“¿Cómo nos vamos arreglar?”, la pregunta del fin del trienio… y del sexenio
Uniformados corruptos que han evadido
las deficientes depuraciones, agreden y lanzan amenazas de muerte contra
ciudadanos. Aprovechan el fin de las administraciones municipales y
estatal, para regresar a los viejos vicios, exigen “mordidas” en
cantidades de a miles y en dólares, a cambio de no hacer falsas
acusaciones. Sus delitos son solapados por jueces municipales,mientras
la sindicaturase niega a procesar a los juzgadores cómplices
Investigaciones ZETA
Para obtener dinero adicional a su salario, uniformados de distintas
corporaciones están usando acusaciones falsas, multas sin fundamentos,
encarcelamientos injustificados, vejaciones durante traslados y
capturas, golpes y amenazas de muerte contra la víctima y su familia si
se atreven a acusarlos.
Desde 20 mil pesos hasta 5 mil o 20 dólares son los requerimientos
económicos de los Policías, aseguraron ciudadanos, quienes presentaron
sus denuncias ante las instancias oficiales y confiaron sus casos a este
semanario.
Como ejemplo, en Tijuana siete policías municipales han sido denunciados en las últimas cinco semanas, por atacar a ciudadanos.
“Tengo 25 años haciendo esto y nadie me puede correr”, presumió el
agente Jorge Cruz Luna, a la señora Vázquez la tarde del 20 de junio,
cuando la mujer de más de 50 años le reclamó por una falsa detención y
la agresión física extrema contra su marido, quien se ha sometido a ocho
operaciones de columna.
El mismo agente que al ser requerido por el Secretario de Seguridad
Pública Alberto Capella para carearse con sus presuntas víctimas,
enfrentó a su jefe con una sonrisa retadora, a pesar de que una semana
atrás, ya había estado en la oficina del secretario, esa vez, denunciado
por la gerente de Plaza Río, acusado de hostigamiento.
“Es un factor lamentable que padecen todas las instituciones en época
electoral y de transición”, reconoció Capella, “…como estamos
reinventando los temas cada 3 o 6 años, en la última etapa empiezas a
perder fuerza. Quienes no están de acuerdo contigo en el nivel de tropa o
intermedio, aprovechan para hacer su relajo.
“Y
lo hacen con dos objetivos: piensan que ya no hay el control interno y
riesgo que al inicio de las administraciones, porque el contralor
interno también es removido al final de la gestión; la otra que a río
revuelto muchos quieren aprovechar a regresar a vicios y actitudes del
pasado.
“Presumo que algunos de ellos también son provocados para querer
desestabilizar la institución en una época electoral, y otros tantos
queriendo aprovechar la coyuntura y hacerse de un recurso”.
En la policía Municipal de Tijuana 100 elementos han sido dados de
baja en lo que va del trienio, por faltas administrativas y delitos “un
10 por ciento de esos 100 han pisado la cárcel”. En la Comisión de
Desarrollo Policial están pendientes de resolver 230 expedientes y
actualmente 30 elementos que están siendo investigados fueron asignados a
puntos fijos.
Pero los uniformados municipales de Tijuana no son los únicos con
problemas, la Policía Estatal Preventiva también ha sido denunciada.
“En
lo que va de la administración estatal en la Secretaría de Seguridad
Pública del Estado se han recibido de 2007 a la fecha un total de 936
denuncias en contra de policías por diversas faltas”, un promedio de 160
al año, que van desde las menores, hasta caso de privación ilegal de
la libertad, desapariciones forzadas y homicidio.
Dos en una semana
Elementos de la policía turística de Tijuana hicieron su agosto en junio, esta semana, dos casos llegaron a ZETA en un lapso de 24 horas.
Primero los esposos Vázquez Jiménez –ex residentes de Tijuana que se
fueron a vivir a San Diego, California–, quienes el 20 de junio de 2013
fueron detenidos por los agentes Jorge Cruz Luna y Leonardo Pérez
Bautista los acusaron de estar ebrios y tener conducta inmoral en vía
pública.
Aunque el hombre estaba fuera del carro y la mujer dentro, cuando
llegaron los oficiales –frente a un terreno que querían comprar– les
preguntaron: “¿cómo nos vamos arreglar?”, mientras les decían que los
presentarían por tener relaciones carnales en el auto, acusándolos de
ser amantes, se dieron cuenta que eran esposos con 30 años juntos, pero
insistieron, los amenazaron con llevarlos frente a un juez, pero la
pareja se negó a darles dinero y pusieron sus esperanzas en el juzgador.
Se
negaron a dejar el auto y a subir a la patrulla, así que siguieron a
los policías en su carro.
En las oficinas de la zona norte de Tijuana,
fueron acusados “verbalmente” de estar borrachos –agregaron este cargo– y
de conducta indecente, el licenciado Antonio Galván Rivera escuchó los
dichos de los agentes, la versión de la pareja, no pidió a los oficiales
demostrar la acusación, ni siquiera ordenó que se le hicieran a la
pareja un examen de alcoholemia, y concluyó que debían pagar una multa
de 648 pesos cada uno. “Nosotros insistimos en que nos dijeran el por
qué”, sin éxito.
Galván les informó que ahí no había dónde pagar, así que debían ir
con los policías en la patrulla a zona Río, le pedimos al juez que no
nos mandara con esos policías pero no hizo nada”, por el temor se
resistieron a ser esposados y eso provocó más agresiones y vejaciones,
terminaron encarcelados.
Al final pagaron una multa en la que no se especificaban las infracciones y los liberaron.
Cuando denunciaron en la SSPM, obtuvieron el regreso de lo pagado e
iniciaron proceso administrativo contra los agentes. Pero en el caso del
juez, en Sindicatura, de forma irregular, se negaron a abrir expediente
y enviaron a la pareja con el coordinador de jueces calificadores
Gilberto Cota Alanís, pero no los atendió, fueron recibidos por el juez
Enrique Sánchez, quien en todo momento defendió el actuar del juez
Antonio Galván.
La pareja insistirá en sindicatura, pero se respaldaron presentando
una denuncia adicional ante la Procuraduría General de Justicia del
Estado la cual quedó registrada con la averiguación previa
5643/13/211/AP.
El segundo caso es diferente al primero, porque la víctima
-argumentan- tiene antecedentes. Los policías lo reconocieron en un
nuevo empleo, vendiendo adornos de diversas figuras y conceptos.
Uno de
los uniformados le pidió una de las figurillas de yeso y el joven le
dijo que tenía un valor de 25 dólares. El Policía se negó a pagarlos y
el vendedor rehuyó entregarle la mercancía sin previo pago.
Al finalizar el turno del vendedor ya lo esperaban Policías
Municipales, lo golpearon, lo torturaron, se lo llevaron detenido y lo
desnudaron en los separos.
Finalmente le amenazaron de muerte
advirtiéndole que ellos, los uniformados, pertenecían a una mafia contra
la que no podría. Al joven lo cargaron con un arma blanca e inició el
proceso.
Las amenazas de los policías llegaron hasta la familia que reunía
recursos para apoyar a su hijo con un abogado y preparaba denuncias
contra los municipales por su mal actuar. Pero hasta la casa del
vendedor fueron a reclamar la actitud beligerante de la familia contra
los policías.
Aunque las autoridades ya conocen esta denuncia, y de hecho el
Secretario Capella los atiende, el terror al que ha sido sometida esta
familia ha hecho que el proceso sea más lento, y que incluso piensen en
abandonar la ciudad ante el hostigamiento de los Policías Municipales.
Dan largas en la SSPE
La tercera denuncia recibida en la semana fue contra la Policía
Estatal Preventiva, por abusos cometidos en 2011. En junio se cumplieron
dos años de que la familia Chávez acusó a cuatro agentes de un
allanamiento de morada, sin que la PGJE ni el contralor interno de la
SSPE les haya dado una respuesta.
“En el colmo de la burla, el 25 de junio que Alejandro Monraz andaba
en la colonia, nos dimos cuenta que uno de los agentes que denunciamos
–Julio César Sánchez García– andaba muy tranquilo de escolta del
candidato y fuimos y lo encaramos, llegó hasta la policía municipal pero
no hicieron nada, un tipo que se presentó como jefe de escoltas del
candidato nos dijo que nos calmáramos y que él iba ver en qué punto iba
nuestro proceso.
“Nos
dijo que se llamaba Alfredo González Arenas y nos dio un número falso,
más tarde vimos una imagen del señor González y no era”, explicó
frustrada la señora Rosa Elvia Sánchez Barajas.
Esta mujer fue detenida, presentada públicamente, consignada y
liberada en la PGR por los delitos de posesión de armas de usos
exclusivo del Ejército entre el 18 y 20 de mayo de 2011.
En aquel momento conforme al parte informativo de la PEP su hijo
Samuel Hernández al huir de la policía ingresó a la casa familiar, lo
capturaron adentro armado, lo que les dio la oportunidad de hacer un
cateo. Y después llegó la señora en un auto en el que encontraron
cartuchos, mientras en el domicilio decomisaron tres estrobos y dos
sirenas.
La versión de la familia y los vecinos acreditada en la denuncia
contra los agentes es diferente. En ésta se indica que los PEP allanaron
la casa, los vecinos avisaron a la familia, primero llegaron a reclamar
la invasión los hijos gemelos de la dueña que estaban en taller
mecánico, los detuvieron y a uno “le sembraron un arma, lo torturaron y
nos pedían 25 mil dólares para liberarnos”, después llegó la señora con
un albañil y también fueron apresados.
Dos años después, Samuel Hernández aún está siendo procesado por el
arma, y la denuncia de la familia contra los agentes presentada en la
PGJE no ha avanzado, “… apenas nos llamaron a declarar entre 17 y 24 de
junio de 2013, nosotros fuimos pero no sabemos qué pasa con ellos”.
ZETA requirió la versión de la SSPE, donde informaron que en
este caso “…una vez analizadas todas las actuaciones obrantes en la
investigación, se determinó que los agentes actuaron dentro del marco
jurídico que los rige, por lo que no se acreditó que hayan incumplido
con alguna de las obligaciones previstas en el artículo 133 de la Ley de
Seguridad Pública del Estado, ordenando su archivo definitivo”,
determinación que no notificaron a los afectados.
En la SSPE reconocieron también que “… una vez iniciada la
Investigación, se agregó a la misma la recomendación 02/2012, emitida
por la Procuraduría de los Derechos Humanos y Protección Ciudadana del
Estado” donde el ombudsman exhortó restituir los daños hechos en contra
de la señora Rosa Elvia Chávez Barajas y su familia, actuación que no se
ha cumplido.
El año de Hidalgo
“En el tema de seguridad, la guerra más estresante es la de dentro y
eso se debe entender en todas las corporaciones, ¿qué hacen –los jefes
de– las otras corporaciones? ¿A poco nada más nosotros (municipales)
somos los malos? ¿Ahí con ellos no pasa nada?”, refirió Capella mientras
argumentaba que el hecho de que las otras policías en el estado no
sancionen, envía un mensaje negativo a la sociedad.
Uno
frente contra la delincuencia: “…que afortunadamente ahí va, con
excepción del tema de homicidios que nos ha crecido”.
Otro contra los
grupos de interés: “Ciertos medios sustentados por grupos ilícitos, los
pasquineros.
Los antreros que no quieren alcoholímetros, los
restauranteros de La Recta que los traemos vigilados, todo ese tipo de
intereses también se traducen en golpes a la secretaría”, y “la ofensiva
interna, la más estresante, difícil desgastante”, mayormente
protagonizada por malos elementos con muchos años en la corporación que a
pesar de sus viejos vicios han capoteado las depuraciones y “no sé cómo
han aprobado los exámenes de confianza”.
Pero aclaró que no todos los policías con más de 20 años son
corruptos. “Aprendieron a sobrevivir haciéndose de la vista gorda porque
la corrupción venía desde el secretario o los directores”.
Habló también de una nueva forma de trabajo, los 200 agentes que han
ingresado a la policía en su gestión.
“La primera generación los revolví
y al ratito ya eran la misma corrupción. La siguiente generación ya no y
les reforzamos valores constantemente. Estoy esperando otros 40
elementos que vienen dentro de un mes y esos chamacos te dan un
rendimiento maravilloso.
“Ha habido un avance substancial en general en toda la policía, ni
los botines, ni los abusos están permitidos, 500 agentes han remitido a
personas que les han ofrecido dinero, tenemos 4 renuncias por mes de
policías que se dieron cuenta que esto ya no es negocio y es muy tenso
meter la mano”.
Calcula el Secretario de Seguridad de Tijuana, que entre un 10 y un
15 por ciento de los agentes en la Municipal, tienen todavía “vicios y
excesos muy arraigados”.
Y le preocupa que con el cambio de gobierno en
diciembre próximo, la situación pueda agravarse: “puede llegar alguien a
decir ahora sí –sobarse las manos– y dar la instrucción, a regresar a
los viejos vicios.
Y muchos con singular alegría van a decir está bien,
porque tantos años de este tipo de cambios saben que quien llegue a la
cabeza va establecer el toque de cuál va a ser la conducta, y hay muchos
que están esperando esos cambios, yo estoy impactado del cobre que han
sacado muchos en este proceso.
“Aquí lo importante es que el crimen organizado no se apodere de las
instituciones y amedrenten a los órganos de control, interno”, como
antes.
Pero mientras eso sucede, cada vez son más las quejas de vejaciones de Policías sobre ciudadanos bajacalifornianos.
(SEMANARIO ZETA/ ZETA INVESTIGACIONES/ 08 de Julio 2013)
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