Ismael Bojórquez
(RIODOCE/ Ismael Bojórquez/
)
Hace algunos meses, en una conversación casera, comentábamos que
sería chingón que la gente terminara queriendo a sus gobernantes.
No
recuerdo si hicimos el ejercicio, pero si se habla de los presidentes
que ha tenido México, resulta que solo Lázaro Cárdenas, para hablar de
la época moderna, estaría entre los gobernantes recordados con cariño.
De ahí para el real, ninguno. Menos si se parte de Gustavo Díaz Ordaz
hasta el que gobierna ahora, pasando por los dos presidentes panistas,
que llegaron a Los Pinos solo para demostrar que el PAN no nació para
gobernar y que su filo opositor se perdió en los cuernos del poder.
Por el contrario, los presidentes, de Carlos Salinas de Gortari para
acá, con excepción de Vicente Fox, han tenido que buscarse una especie
de autoexilio.
Salinas de fue a Dublín, Ernesto Zedillo se ha pasado la
mayor parte de su tiempo en los Estados Unidos, como consejero de
empresas gringas y en la Universidad de Yale. Fox decidió quedarse con
martita en su rancho de Guanajuato y Felipe Calderón, más urbano, se
buscó un cubículo en Harvard.
Todos, desde Díaz Ordaz hasta Calderón, son recordados más con repudio que con cariño por los mexicanos.
Todo esto viene a cuento por la adoración que millones de
sudafricanos han expresado ante los problemas de salud de Nelson
Mandela, que lo tienen ahora al borde de la muerte.
Negros y blancos se
han volcado a las plazas y a las capillas a encender velas y a orar por
la salud del ex presidente y héroe indiscutible de la lucha contra el apartheid en su país.
Me pregunto cuántas velas serían encendidas en el Zócalo si se
supiera que cualquiera de nuestros expresidentes vivos tiene problemas
graves de salud.
Puede ser hasta chocante la comparación, dada la
estatura de Mandela, pero no debe desdeñarse el hecho de que al no
cultivar cariño con su obra, los gobernantes en México terminan
cosechando tirrias.
Igual ocurre en los estados y esto tiene que ver con la degeneración
de la política, vista ahora como una vía rápida para el enriquecimiento.
¿Qué gobernador se recuerda con cariño en Sinaloa? Ninguno, aunque
ahora se quiera hacer de algunos, desde el mismo Gobierno, próceres de
la educación, y hasta legados invaluables para la humanidad.
La actividad política se convirtió en México en una forma
relativamente fácil de hacer negocios, tal fácil que ahora ya no hay que
tener cualidades para ser un político acomodado en algún cargo, más que
el hecho de estar bien con el que tiene el poder.
Por eso vemos cómo un
diputado local como Rafael Uriarte, por ejemplo, al leer un discurso en
tribuna, en vez de decir LIX (59) Legislatura, lee “lix legislatura”.
Se supone que el señor no conocía los números romanos, lo cual no se
ocupa para controlar la industria de la masa y la tortilla en la zona
centro del estado y dos o tres minisúperes con venta de alcohol. Menos
para haber llegado al cargo que ostenta.
Igual ilustra la miseria de los políticos una supina intervención del
diputado Jesús Ramón Rojo Mancillas, que para hablar de la necesidad de
la inversión para generar empleos, cita dos o tres veces sus lecturas
del The Economist y, en el colmo de su pedantería, hace referencias, también dos o tres veces, al Dash Capital.
“No mames —dijo alguien por ahí—, el diputado Susano Moreno, que nunca ha leído más que El Debate y Política con Tambora, debe estar extasiado con la cátedra”.
Alguien me preguntaba el jueves pasado si consideraba esta la peor
legislatura. En realidad no puede hablarse de buenas o malas
legislaturas.
También, desde hace décadas, los congresos, el federal y
los estatales, han sufrido el mismo deterioro por causa de estas
distorsiones que sufrió el fin político.
Ha habido, siempre, buenos y
malos legisladores. He conocido excelentes diputados y también hombres y
mujeres que solo con su paso por una legislatura denigran el noble fin
de un verdadero legislador.
Y no parece que a Sinaloa le vaya a ir mejor en el futuro. Véase, si
no, el cuadro de competidores en los distritos y las listas
plurinominales.
Dos mujeres, una panista y una perredista, que ya fueron
diputadas y que hicieron buen trabajo, tienen un lugar seguro en la
próxima legislatura. Pero Judit del Rincón e Imelda Castro han
envejecido y no quieren mayores problemas.
Las dos fueron delegadas de
sus partidos en el municipio de Sinaloa para apoyar a Esteban López
Beltrán. Y fueron las dos primeras en abandonar la plaza cuando
empezaron las presiones del crimen organizado, dejando sola a la tropa.
Bola y cadena
ESTE DOMINGO HAY ELECCIONES para renovar las 18 alcaldías y los
cuarenta espacios que hay en el Congreso del Estado.
Y los ciudadanos
tendrán la oportunidad de hablar con su voto. No todo está perdido. En
algunos distritos y municipios es tan malo el pinto como el colorado,
pero en otros hay opciones que valen la pena poner a prueba.
No es una
fatalidad que la gente siga siendo víctima de la corrupción y de la
mediocridad. Y está en ella poner límites a esta infamia.
Sentido contrario
EL GOBIERNO ESTATAL SIGUE estirando la liga en el caso del videofrank,
pues a pesar de las sospechas que debieran provocar los dichos del
escolta sobre muchos de los funcionarios y jefes policiacos, todos
siguen trabajando “normalmente”.
Humo negro
SEA QUIEN SEA QUE TENGA a Frank Armenta Espinoza, está haciendo
cálculos políticos, pues después de filtrar el video donde el escolta
acusa al gobernador Mario López Valdez de estar coludido con el cártel
de Sinaloa, ha guardado un indescifrable silencio. Ya se verá qué pasa
después de las elecciones.
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