Sin experiencia política, sin equipo para gobernar, con el
desgaste natural de sucesivos gobiernos de izquierda, resulta una
amenaza seria el regreso del PRI a la conducción del gobierno nacional.
Si la tendencia de las decisiones de gobierno no cambia, el viento sopla
el arribo de la alternancia en la conducción política de la ciudad.
Si
los que pusieron al actual Jefe de Gobierno no lo ayudan, lo dejan caer,
lo están acorralando y cabe la posibilidad que su mejor salida sea
entregar el gobierno y no precisamente al PAN.
Con ello, la combativa y
rebuscada izquierda perredista perdería su único y poderoso bastión de
lucha política, su fuente de recursos y su generador de estructuras.
El PRI está haciendo lo que sabe hacer y lo está haciendo bien, al
final son políticos con experiencia, formados en la acción del gobierno,
en la oposición y saben operar lo que sea necesario para ganar.
Esto ya
lo vio venir Andrés Manuel López Obrador y por eso se llevó a los suyos
a consolidar una nueva alternativa política, con la que pueda ganar el
propio gobierno de la ciudad.
También está buscando su fuente de
abastecimiento fuera del D.F. y lo construye en Tabasco. Es decir, él ya
puso sus barbas a remojar.
Los levantados en la Zona Rosa y los acribillados en la colonia
Morelos, cerca de populoso barrio de Tepito, mostraron la vulnerabilidad
del Jefe de Gobierno y su equipo.
Queriendo salir al paso, se subió a
la tribuna de los medios a cargar a todos los responsables de la
seguridad y la política de la ciudad.
El resultado fue que se metió en
un trabalenguas, en un callejón sin salida, y a decir lo que nadie
esperaba: expresar enfáticamente que en la ciudad de México no hay
crimen organizado, que no existen los cárteles ni la delincuencia
organizada.
¿Y, los establecimientos obligados a vender droga, a pagar
derecho de piso y las colonias de varias delegaciones en donde la
delincuencia impone su toque de queda? O de plano no sabe qué ciudad
gobierna o piensa que la ciudadanía es ingenua.
Los encapuchados son
otros que lo traen de cabeza y no sabe cómo actuar. Ambos casos lo ponen
como un gobernante atrapado, como rehén; ya le tomaron la medida y
saben que no tiene capacidad de reacción.
Los dos problemas fueron bien manejados por los medios, bien
estructurados para el desgaste, al grado que lo obligaron a modificar su
agenda de gobierno.
Le impusieron el orden del día y lo aceptó. Si a
estas vamos, en poco tiempo será un gobernante más, de los que esperan
que termine su sexenio, para luego retirarse con más pena que gloria.
Quienes manejan la estrategia de desgaste en su contra saben que el
líder nacional de su partido le quitó la escena nacional, que el Pacto
por México lo colocó en la segunda fila de la política, que el PRD no
está con él ni en la cámara de diputados ni en la Asamblea Legislativa y
que los múltiples grupos de izquierda no lo respetan como líder
político.
Si a esto sumamos que no tiene un equipo para gobernar,
entonces el desgaste apenas empieza. En el PRI ya se escucha cantar a
los gallos y pronto se necesitará fila.
(SEMANARIO ZETA/ Cartaz ZETA/ 08 de Julio 2013)
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