SAN
LUIS POTOSÍ, S.L.P. (proceso.com.mx).- El sacerdote Francisco Javier
Castillo Ríos, uno de los tres miembros de la jerarquía de la Iglesia
católica de San Luis Potosí denunciados por abusos sexuales ante la
Procuraduría de Justicia del estado, violó durante dos años a un menor
al que le decía que eso era “parte de los sacrificios que debía
aguantar” si quería también ser sacerdote.
“Que con esa boca y
esas manos tan sucias estén hablando de Dios; no puede ser. Él le hacía
unas cosas horribles a mi hijo”, fue el testimonio de la madre de José
en un reportaje del canal 7 de San Luis.
El padre Castillo conoció a José en unos retiros espirituales en el Seminario menor. El niño tenía 8 años.
Un
día, José se lastimó un pie y el sacerdote lo llevó a su casa. “Ahí lo
conocimos y empezamos una relación de amistad con él. Empezó a
visitarnos constantemente. Luego lo trasladaron al Seminario del
terremoto y nos pide que lo mandemos con él a que le ayude a las misas…
que le dejen acompañarlo para que fuera aprendiendo el sacerdocio,
porque el niño decía que de grande quería ser padre”.
Al mismo
tiempo, el sacerdote se convierte en un allegado de la familia, en su
confesor y un frecuente invitado a las reuniones. “Venía a la casa, aquí
nos confesaba, se daba cuenta de todos nuestros problemas”, describió
la madre de la víctima al Canal 7.
El niño cenaba con regularidad
con el sacerdote. Un día, a sus 12 años, despertó en la cama del padre
Castillo. “Él lo tenía penetrado. El padre abusaba de él, al parecer lo
drogaba” con alguna sustancia que le ponía en la cena sin que el menor
se percatara.
Pero esa noche, debido a que José no se había comido
todos los alimentos, despertó y se dio cuenta de lo que el sacerdote
hacía con él. Estaba aturdido, se sentía sin fuerzas, y volvió a
quedarse dormido. Por la mañana, el sacerdote se comportó como si nada
hubiera sucedido.
Días después José lo enfrentó. Castillo lo
amenazó entonces con hacerle daño a su familia, o con hacerles lo mismo a
otros niños pequeños si él no aceptaba. Después comenzó a darle dinero
para que se quedara callado y mantuvo sus amenazas para continuar
abusando del menor.
La mamá de José no se explicaba los cambios de
conducta de su hijo y un día, en el 2012, revisando su teléfono
celular, encontró varios de los mensajes del sacerdote.
“Encontré
unos mensajes de que le iba a dar un dinero; que se lo había aventado
atrás de la puerta, que lo recogiera y no me dijera nada, que era para
que no hablara, que nos iba a pasar algo, que me iba a pasar algo a mí.
Que lo iba a buscar donde fuera si se escondía; que a fuerzas se tenía
que ir con él”.
Al día siguiente, la mujer conversó con su hijo y
le preguntó por qué no le había dicho lo que le hacía el padre Castillo.
“Él empezó a llorar y llorar; no paraba. Por la tarde platico con él,
me dice:-que te va a matar, mamá; me dice que es un sacrificio que tengo
yo que hacer para ser sacerdote”.
“Le quitó todas las ilusiones a
mis hijos, me destruyó a mi familia”, señaló la mujer, quien acudió a
la Procuraduría y presentó la denuncia, que quedó asentada en el
expediente AP/PGJE/SLP/SDSCF/209/VI/2012.
Sin embargo, la madre de
José también contó que no recibió el apoyo esperado de las autoridades.
Se le impidió estar presente cuando José rindió su declaración, y luego
se dio cuenta de que había cosas escritas que su hijo no había dicho al
Ministerio Público.
“De los abogados del CAVID (Centro de
Atención a Víctima del Delito) no sentí el apoyo, ni las ganas de sacar
un caso como éste”, mientras que los psicólogos que atendieron a su hijo
lo dejaron más inestable emocionalmente, asegura.
Castillo oficia en la iglesia del Sagrado Corazón, en Ojocaliente. Tiene un amparo gracias al cual no ha sido detenido.
/31 de mayo de 2014)
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