El descubrimiento de una segunda acta de nacimiento de Hugo
Alberto Wallace Miranda, tan oficial como la primera, da un vuelco al
caso que se sigue por el presuntos secuestro y homicidio de esta
persona, cuyo cadáver sigue sin encontrarse. Ahora resulta que el
desaparecido, quien de haber sido realmente asesinado habría hecho una
llamada telefónica de ultratumba, tiene dos nombres, dos fechas de
nacimiento, dos CURP diferentes y dos lugares donde vio la luz.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Una llamada telefónica de
alguien que supuestamente estaba muerto. Una madre que afirma que su
hijo ha sido asesinado. Un cadáver que no aparece. Una muestra de ADN
que atribuyó a la víctima el sexo femenino. Y testimonios
autoinculpatorios presuntamente obtenidos bajo tortura…
Esos habían sido, sobre todo, los factores implicados en el
expediente judicial abierto por el secuestro y homicidio de Hugo Alberto
Wallace Miranda hasta que, nueve años después de que éste desapareció,
en los últimos días el caso ha dado un vuelco debido a nueva información
que pone en duda incluso su muerte.
En el momento en que se fecha el secuestro y homicidio de Hugo
Alberto, el 11 de julio de 2005, tenía otra acta de nacimiento. De
acuerdo con ese documento oficial, cuya copia certificada fue obtenida
por Proceso, su nombre es Hugo Alberto Miranda Torres y
nació el 12 de octubre de 1969 en el Distrito Federal. En 1975 la misma
persona obtuvo otra acta de nacimiento con el nombre de Hugo Alberto
Wallace Miranda.
Según los registros oficiales de la Consejería Jurídica del Gobierno
del Distrito Federal y de la Secretaría de Gobernación (Segob), la
primera acta de Hugo Alberto es auténtica y fue presentada por el
interesado para obtener la Clave Única de Registro de Población (CURP)
el 24 de febrero de 2010, es decir, casi cinco años después de su
supuesto homicidio.
El acta recién descubierta fue ingresada por la acusada Brenda
Quevedo Cruz ante el Juzgado Decimosexto de Distrito de Procesos Penales
Federales del Primer Circuito el 14 de mayo pasado, día en que se
cerraba el plazo para entregar pruebas en su defensa dentro la causa
penal 35/2006-II.
Desde el principio el caso Wallace ha sido un enigma, no despejado ni
con las confesiones de quienes se supone participaron en su secuestro y
asesinato.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1961, ya en circulación)
(proceso/ Anabel Hernández/ 31 de mayo de 2014)
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