Infantería de Marina cierra la pinza sobre el cártel de Guasave
El helicóptero Black Hawk gris se elevó desde la grama el estadio de
béisbol Ángel Flores, mientras en tierra comandos de infantería de
Marina recorrían las calles de esta ciudad en vehículos artillados y
unidades blindadas, tanto civiles como patrullas.
A decenas de kilómetros de ahí, en la sindicatura de Bamoa, unidades
de infantería “peinaban” la zona e instalaban puntos de observación y
revisión de unidades.
En sentido contrario, en el estado de beisbol de Estación Naranjo, el
helicóptero MI-27 de rescate y transporte de tropas de asalto
permanecía en tierra. La tropa, expectante, pero amable.
La infantería de Marina encara a los reporteros, pide
identificaciones, pero no impide el trabajo reporteril. Sólo recomienda
no tomar fotografías o cuidar las matrículas. Más bien les interesa
conocer la opinión y preguntan ¿Qué dice la población de estos
operativos, de nosotros? Sonríen, abordan sus unidades y continúan en su
quehacer.
Dejan a los reporteros permanecer en el teatro de operaciones. Es el
corazón de la búsqueda de miembros del cártel de Guasave. Ahí se caza a
Fausto Isidro Meza Flores, el Chapo Isidro, líder de la agrupación y a
dos de sus únicos testaferros que se sabe quedan con vida, Jesús
González Peñuelas, el Chuy González, y Conrado “N”, el Conrado, que operan en la zona norte de la entidad.
Un infante de marina dice: “¿no que muy valientes, que les entraban a
todos, que podían con todos, que se topaban con todos?, ¿por qué se
fueron? ¿Por qué no le entran?”
Y sentencia: “Donde estén entierrados (escondidos) los vamos a
sacar”. No dice más, flanquea el paso y pide. “Nada más hasta ahí,
gracias”.
Otro infante de marina cuenta que casi ninguno de los que integran
los comandos se conoce entre sí. Ello porque estaban acantonados en
distintas comandancias del país, distribuidos en puertos o ciudades
costeras. Que todos fueron reunidos por sus especialidades. Hay
artilleros, fusileros, pilotos, personal de inteligencia, analistas de
información… Todos tienen algo en común: experiencia en operaciones
tierra-aire, diestros con las armas, corta o largas, y todos van sobre
un objetivo: el cártel de Guasave.
Nadie sabe cuánto tiempo van a permanecer en esta región, porque
tampoco supieron cuando llegaron. Un día los acuartelaron, sin recibir
instrucción. Fueron montados en helicópteros o camiones y transportados a
una región desconocida. Sabían que era peligroso, que habría disparos y
de seguro muertos. Así llegaron, con la adrenalina al cien.
Fueron montados en patrullas blindadas, unas doble rodado artilladas, otros en civiles, de cuatro puertas.
Así, una sección del comando llegó a una casa en Estación Naranjo, en
Sinaloa municipio. Pocos en el grupo lo sabían, pero era el inicio del
exterminio de los testaferros de Fausto Isidro Meza Flores, el Chapo Isidro.
De acuerdo con las diligencias ministeriales, contadas por altos
funcionarios de la Procuraduría General de la República y de la
Procuraduría General de Justicia del Estado, las escaramuzas comenzaron a
las 13:00 horas del jueves 10 de Julio. Afuera de la casa de Estación
Naranjo estaba estacionada una camioneta de redilas, Ford, de color
blanco, y un auto 300, de color gris. El único morador de la vivienda
echó a correr, disparando, cuando vio a los militares. Los infantes
respondieron el fuego. El civil murió en el interior. Tenía dos
pistolas: una calibre .9 milímetros y otra .22. Era José Martín Apodaca
Guzmán, conocido como el 32. Informes de inteligencia
ministerial lo ubicaban como brazo armado cercano a Meza Flores y jefe
de sicarios del cártel de Guasave.
Los marinos registraron la casa y encontraron una bolsa con guarumo
(sobras de hojas, tallos y semillas molidas de mariguana), semilla para
la adormidera y carrujos.
La búsqueda reveló que en realidad la casa era un arsenal. De adentro
sacaron 12 chalecos antibalas con placa de acero, tres granadas de
mano, cinco radios Motorola, 92 cargadores para pistolas .25, .9
milímetros, .45, y 5.56 milímetros, conocidos como matapolicías, y para
fusiles AK-47 Cuerno de Chivo, G-3 y Barret. También encontraron 3 mil
580 balas, desde calibre .22 hasta 50.
En la caja de la camioneta doble rodado se encontraron un fusil
calibre .9 milímetros, un AK-47 Cuerno de Chivo, un Barret y un rifle
.22
Cuatro horas y media después de ese tiroteo, a las 17:30 horas y a
seis kilómetros de distancia de El Naranjo, en el poblado El Aguajito,
Sinaloa, otro comando ubicaba a un grupo de personas armadas,
iniciándose el segundo enfrentamiento a balazos. Ahí quedaron dos
muertos, y el grupo más nutrido escapó. Eran, según las diligencias de
identificación, Isidro Gastélum Luque, el Dos Letras, el Chilo o el 02, y Jesús Miguel Pacheco Samaniego, conocido como el Pecas, Joes, Medio Kilo, Miguelito Manchas o el Junior.
Al primero, los informes de inteligencia ministerial lo consideraban
mucho más peligroso y sanguinario, pues era jefe de seguridad de Meza
Flores y encargado de decapitar a su enemigos, incluyendo a policías,
mientras que al segundo se le consideraba jefe de plaza en Los Mochis y
ejecutor de narcomenudistas libres o de competencia, y asesino de socios
que pretendían salirse del clan.
En la zona del tiroteo, los infantes de marina encontraron 160 bolsas
con mariguana, 32 dosis de cocaína, dos pistolas .38 súper y .45, 137
balas para ambas armas, tres rifles AK-47 Cuerno de Chivo, 12 cargadores
abastecidos con 538 tiros, y un chaleco antibalas.
Aunque oscurecía, los infantes de marina no detuvieron la caza de los
que evadían el cerco militar. Y tras recorrer el monte durante siete
horas encontraron la guarida. Estaban ocultos entre matorrales. Eran
ocho. Todos con vestimentas camuflajes, portando fusiles y acorazados en
dos camionetas blindadas, ambas Silverado, una de color rojo y otra
blanco. Balacera de por medio, los ocho mueren. Serían identificados
como Jesús Othoniel Rivera Cárdenas (de 27 años), José Antonio Ayala
(46), José Rodrigo Gámez Arce (29), todos de las Lomas de los Gámez;
Felipe Sánchez López (42), Arturo Galaviz González (22), Misael Quintero
Fuentes (30), Diego Leal Machaco y Jorge Luis Castro Medina (36), éste
último residente de la colonia Álamos Country, en Los Mochis.
Del escondite se recogieron 9 rifles AK-47 Cuerno de Chivo, 40
cargadores para esos fusiles abastecidos con mil 242 balas, un rifle
AR-15 con ocho cargadores que contenían 290 tiros y dos pistolas, una
calibre .9 milímetros cargada con cuatro balas y una .38 súper,
desabastecida, seis chalecos antibalas y ocho pecheras tácticas, así
como una bolsa con mariguana.
Esa noche, las operaciones contra el cártel de Guasave terminaron con la baja de 12 civiles.
Sin embargo, al amanecer del viernes, el comando de infantes de
marina había habilitado como base dos estadios de béisbol. Uno en
Guasave y otro en Sinaloa municipio. Ambos, sedes del cártel de Guasave.
Durante la semana, las operaciones de caza de Fausto Isidro Meza Flores, el Chapo Isidro, fueron menos vistosas pero interminables, a las que se sumaron los ministeriales y el Ejército.
Las policías preventivas de ambos municipios fueron excluidas.
Gerardo Amarillas Beltrán, jefe de la policía municipal en Ahome y
coordinador de la Policía Ministerial del Estado en la zona norte, fue
él único funcionario que habló del combate al cártel de Guasave.
“Los marinos eliminaron al brazo ejecutor de Fausto Isidro Meza
Flores, el Chapo Isidro. No está totalmente acabado, pero si muy
diezmado y sólo. No puede operar libremente sin temer una traición o que
lo ubiquen. Es tiempo, sólo tiempo para que caiga, y ojalá, junto con
él, las corporaciones que lo protegían”.
Funcionarios políticos de Guasave y Sinaloa no dieron la cara para
opinar sobre el sitio al cártel de Guasave. Todos, como el secretario de
la comuna de Guasave, Noel Molina, se refugiaron en sus oficinas y
argumentando mucho trabajo, enmudecieron.
Lo decomisado:
5,787 municiones
3 granadas
1 Barret
13 rifles AK-47
1 fusil AR-15
5 pistolas
1 rifle .22
5 vehículos
2 blindados
3 granadas
1 Barret
13 rifles AK-47
1 fusil AR-15
5 pistolas
1 rifle .22
5 vehículos
2 blindados
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