La Viña del Señor
El
artículo 35 de la Constitución General de la República, como sabe el
acucioso lector, consagra el derecho a votar y ser votado y el 41
establece que los partidos son entidades de interés público y que tienen
como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática,
contribuir a la integración de los órganos de representación política y
como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al
ejercicio del poder público… bla, bla, bla.
Así
las cosas y para que nadie se engañe los altos poderes de la federación
(Senado y Cámara de diputados) y sus sucursales en la entidades, a
instancias de los jefes partidistas y las cúpulas de los mismos,
decidieron llevar a cabo una reforma político-electoral, en la que
desaparecieron el IFE y crearon el INE, centralizaron los procesos
electorales en este nuevo organismo supuestamente para quitarles poder a
los gobernadores, aprobaron la reelección en ciertos cargos y por
ciertos períodos, etc.
Susy: abogada del diablo
En
el escenario actual llaman a risa los enredos en las Cámaras, el
deschongue entre los partidos y en el puerto el desgarre de vestiduras
de la presidenta del PRI Susy Corella, denunciando “bullying” contra su
partido y el “indefenso e inmaculado” alcalde Otto Claussen, por parte
de los panistas encabezados por Juan Valencia, cuando en un acto de
desmemoria olvida que ella es producto del dedazo y el tricolor causa de
muchos males. Hagamos un ejercicio y veamos:
Sistema camaleónico para todos los gustos: el nuevo centralismo
Nuestro
sistema político para que nadie se engañe ha experimentado todo tipo de
régimen: fue monarquía en sus tres siglos de Colonia; imperio con
Agustín I y Maximiliano y república en otros tantos períodos; padeció
con Porfirio Díaz una dictadura de 30 años y muchos más lapsos de
inestabilidad política; ha abrigado diversas filosofías e ideologías
como el liberalismo, positivismo, socialismo (dentro de la constitución
como dijo un presidente de la república) y hasta toques de fascismo. Ha
sufrido los estragos del militarismo, como en la etapa
posrevolucionaria, la hegemonía de un partido de Estado (PRI) y ha
arribado a la alternancia.
Si
detrás de la fachada de República Federal y Democrática, como define
nuestra Carta Magna el régimen de gobierno y estructura política, este
ha sido calificado como una “dictablanda”, como “dictadura perfecta”
(Mario Vargas Llosa), como “ogro filantrópico” (Octavio paz), como
“monarquía sexenal” (Daniel Cosío Villegas) o como “presidencia
imperial” (Enrique Krauze).
En
el Siglo XIX las luchas entre centralistas y federalistas por imponer
su visión del país fueron feroces, como también lo fueron las que se
dieron entre las facciones conservadoras y liberales y muy al principio
las que libraron las cofradías masónicas de los yorkinos y los
escoceses.
Triunfantes
los republicanos de Juárez en la guerra de Reforma, nadie pareció
discutir respecto de la viabilidad de esa forma de gobierno hasta la
convulsión social que trajo consigo la revolución mexicana al grito de
“sufragio efectivo, no reelección” (Madero) y “tierra y libertad”
(Zapata), que lanzó a las clases empobrecidas, a las clases medias y a
un sector de la burguesía, del que provenía el “apóstol” a una cruenta
guerra civil.
Pasado
el tiempo y apaciguadas las aguas de la lucha armada y metidas en
cintura las fuerzas desatadas por el conflicto, una nueva
institucionalidad tomó cuerpo y forma, se aprobó una nueva Constitución
(1917), se fundó el PNR (después PRI) tras la muerte del caudillo Alvaro
Obregón, se dio el Máximato, emergió el cardenismo, surgieron los
llamados “Cachorrros de la revolución”, el militarismo fue sustituido el
orden civil… se envolvieron en la bandera del nacionalismo
revolucionario y después viene la represión a ferrocarrileros y médicos
en los cincuentas, la matanza de Tlatelolco en 1968, que puso en
evidencia la verdadera cara represiva del régimen, después en 1971 el
Jueves de Corpus con Luis Echeverría, la guerra sucia, el espejismo
petrolero, la implementación del neoliberalismo, la fractura del PRI con
la salida de la Corriente Democrática, las elecciones de 1988, la
rebelión zapatista en Chiapas, la ejecución de Luis Donaldo Colosio, la
alternancia en la presidencia de la república, el horror de la guerra
contra el narco con sus más de cien mil muertos y 25,000 desaparecidos
hasta llegar al retorno del PRI a Los Pinos con su Pacto por México, que
dividió a la izquierda, con su estrategia reformista –aunque vivimos la
etapa de las reformas de las reformas en una versión de la política
práctica---- y con su política de nuevo centralismo que se refleja en
materia electoral como en la educativa, debido –se explica— al poder
acumulado por los gobernadores una vez que el PRI se mantuvo fuera del
ejecutivo federal, los cuales los convirtió en verdadera fuente de poder
y negociación.
La
reforma fiscal hizo encabritar a los hombres de negocios y la recesión
económica puso en la tablita al cerebro económico del gobierno, Luis
Videgaray, destacado discípulo de Pedro Aspe Armella, mientras
inaugurando una nueva forma de ejercer el mando, se creó la figura del
Comisionado Federal para Michoacán con el objetivo último de anular al
gobierno local y someter a la autodefensas, esos grupos de ciudadanos
armados creados para enfrentar al crimen organizado encarnado en Los
Caballeros Templarios ante el desgobierno en la función de proveer
seguridad pública a la gente. La crisis en esa entidad dejó fuera del
gobierno al priísta Fausto Vallejo.
Todos contra todos
La
clase política estuvo de plácemes con la mentada reforma político
electoral, aunque ahora el PRI, el PRD, el Verde, PT, el Panal y
Movimiento Ciudadano acaban de interponer ante la Suprema Corte de
Justicia de la Nación una acción de inconstitucionalidad en contra del
artículo 87 de la Ley General de Partidos Políticos, “por considerar
que con su aprobación y entrada en vigor se trasgrede a la Constitución
general, por cuanto a que se violan derechos fundamentales de igualdad y
libertad de asociación que ésta tutela, y se quebranta el régimen de
representación proporcional con el cual se rige la vida democrática del
país”. Ahí nomás.
La
forma de distribución de las prerrogativas entre partidos --¡otra vez
el maldito dinero en el centro de las disputas!-- que van en coalición
–en donde la chiquillada PT, MC, PVEM, PANAL, saldrían mal librados en
lo monetario-- puso en precrisis a las Cámaras y se achaca al PAN
oponerse. Sin modificar el numeral de la discordia el Senado cerró el
período extraordinario de sesiones lo que hizo poner el grito en el
cielo a Acción Nacional.
“No seremos rehenes de negociaciones oscuras” advirtió el senador del PRD Miguel Barbosa. Y luego remató ya encabronado: “El chantaje no puede ser lo que prevalezca en el Congreso como práctica política”.
En
realidad estamos frente a una reforma de la reforma electoral, en lo
que algunos críticos señalaron terminaría el frenesí reformista
peñanietista y sus aliados del Pacto por México, lo que trae vuelto
locos al mismo Beltrones como al PRD de Los Chuchos, pues quedarían mal
con sus aliados naturales PVEM en el caso del PRI y PT y MC por el lado
del solazteca. De ahí la puesta del grito en el cielo.
Para
el expresidente del IFE Luis Carlos Ugalde la cosa es clara: “En aras
de la Reforma Energética, el precio político que el PRI y que el
gobierno están pagando parece cada vez más alto”.
Gustavo Madero ya lo había anunciado: “Sin reforma política, no hay reforma económica”.
Toda política es local
Mientras
a nivel nacional los enredos suben de tono, aquí en Sonora, el horno
tampoco está para bollos, cuando contemplamos –y el aguantador lector no
dejará mentir— una guerra sin cuartel entre diversas facciones
políticas, PRI-PAN, sur-norte, etc., todas ellas ocultas bajo pugnas por
el agua, abusos de poder y más.
Con
las campañas políticas muy adelantadas, hemos presenciado saltar a la
palestra a lo más granado de nuestra clase política local, unos en
calidad de pretensos a algún cargo electoral, otros so pretexto de sus
gestiones de gobierno y otros en franco enfrentamiento con sus
opositores y competidores. Por ello no extraña para nada el activismo
de Alfonso Elías Serrano, las presiones de la CTM de Javier Villarreal,
autodestapado como prócer del obrero, los cuestionamientos del
Movimiento No al Novillo, el accionar de los pinta bardas de 365 razones
para no votar por el PRI”, la paralización del Congreso Estatal y
demás.
Tampoco
extraña que tropezones –menores unos, otros no tanto-- como el de la
Lady Salchicha, el abanico de billetes de quinientos o la propia salida
–muy anunciada y hasta necesaria para bajar presión al asunto del
acueducto-- del titular de la CEA, Enrique Martínez Preciado, se
conviertan en verdaderos dolores de cabeza para el padrecismo.
Quiérase
o no, ese ambiente pre-electoral que impregna el estado ha impactado a
Guaymas, obligando a los grupos políticos locales a tomar por asalto a
sus partidos, a subirse al barco de la crítica al gobierno del New Son
tratándose de los priístas –el diputado José Luis León Perea luego del
“pizazo” en Hermosillo del negocio de su hijo le bajó dos rayitas a sus
rabiosas observaciones-- o al franco enfrentamiento entre bandos, como
se puede percibir en el caso de la CEA y el ayuntamiento, presidido por
un tipo – de herraje boursista-- que desde su paso por el Congreso del
Estado, guardó una postura hostil hacia el gobierno panista, ha usado
ilícitamente recursos públicos para sus fines –a la policía municipal en
la elección interna del FJR, el affaire Omar Nuñez Caravantes, etc.-- y
que no escatima esfuerzos en tratar de dejar heredero en la alcaldía
que le cubra las espaldas… por si las dudas. De ahí su padrinazgo a
Luis Gato Bárcenas en la CNOP.
Por
eso rondan varias interrogantes entre los observadores de la grilla
porteña: ¿Tendría algo que ver cierta reunión casa de los padres de Otto
Claussen en la que estuvieron presentes el Vaquero Alfonso Elías, el
Gato Bárcenas y él, hace poco tiempo? ¿Se está fraguando bajar del
caballo de la candidatura priísta a la alcaldía al doctor León Perea
para empujar a su delfín?¿Cual es la postura de Susana Corella y el
grupo del Toño Astiazarán en el derrotero que están tomando las
cosas?¿Quién negocia y a cambio de quien en todo este embrollo entre
priístas?.
Los
panistas, perredistas y demás fauna política, traen sus propias
querellas internas. El Villeguitas y el Lencho, al final de cuentas se
habrán de alinear ante la línea del gran elector y los Chuchos de Nueva
Izquierda, que aglutina a la gente del profe José Guzmán y Clemente
Rodríguez y a sus contras becarios del PAN-Gobierno, los Diablos de
Oliver Flores Bareño y Santiago Margarito, vía “negociación” o vil
choque de intereses arreglarán sus diferencias, mientras en el PT o en
Movimiento Ciudadano, tanto el Cachorro Marcos Ulloa y el Negro Librado
Navarro, parecen tener el camino libre.
Si
los excesos del rey Juan Carlos de Borbón, como exhibirse de caza de
elefantes en Africa en plena crisis económica y las acusaciones de
corrupción de la infanta Cristina, pusieron en jaque a la Corona
Española, que son nada en México, en todo este embrollo que significa la
grilla en todos sus niveles y que tiene en el desprestigio a la clase
política en su conjunto y los chorros de dinero que representan su
financiamiento es válido preguntarse: ¿Son todavía a estas alturas los
partidos entidades de interés público?
Por
lo pronto los “daños colaterales” como los definió el sociólogo polaco
Zygmunt Bauman, de los excesos, caprichos, irresponsabilidades y
extravagancias de nuestra clase política, las pagarán los de siempre.
Giovani
Sartori, el prestigiado politólogo italiano sostiene que la democracia
según Alexis de Tocqueville, era una sociedad guiada por un “espíritu
igualitario”. Que tan lejos o cercas nos encontramos de ese ideal, lo
podrá definir el aguantador lector.
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ Columna LA VIÑA DEL SEÑOR / Martes, 24 de Junio de 2014 11:26)
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