A lo largo de
mil metros, los vecinos de Capistrano transitan entre desechos contaminantes y
difuntos
CULIACÁN.- La brecha
de Capistrano es un tiradero de basura y de muertos...
El sol de la mañana
despierta el tufo tierno de la muerte en el camino que conecta a "La
Costerita". Las cruces se pierden entre la maleza sin vida en un lugar en
donde el olvido no se olvida.
Cenotafios de muerte
estéril en la tierra de los once ríos.
"Allá tiraron a
uno", cuenta una persona que hurga entre la basura, "ahí mismo lo mataron
porque estaba la sangre fresca todavía".
Una capa de polvo
cubre el recuerdo de la vida. Las cruces que subrayan la inseguridad en
Culiacán.
"Ahí tiraron a
dos", continúa el hombre que pidió el anonimato, "el sábado o domingo
en la noche tiraron a uno por aquí también... Se escucharon los
balazos...".
La cinta de
"prohibido el paso" se adhiere a los arbustos en un espacio huérfano
aún de cruz.
El cruce de personas
es esporádico. La mirada al suelo al encuentro de un vehículo.
"Es un desmadre",
lamenta el hombre, "ya no puede ni andar uno en la noche".
A 100 metros de la
brecha se encuentran las últimas casas del Fraccionamiento Las Amapas. La
distancia que los separa de la muerte y la basura.
"Aquí ya no
sólo es tiradero de basura", expresa el de la voz anónima, "es un
tiradero de muertos. Aquí están dos, tres, cuatro con este... como unos 15 en
un año. Seis en menos de 15 días", señaló.
Hedor a basura y
cuerpos de animales descompuestos hiere el olfato, y el polvo nubla la vista en
la brecha de Capistrano. El kilómetro de muerte al sur de la ciudad.
Capistrano, el
conjunto habitacional que le da el nombre a la brecha, se encuentra metros
adelante. La distancia es corta entre la vida y la muerte.
"Hace días
llegamos y vimos una patrulla allá abajo", relata una joven, "era un
muerto porque desde aquí se miraba. Nos dijo un vecino que se habían oído
balazos, que ahí lo habían matado".
Por la brecha los
balazos son constantes y el oído se educa al sonido.
"Otra
vez", recuerda la muchacha, "se escuchó como si hubieran tocado la
puerta. No es la puerta. Son balazos...".
Dicho camino que
separa un lote de terreno baldío y un monte de arbustos es propicio para la
tira de cadáveres.
"Sí, he sabido
que ahí los tiran", asiente la joven, "de hecho, llegan carros en la
noche que uno no sabe ni qué...".
(NOROESTE/ Martín
González/26-03-2014)
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