El
Programa Nacional de Cultura Física y Deporte llegó con 18 meses de
retraso. El nuevo plan, armado por un equipo español liderado por el
argentino Jorge Valdano, arrincona a la dependencia que hasta ahora
protagonizaba la política deportiva. A partir de este mes y debido a sus
recurrentes resbalones, la Conade no tiene injerencia en la asignación
de los recursos federales.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Desde el pasado 30 de abril la Comisión Nacional de
Cultura Física y Deporte (Conade) se hizo pequeña. A partir de esa
fecha, la Secretaría de Educación Pública (SEP) coordina la política del
Estado en materia deportiva. Esto contradice lo que establece la nueva
Ley General de Cultura Física y Deporte, que otorga dicha atribución al
organismo encabezado por el exclavadista Jesús Mena.
Según el
decreto que dio vida al Programa Nacional de Cultura Física y Deporte
2014-2018 (PND), publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF)
el pasado 30 de abril, la Conade no decidirá el destino de los recursos
que la Federación asigna al deporte, sino que será la SEP la encargada
de administrarlos.
La razón es que en los últimos tres sexenios la
Conade ha transitado de escándalo en escándalo: millonarios derroches,
planes fallidos, exceso de burocracia y falta de transparencia
presupuestaria, entre otros abusos.
El decreto difundido en el DOF
indica, en su artículo segundo, que el mencionado programa “será de
observancia obligatoria para la Secretaría de Educación Pública y las
entidades paraestatales coordinadas por la misma; las demás dependencias
y entidades de la Administración Pública Federal se sujetarán a sus
disposiciones cuando dicho programa incida en el ámbito de sus
respectivas competencias”.
El artículo tercero deja en claro que
la SEP y las entidades paraestatales que coordine “elaborarán sus
respectivos programas y anteproyectos de presupuesto. Estos últimos
deberán destinar los recursos presupuestarios correspondientes para el
eficaz cumplimiento de los objetivos y metas del Plan Nacional de
Desarrollo y de dicho Programa Nacional”.
En el artículo cuarto se
precisa que la SEP, en coordinación con las secretarías de Hacienda y
de la Función Pública, “dará seguimiento a la implementación de las
acciones y al cumplimiento de los objetivos establecidos en el Programa
Nacional de Cultura Física y Deporte 2014-2018, y reportará los
resultados obtenidos con base en las metas indicadores
correspondientes”.
Además se mandata crear el Órgano de
Transversalidad del Deporte, con el que se impulsará la colaboración
tanto con dependencias públicas como con organizaciones privadas. Este
organismo tendrá, de hecho, más poder ejecutivo que la Conade, cuyo
nombre no aparece en ninguno de los cinco artículos del decreto que
entró en vigor el día de su publicación.
Diagnóstico negro
A
25 años del nacimiento de la Conade, un grupo de consultores
extranjeros encabezado por el exfutbolista y empresario argentino Jorge
Valdano fue contratado por el gobierno de Enrique Peña Nieto para
redactar el PND. Esto era tarea del director de la Conade, Jesús Mena,
pero nunca la realizó.
Con base en el documento denominado
Planeación e Instrumentación del Programa Nacional de Cultura Física y
Deporte, Valdano y los consultores presentaron a Peña Nieto el
contundente diagnóstico del deporte mexicano, que resultó determinante
para que el mandatario modificara las atribuciones de la Conade.
Entre
“las fortalezas” del deporte nacional, la evaluación pondera el derecho
a la cultura física, el sistema de competencias y el laboratorio
antidopaje certificado, entre otros. Sin embargo exhibe “las debilidades
identificadas en el sistema deportivo nacional”: mala atención en el
deporte local por la gran cantidad de municipios (2 mil 457), no existen
ligas deportivas escolares y municipales, no hay diagnósticos de
aptitud física, se carece de programas de activación física (PAF), falta
integrar a la iniciativa privada en los PAF y no existe el hábito de
practicar deportes.
El documento de la consultoría señala también
los magros resultados del deporte mexicano en el contexto internacional y
consigna que tampoco se cuenta con un censo de instalaciones deportivas
a pesar de las millonarias partidas que en los últimos ocho años
autorizó el Congreso.
“No se puede tener de manera clara y precisa
un punto de partida para conocer la situación real de la
infraestructura dedicada al deporte social en el país, además de la
inexistencia de un esquema, normas o instrucciones en torno a la
planificación, creación y operación de instalaciones deportivas”, se
lee.
El diagnóstico señala un insuficiente financiamiento público.
Indica que el programa Ponte al 100, por ejemplo, recibió en 2013 “un
total de 181 millones de pesos, que divididos entre más de 112 millones
de habitantes está por debajo de los 2 pesos por persona, lo cual
resulta insuficiente”.
Ponte al 100 es el programa de la Conade
para combatir la obesidad y el sedentarismo. Se impuso la meta de pesar y
poner a hacer ejercicio a 3 millones de personas entre el 14 de octubre
y el 31 de diciembre pasados. Más de cuatro meses después los
resultados de ese proyecto siguen sin conocerse.
En realidad, el
objetivo no se alcanzó. El 12 de diciembre de 2013 Mena dijo, en
declaraciones al periódico Reforma, que el organismo no lograría
concientizar a 3 millones de personas. Admitió que las cifras que tenía
hasta ese momento –a 19 días de que acabara el plazo– indicaban que sólo
se había llegado a un cuarto de millón de personas. Argumentó que
“fueron muy tardados” los procesos de licitación de los equipos con que
realizaron los pesajes.
El diagnóstico del equipo
hispano-argentino, cuya elaboración se le atribuye erróneamente a la
Conade y al Sinade (Sistema Nacional del Deporte), también evidencia las
debilidades de las asociaciones deportivas: “Ninguna contaba con un
plan estratégico, tampoco con manuales de organización y procedimientos,
de tal manera que la administración que ejercían era empírica.
Adicionalmente, en enero de 2013 ninguna asociación deportiva nacional
había cumplido con la comprobación de los recursos públicos que le había
otorgado la Conade en años anteriores”.
La lista de debilidades
crece con la mala formación de los responsables del sistema deportivo.
Tampoco se cuenta con un programa para los atletas de élite: “Uno de los
grandes problemas del alto rendimiento radica en que sólo se apoya a
quienes por esfuerzos personales llegan a un nivel competitivo
internacional.
Asimismo los programas que tiene la Conade no se
encuentran alineados, por lo que la eficiencia es baja. Muestra de ello
es que se apoya a todas las disciplinas por igual sin importar las
características físicas de la población mexicana, de tal manera que se
invierte en deportes en los cuales México nunca va a figurar”, se
advierte en el análisis.
Se observa igualmente que no existe la
detección, selección y desarrollo de talentos deportivos, lo que hace
que el sistema mexicano sea extremadamente débil y no haya continuidad
en los resultados. “Es por ello que en la mayoría de los deportes vemos a
un atleta que obtiene un resultado a nivel mundial, pero no hay nuevas
generaciones que ocupen su lugar al final de su ciclo.
“Adicionalmente,
eventos tan importantes como la Olimpiada Nacional, que en su fase
final reúne a más de 20 mil deportistas, no han sido aprovechados para
detectar talentos y detonar el éxito mundial”, se indica.
En este
entorno, el reporte devela la “debilidad funcional” de la Conade: “Su
propia configuración y organización interna presentan debilidades. (…)
Actualmente la estructura para atender a 35 entidades y más de 80
organismos deportivos nacionales es insuficiente”.
En manos foráneas
En
enero pasado Proceso (1942) anticipó que el alto rendimiento del
deporte nacional estaba en manos extranjeras. El semanario documentó
que, por disposición de Peña Nieto, Jorge Valdano y su consultoría,
Innovación Deportiva, encabezaban desde octubre pasado un proyecto que
preveía la construcción de 32 Centros de Alto Rendimiento en el país,
uno por cada entidad.
Asimismo se reveló que el equipo de Valdano
asesoraba a funcionarios de la Conade en el diseño de una estrategia de
élite, “la cual, supuestamente, permitirá reproducir ‘el milagro del
deporte español’”. Este vínculo entre Valdano y Peña Nieto se formalizó
por medio de la SEP y el Instituto Nacional de Administración Pública.
En
febrero pasado esta revista publicó, en su número 1945, los objetivos
planteados en el documento Planeación e Instrumentación del Programa
Nacional de Cultura Física y Deporte. Ahí ya se hacía referencia a las
“debilidades del deporte mexicano”.
Entre ellas se encuentra la
“falta de una organización estructural clara y didáctica en la que estén
perfectamente definidas las competencias de cada unidad y las
relaciones y coordinación entre ellas. Incluso la ‘ubicación física’ de
las unidades propicia esa falta de comunicación entre las áreas que la
propia Conade reconoce”.
También se mencionan “la falta de
alineación de la organización con la nueva ley del deporte”, “la falta
de manuales de organización y procedimiento, gestión por procesos y
control interno”, “el exceso de burocracia”, la nula “transparencia en
el uso de recursos” y la mala “estructura programática presupuestal”.
Ese
dictamen arrojaba otras observaciones, como la falta de herramientas
informáticas para dar seguimiento a los deportistas de alto nivel: “La
gran cantidad de disciplinas, así como de variables que se requiere
considerar para tomar mejores decisiones en el deporte de alto
rendimiento, exigen contar con un sistema de información que integre
todos los datos disponibles para convertirlos en elementos útiles para
el entrenador y el equipo multidisciplinario que trabaje con los
deportistas”.
Dicho análisis, en el que nunca intervinieron ni la
Conade ni el Sinade, desnudó la falta de una política de transversalidad
en la acción gubernamental: “Las secretarías de Educación Pública, de
Gobernación, de Desarrollo Social, el ISSSTE o el IMSS implementan
acciones deportivas que, aun siendo conocidas por la Conade, no tienen
los mecanismos de coordinación necesaria para su óptima eficacia.
Evidencia de ello son los programas de activación física (Conade: Ponte
al 100; IMSS: Chécate, Mídete, Muévete), los cuales no se aplican de
manera conjunta”, se establece en el PND.
Las amenazas que el
texto detecta contra el sistema deportivo mexicano son la desigualdad
social, la desvinculación entre el deporte y la educación física, el
bajo nivel de actividad en niños, jóvenes y adultos, así como el bajo
monto presupuestal.
Más leyes y organismos
De
acuerdo con los “Objetivos, estrategias y líneas de acción” previstos
en el PND se contempla “fortalecer el marco jurídico para favorecer la
nueva Ley General de Cultura Física y Deporte”.
Y con el objetivo
de mejorar la coordinación transversal en el gobierno federal en materia
deportiva, se ordena la creación del Órgano de la Transversalidad del
Deporte, mismo que integrará a todos los responsables de la organización
deportiva del sector público. Además se creará una comisión técnica,
coordinada por la Conade, para diseñar “productos deportivos
susceptibles de ser utilizados por las diferentes secretarías”.
El
documento Planificación e Instrumentación del Programa Nacional de
Cultura Física y Deporte, publicado en Proceso en febrero pasado,
advertía desde entonces que los consultores cuestionaron la excesiva
burocracia y opacidad del organismo.
La nueva legislación
deportiva se publicó en el DOF el 7 de junio de 2013. No obstante no
había podido operar. Primero por la falta de reglamento; después porque
hubo una modificación legal que volvió obsoleto el reglamento y hasta
hace nueve días, por la carencia del PND, que tardó 18 meses en ver la
luz.
/18 de mayo de 2014)
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