MÉXICO,
D.F. (apro).- Sólo 40 días y sus respectivas noches bastaron al
gobierno priista de Enrique Peña Nieto para “arreglar” el entuerto
político-financiero que la estadunidense Citigroup-Banamex destapó al
revelar que el empresario Amado Yáñez Osuna, dueño de Oceanografía, la
había defraudado con 5 mil millones de pesos.
Al pobre de Amado
Yáñez, empresario en bancarrota en el 2000 y, para el 2003, proveedor
favorito de Pemex, la infalible Procuraduría General de la República
(PGR), con su “hombre de hierro”, Jesús Murillo Karam, lo mantuvo bajo
custodia en su incómoda casa de Acapulco.
Durante esos días, el
“hombre de hierro”, el inquebrantable y astuto procurador “logró”
sustentar las pruebas que llevarían a un juez a otorgarle la orden de
aprehensión. El intelecto de Murillo Karam escudriñó, a lo largo de 40
noches, diversas causas penales y posibles delitos a imputar.
La
primera posibilidad fue acusarlo por delincuencia organizada, pues no en
balde cuando Amado Yáñez se presentó por su propio pie ante las
autoridades fue en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de
Delincuencia Organizada (SEIDO), y es que desde el 13 de febrero la
propia PGR hizo circular entre algunos medios de información “el acta”
que se abrió contra los cómplices del dueño de Oceanografía.
Efectivamente,
la primera investigación salpicaba a políticos y empresarios vinculados
con el crimen organizado, entre ellos Martín Díaz Álvarez y los
hermanos Oscar y Javier Rodríguez Borgio, dueños de 15% de las acciones
de Oceanografía a través de la empresa Energy Group México.
El
primero, sobrino de Francisco Gil Díaz –secretario de Hacienda en el
gobierno de Vicente Fox–, y el segundo, empresario gasolinero metido a
casinero, fueron acusados, según el acta
PGR/SIEDO/AC/UEIORPIFAM/74/2013, de lavado de dinero y delincuencia
organizada por andar comprando gasolina “ordeñada” a ductos de Pemex por
el crimen organizado.
Con apenas 15 días de diferencia, Citigroup
informó que Oceanografía –de la que es dueño Amado Yáñez y en la que
Martín Díaz Alvarez y los hermanos Rodríguez Borgio poseen 15% de las
acciones– había sido defraudada con 585 millones de dólares.
El
escándalo lo destapó una firma estadunidense, el anuncio se hizo en la
Unión Americana pero, unos 15 días antes, alguien ajeno a la PGR lanzó
la primera pieza del rompecabezas al revelar el acta de la PGR que
involucraba a los accionistas de Oceanografía.
La rapidez con la
que emergieron las pruebas en contra de Oceanografía y todos sus socios
provocó que el “hombre de hierro”, acompañado de Emilio Lozoya, director
de Pemex, comparecieran ante la Cámara de Diputados y ahí aceptaran que
sí, que efectivamente se estaba indagando por varios delitos a todos
los accionistas de la empresa defraudadora.
Detenido Yáñez,
desaparecidos los hermanos Rodríguez Borgio y “autoexiliado” Martín Díaz
Alvarez, la PGR lanzó su manto protector: el “hombre de hierro”, el
mismo que al hablar ante diputados parecía inhibir hasta a los más
aguerridos legisladores, Murillo Karam, pidió 40 días y 40 noches para
urdir un nuevo plan.
Y es que Amado Yáñez, retenido en su mansión
de Acapulco, Guerrero, tuvo horas suficientes para hablar de sus
negocios con el gobierno, con políticos, con panistas y por supuesto con
los priistas que de nuevo están en la jugada del poder.
Entonces,
el “hombre de hierro” se derritió y sin pudor alguno aceptó que las
“grandes pruebas” contra Amado Yáñez se circunscriben a la violación de
algunas leyes crediticias y que él no, más bien un juez, decidió imponer
al empresario una fianza de poco más de 80 millones de pesos.
Como
es sabido, el acusado puede depositar 10% de la caución y con ello
salir libre para, en el caso particular de Amado Yáñez, seguir desde
Acapulco su proceso acusatorio.
El astuto procurador hubo de
asumir las burlas ante la opinión pública y cínicamente deslindarse de
la baja fianza que fijó un juez. Él cumplió con su deber al allegarse de
pruebas acusatorias para lograr la orden de detención, y si el juez
decidió que con una fianza de 80 millones de pesos bastaba, pues eso ya
forma parte de las retorcidas leyes mexicanas.
El caso no se puede
dejar en el olvido. No se puede dar carpetazo al expediente que
prometía llevar a la gloria a Murillo Karam y, en cambio, lo ha expuesto
a la vergüenza pública, al ridículo.
Porque hablar de lavado de
dinero, delincuencia organizada, “ordeña” de ductos de Pemex, casinos,
cajas de ahorro involucradas… y terminar reduciendo los cargos a una
enclenque acusación de violación a las leyes crediticias, no puede sino
generar suspicacias.
La simplicidad con que actúa el gobierno de
Peña Nieto y el achicamiento del “hombre de hierro” en el caso
Oceanografía no pueden más que provocar dudas y llevar a pensar si algún
expresidente de México no estará involucrado en toda esta red de
complicidades. De otra manera no se explicaría uno el absurdo con que
pretende el gobierno federal cerrar este caso.
Aún faltan algunas
resoluciones de personajes involucrados en este tema, pues algunos
puntos se dirimen por medio del amparo en donde las audiencias se
retrasan y retrasan, quizá para dar tiempo a componendas políticas, a
complicidades políticas o a salidas políticas… como la de Amado Yáñez y
su pequeño fraude a la ley.
Si el “hombre de hierro” quedó
convertido en una caricatura ministerial, entonces no queda otra más que
escudriñar entre papeles, juzgados y empresarios para ver si ahí se
encuentra la punta de la madeja de Oceanografía, misma que pasó de
ferozmente panista a sumisamente priista.
Twitter: @jesusaproceso
/ 30 de mayo de 2014)
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