sábado, 15 de febrero de 2014

"GIAN" EL SUICIDA QUE TRASTORNÓ TIJUANA

Ya lo había intentado varias veces

TIJUANA.- Giancarlo se brincó la barda de las instalaciones de la subestación de la Comisión Federal Electricidad (CFE) en la Zona Río; su meta era subir a las torres y desde ahí quitarse la vida. 
 
Antes de las seis de la mañana, cuando empieza la mayor circulación de autos en esa parte de la ciudad, el joven de 29 años, logró entrar al inmueble cuya barda mide unos 2 metros y medio por el bulevar Paseo Centenario. 

Para llegar a la planta tenía que brincarse una malla ciclónica. Como era de complexión delgada prefirió levantarla y meterse por debajo.
Lo hizo tan aprisa que se rasgó uno de los brazos y el cuello en la parte trasera de la oreja derecha. 

Uno de los guardias de la CFE lo vio, Giancarlo corrió y escaló de inmediato a la subsestación. Llegó a la torre en dirección a la colonia Libertad. 

Eran aproximadamente las 5:40 de las mañana cuando el empleado de la paratestal reportó lo sucedido a las autoridades locales.

ENTRÓ UN LADRÓN 

El reporte inicial a la Policía Municipal era que un ladrón de cable eléctrico estaba al interior de las instalaciones. 

Atendieron la emergencia los uniformados, después solicitaron la presencia de los bomberos al describirse en dónde estaba el joven. 

Al llegar los apagafuegos, conversaron de manera breve con Giancarlo y se enteraron de su intención suicida. 

Llegó entonces una sicóloga de la Unidad Municipal de Asistencia Social (UMAS), recién creada por el Ayuntamiento. 

La profesionistas fue a tratar de evitar que el joven cumpliera su cometido. La “negociación”era a gritos que se confundían con el ruido de los motores de los autos que subían o bajaban por el puente Cuauhtémoc. 

CORTAN LA LUZ 

Alrededor de las 07:30 de la mañana, las autoridades se reunieron para determinar si apagaban o no la energía eléctrica porque estaba en riesgo la vida de “Gian”, como empezaron a llamarle. 

La Zona Río parte baja, parte de la colonia Libertad y Postal se quedarían sin luz, significaba también afectar al Hospital General y las oficinas de los gobiernos municipal y estatal. 

Unos minutos antes de las ocho de la mañana bajaron el “switch”. Giancarlo caminó entre las estructuras para moverse al otro extremo de la torre. 

Vestía pantalón de mezclila negro, cinturón de piel negro, tenis blancos y una ajustada playera de color negro con rayas blancas, manchada con la sangre que escurrió de su cuello. 

“Ha estado la sicóloga intentando convencerlo que baje (…) él pide que venga la Policía Federal, el Ejército y la prensa”, explicó Javier Bernal, paramédico de UMAS. 

Había pasado una media hora. Las autoridades cerraron el puente Cuauhtémoc a la circulación en dirección al Aeropuerto y se instaló la unidad de bomberos que tiene la escalera telescópica. 

LE LLAMAN A FAMILIARES 

“La sicóloga ha estado trabajando con él, tratando de sacarle información. No es mucho lo que él coopera en ese aspecto”, recordó Bernal. 

Hasta trataban de acercarse ofreciéndole agua o alimentos, pero se negaba el suicida. 

“En ratos él se tranquiliza, en ratos se altera”, por eso aparentaba, dijo, “haber usado alguna droga”. 

Después de varios intentos Giancarlo le dio los nombres y números de teléfonos de una mujer y un hombre. 

“Los contactó la sicóloga, informaron no querer acceder a las peticiones que él tenía”, recordó Carlos Gopar Uribe, Director del Cuerpo de Bomberos. 

Las autoridades accedieron a las peticiones del suicida. Alrededor de las 08:30 de la mañana un convoy del Ejército se aproximó y lo saludaron. Los policías que resguardaban el área, le dijeron a gritos que iban con él. 

CONCEDIÓ ENTREVISTA 

Giancarlo estaba a unos 17 metros de altura el joven. Parecía no intimidarse y desde ahí accedió a platicar con reporteros, a quienes dio su nombre y edad. 

“Soy de Michoacán, pero me deportaron de Estados Unidos hace poco, viví en Los Angeles”, contó a gritos. 

Voy a suicidarme, dijo, pero “llegaron ustedes, por eso no me he aventado”, gritó al tiempo que movía los pies para ver de frente o dar la espalda, siempre agarrandose de un grande tubo. 

En Tijuana vendía hamburguesas, explicó. Luego pidió enviarle saludos a su mamá y también se quejó de las autoridades del DIF porque le habían quitado a sus hijos Claudia y Rodrigo, a quienes pedía ver. 

En la unión americana era “burrero”. “Pasaba marihuana”, expresó mientras llegaban más policías de Tránsito para dirigir el tráfico en las vialidades aledañas. Para entonces el caos vial en la Zona del Río era grande. 

Quienes laboran en empresas cercanas sacaban sus teléfonos celulares para tomarle fotografías a Giancarlo, otros videogrababan.
Algunos curiosos decidían caminar hasta la malla metálica para conocer de cerca al hombre cuya acción se volvía “viral” en las redes sociales. 

No faltó quién ya preguntaba a esa hora en Facebook porqué no había luz en la Zona Río, en donde un familiar o amigo le exponía tal vez era por el suicida de la CFE. 

Automovilistas preguntaban qué sucedía, casi nadie les respondía. Los oficiales les pedían seguir su camino y lo mismo a quienes pretendían acercarse a las instalaciones. 

“QUE SE AVIENTE” 

“Ya aviéntate pues, no seas sacatón”, gritó con fuerza el conductor de un pick up que se detuvo en el Paseo Centenario. Giancarlo alcanzó a escucharlo y sólo se volteó. 

Llegaron observadores de la Procuraduría de los Derechos Humanos. Una abogada le preguntó ¿Por qué no te bajas?. Él respondió que no, que lo tenían rodeado. 

Pasaban de las nueve de la mañana cuando los policías alejaron a todos del edificio a petición de la sicóloga, quien reinició las negociaciones. 

“Siempre se estuvo tratando de que el evento se resolviera de la forma más favorable para él”, platicó Gopar Uribe. 

Las autoridades alejaron a los reporteros y curiosos del lugar, en donde la sicóloga volvió a platicar con “Gian”. El ambiente parecía relajarse, los curiosos empezaban a distraerse en sus pláticas. 

De repente se escuchó el ulular de una bombera. Trataba de cruzar el bulevar Paseo Centenario para atender el incendio de una vivienda en la colonia Libertad. 

“Esto es lo que ocasiona, mira, los bomberos no pueden llegar por el ‘relajo’ que hay del tráfico”, expresó un oficial. 

El reloj marcaba las 10:17 de la mañana cuando el joven inclinó sus piernas, al impulsarse en ellas soltó sus manos de los barrotes de la torre. 

Con los brazos y piernas extendidas cayó en un abrir y cerrar de ojos. Una parvada de curiosos, así como reporteros y periodistas corrieron a la barda del edificio. Paramédicos tomaban los signos vitales a Giancarlo, para luego subirlo a una camilla y trasladarlo de inmediato al Hospital General. 

Una mancha de sangre quedó marcada en donde su rostró golpeó. Había terminado la tensión para las autoridades. 

El Director de Bomberos, Carlos Gopar en conferencia de prensa en en lugar de los hechos aclaró que Giancarlo “no tenía familiares aquí en Tijuana. Y por informes del Hospital General, era la cuarta vez que él ingresaba por tratar de hacerse daño”. 

Llegó a lesionarse las manos y una vez trató de aventarse de un puente, por eso terminó con lesiones en los brazos. Además de que según las personas con quienes se comunicaron, padecía de sus facultares. 

Respecto a la lona que se usa en estos casos para “cachar” a un suicida, “el detalle es que cada vez que nosotros queríamos acercarla, él manifestaba querer aventarse, entonces no queríamos provocarlo. Siempre fue un trabajo de la mano con los sicólogos y de la manera que ellos lo solicitaran”, aclaró el funcionario. 

Al terminar de contestar preguntas, Gopar Uribe notificó la muerte de Giancarlo en el nosocomio. El nombre completo del suicida es Giancarlo Constancia Sarabia Ibasurto. 

Una hora después, en Facebook apareció un “meme” con la leyenda “Tranquilos, soy cupido”. El joven aparece de pie en la torre, con unas alas y un arco dibujados porque todo ocurrió el Día del Amor y la Amistad.

(EL MEXICANO/ Said BETANZOS /15 de Febrero 2014) 

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