El
mexicano de origen vasco Luis Miguel Ipiña Doña, quien estuvo preso
durante año y medio en el país, dice estar seguro de que su
encarcelamiento se debió a las denuncias que hizo en un blog acerca de
las incoherencias e irregularidades del caso del supuesto secuestro y
homicidio de Hugo Alberto Wallace. Exintegrante del grupo separatista
vasco ETA, cuenta la historia del inverosímil proceso penal que, afirma,
le fabricaron con dedicatoria: Es que “usted se metió con la Wallace”…
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Como todos los días, a las 5:30 de la mañana del viernes 20 de mayo de 2011, Luis Miguel Ipiña Doña salió de su casa en Ecatepec, Estado de México, y caminó hasta la jaula donde guarda su taxi. Aún no introducía la llave en la cerradura cuando lo rodearon cuatro hombres armados.
“¡Alto!”, le gritaron. “¡Levanta las manos y tírate al piso!” Asustado, Doña gritó para alertar a los vecinos. Mientras los hombres lo sometían supo de qué se trataba: “Esto es por el caso Wallace”.
Toda la unidad habitacional estaba rodeada por la policía. Efectivos de la Agencia Federal de Investigación lo llevaron a las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR), donde le pusieron enfrente unos papeles para que los firmara. “Puro trámite”, le dijeron.
Les echó un vistazo. No lo podía creer: era una declaración ministerial donde afirmaba que ese día unos agentes tocaron a su puerta y le informaron que tenían una orden de cateo en su contra. Cuando los dejó entrar, asentaba el documento, vieron el arma: un AR-15 de uso exclusivo del Ejército. Según el documento, Ipiña Doña afirmó que era suya, pues él se dedicaba a vender armas proporcionadas por la organización separatista Patria Vasca y Libertad (ETA).
“Oye, ¿eso qué?”, les preguntó a los agentes de la PGR. “Son puras mentiras. No voy a firmar eso”. Por primera vez veía un AR-15, y eso, en la fotografía que le enseñaron.
“La declaración era absurda”, se indigna Ipiña Doña en entrevista con Proceso. “¡ETA vendiendo armas en México! ¡Imagínate! En lugar de usarlas me las dan en México para venderlas. Además no tengo nada que ver con ETA desde hace 30 años”, sostiene. “¡Y esta declaración me la dan a firmar en la PGR!”
Desde su llegada a las oficinas de la procuraduría, a las 7 de la mañana aproximadamente, exigía que lo dejaran llamar a su abogado. No le concedieron ese derecho sino hasta el día siguiente.
Dos supuestos “vecinos”, cuyos nombres fueron omitidos durante las audiencias, presentaron su testimonio. Pese a que los agentes encargados de la investigación se contradijeron en las descripciones que hicieron de estos testigos, se inició un proceso judicial que llevaría a Ipiña Doña a la cárcel de Chiconautla, Estado de México, durante un año, cinco meses y 10 días.
A los tres días de su encarcelamiento supo que su blog había desaparecido de internet. En aquella página electrónica denunciaba los absurdos del juicio por el supuesto secuestro y asesinato de Hugo Alberto Wallace, hijo de Isabel Miranda, quien en 2012 sería candidata del PAN al Gobierno de la Ciudad de México.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1962, ya en circulación)
/7 de junio de 2014)
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Como todos los días, a las 5:30 de la mañana del viernes 20 de mayo de 2011, Luis Miguel Ipiña Doña salió de su casa en Ecatepec, Estado de México, y caminó hasta la jaula donde guarda su taxi. Aún no introducía la llave en la cerradura cuando lo rodearon cuatro hombres armados.
“¡Alto!”, le gritaron. “¡Levanta las manos y tírate al piso!” Asustado, Doña gritó para alertar a los vecinos. Mientras los hombres lo sometían supo de qué se trataba: “Esto es por el caso Wallace”.
Toda la unidad habitacional estaba rodeada por la policía. Efectivos de la Agencia Federal de Investigación lo llevaron a las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR), donde le pusieron enfrente unos papeles para que los firmara. “Puro trámite”, le dijeron.
Les echó un vistazo. No lo podía creer: era una declaración ministerial donde afirmaba que ese día unos agentes tocaron a su puerta y le informaron que tenían una orden de cateo en su contra. Cuando los dejó entrar, asentaba el documento, vieron el arma: un AR-15 de uso exclusivo del Ejército. Según el documento, Ipiña Doña afirmó que era suya, pues él se dedicaba a vender armas proporcionadas por la organización separatista Patria Vasca y Libertad (ETA).
“Oye, ¿eso qué?”, les preguntó a los agentes de la PGR. “Son puras mentiras. No voy a firmar eso”. Por primera vez veía un AR-15, y eso, en la fotografía que le enseñaron.
“La declaración era absurda”, se indigna Ipiña Doña en entrevista con Proceso. “¡ETA vendiendo armas en México! ¡Imagínate! En lugar de usarlas me las dan en México para venderlas. Además no tengo nada que ver con ETA desde hace 30 años”, sostiene. “¡Y esta declaración me la dan a firmar en la PGR!”
Desde su llegada a las oficinas de la procuraduría, a las 7 de la mañana aproximadamente, exigía que lo dejaran llamar a su abogado. No le concedieron ese derecho sino hasta el día siguiente.
Dos supuestos “vecinos”, cuyos nombres fueron omitidos durante las audiencias, presentaron su testimonio. Pese a que los agentes encargados de la investigación se contradijeron en las descripciones que hicieron de estos testigos, se inició un proceso judicial que llevaría a Ipiña Doña a la cárcel de Chiconautla, Estado de México, durante un año, cinco meses y 10 días.
A los tres días de su encarcelamiento supo que su blog había desaparecido de internet. En aquella página electrónica denunciaba los absurdos del juicio por el supuesto secuestro y asesinato de Hugo Alberto Wallace, hijo de Isabel Miranda, quien en 2012 sería candidata del PAN al Gobierno de la Ciudad de México.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1962, ya en circulación)
/7 de junio de 2014)
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