Las autoridades estadunidenses detuvieron a Serafín, uno
de los integrantes más jóvenes del clan de los Zambada, Pero no queda
claro si el anhelo de justicia es el único motor en la captura, según se
desprende del texto que aquí se reproduce, cortesía de la revista
sinaloense Ríodoce, que también lo publica en su edición de este domingo
24. Un expediente de la DEA sostiene que Serafín lleva años
introduciendo droga a Estados Unidos, aunque no precisa por qué zona ni
cuál era su modus operandi.
CULIACÁN, Sin. (Proceso).- A mediados de febrero de 2012, el
Departamento de Justicia de Estados Unidos abrió una averiguación previa
contra Serafín Zambada-Ortiz, hijo de uno de los hombres más buscados
por la Oficina Antidrogas de EU (DEA), a quien acusa de tráfico de
drogas.
A diferencia de otros expedientes, en donde se revelan detalles sobre
los cargos que enfrenta un acusado, el documento 13CR3575 sólo señala
que Serafín tiene años introduciendo droga a Estados Unidos, aunque no
precisa por dónde la introducía ni cuál era su modo de operar. Tampoco
revela cómplices.
Esa averiguación previa sería el motivo principal para que una corte
federal del Distrito Sur de California emitiera una orden de arresto
contra Serafín el 27 de septiembre de 2013. Justamente durante esas
mismas fechas, la defensa del medio hermano de éste, Vicente
Zambada-Niebla, continuaba librando una batalla encarnizada con fiscales
estadunidenses, lo cual había provocado que el juez Rubén Castillo
pospusiera una y otra vez el inicio del jucio argumentando “lo delicado
de las acusaciones”. Según el Departamento de Justicia, ambos casos son
aislados y la única causa que llevó a la detención de El Sera fue
traer ante la justicia a las personas que estuvieran conspirando contra
Estados Unidos. Fuentes cercanas a la familia, sin embargo, sugieren
una cacería de brujas en contra de los Zambada.
Hasta antes del pasado miércoles por la tarde, Serafín Zambada Ortiz,
de 23 años, cruzaba la frontera con Estados Unidos como cruzar la sala
de su casa. Nada lo detenía, aun cuando fuera hijo de uno de los
narcotraficantes más buscados por la DEA, ya que, como ciudadano
estadunidense, tenía la constitución de su parte.
Todo cambió la tarde del miércoles 20. Serafín, junto con su esposa
Yamelí Torres, presentaron sus documentos al agente aduanal en la garita
de Concini, y éste al inspeccionarlos, los mandó a una segunda
revisión, para entonces introducirlos en un cuarto donde los hicieron
esperar “mientras se aclaraba todo”.
“Es un asunto de rutina”, les habría explicado el agente. Hasta
entonces no había por qué preocuparse. Serafín nació el 27 de mayo en la
ciudad de Coronado, perteneciente al condado de San Diego en
California, y tenía todo en regla; no había por qué alarmarse.
Minutos después, varios agentes de la DEA irrumpieron en el cuarto de
espera, tomaron a Serafín de los hombros, lo esposaron y le dijeron que
estaba bajo arresto por una serie de cuentas pendientes en la ciudad de
San Diego. A su esposa Yamelí le dijeron que como ella no tenía cargos
podía irse.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1934, ya en circulación)
/23 de noviembre de 2013)
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