les quitaran toda la ropa y las cobijas que tenían.
La temperatura llegó al punto de congelación y los reos no tuvieron más opciones que utilizar los uniformes.
Hoy todos están uniformados y eso evita que tengan un estatus por sus ropas.
Internos, pero no revueltos
En los ocho centros penitenciarios de Chihuahua, de los cuales siete
ya están certificados por la American Correctional Association, los
internos están divididos hasta en los patios por esclusas.
Y su internación depende de su situación jurídica y de los delitos que le imputan o que cometió.
En los penales de otras entidades los sentenciados por delitos contra
la salud, es decir narcotráfico, conviven con quienes apenas están
acusados de robo simple.
No existen esclusas que dividan a los internos, como en los centros
penitenciarios de Chihuahua, así que los integrantes de las
organizaciones criminales crean autogobiernos poderosos en el interior,
gozan de privilegios, y atacan y someten a los reos de grupos rivales.
Como sucedió en el Penal de Apodaca, Nuevo León, en febrero de 2012.
Los Zetas sabían que habría un traslado de reos y por ello se
adelantaron.
Antes del traslado se armaron con puntillas, palos y piedras.
Con la ayuda de custodios, asesinaron a 44 reos de El Cártel del Golfo y luego varios de Los Zetas alcanzaron a fugarse.
Y eso que en Nuevo León el Cereso de Apodaca es considerado el de “alta seguridad” en el estado.
En Chihuahua todos los reos usan uniforme, no pueden caminar por toda la penitenciaría y mezclarse con los demás.
El solo hecho de que los internos unicamente puedan salir de sus
celdas a trabajar o a capacitarse, permite a las autoridades administrar
su tiempo de clases, alimentación y tiempo de internación.
Las esclusas dentro de cada centro penitenciario, corredores
totalmente cubiertos de malla y excluidos de los patios, vigilancia por
cámaras de video en todas las áreas y trabajos remunerados pero sin uso
de efectivo, permiten que cada vez que un interno sale de su celda sea
observado y controlado.
Guerrero Durán explica que para cada uno de estos cambios dentro de
los centros penitenciarios, tuvo que establecerse un reglamento y además
legislar en el Congreso de Chihuahua.
Por ello considera que una reforma constitucional podría modificar la
forma en que actualmente se administran los centros penitenciarios.
Legislar y regular las penitenciarías para que, incluso, sean
autosustentables, es posible si se empieza a trabajar en un
replanteamiento al sistema.
Martes 22 de julio de 2014)
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