Alejandro Alvarado
El trasiego de
drogas y la inseguridad por la violencia que este problema genera se han
intensificado en los últimos años. En su libro, La DEA en México, J. Jesús
Esquivel da un perfil de los agentes de esta agencia de investigación
estadounidense para entender mejor lo que está pasando. Cinco de ellos, de los
cincuenta y cuatro que operan en nuestro país, fueron entrevistados por el
periodista mexicano y le describieron cómo trabajan, qué es lo que buscan y
cuáles son sus objetivos.
No es perseguir a
los narcotraficantes para acabar con ellos, como la mayoría de gente creería,
el objetivo principal de los agentes de la DEA en México —informa el
corresponsal de la revista Proceso en Washington D. C., acreditado ante la Casa
Blanca, el Congreso Federal y el Departamento de Estado de Estados Unidos—,
para sorpresa de muchos, es “evitar que el cargamento de droga llegue a Estados
Unidos.
Lo del
desmantelamiento de las células del crimen organizado se da por añadidura, como
un complemento a su estrategia, con todas las limitantes que tiene
constitucional y legalmente en México”.
Nuestro país
supuestamente defiende la soberanía “desde un punto de vista extremadamente
nacionalista; defiende los principios y los estatutos constitucionales”; sin
embargo, permite que los agentes de la DEA los violen, por ejemplo, portando
armas en nuestro territorio, cuando “en el país está prohibido esto; incluso,
se les ha permitido ser testigos de los famosos interrogatorios hechos con
torturas a presuntos sospechosos de narcotráfico”.
Pero una cosa más
destacable es que esos agentes de la DEA “basan todas sus investigaciones en el
cohecho, en pagar dólares a informantes, a quienes no someten a pruebas para
determinar si lo que dicen es verdad, simplemente recopilan información, venga
de donde venga, para poder llegar, según sus estrategias, a infiltrar al crimen
organizado y con eso desarrollar investigaciones hasta el punto que se
establezcan, en coordinación con las autoridades de México, estrategias para
combatirlos”.
Es en el último
aspecto de su investigación donde los agentes de la DEA han chocado con pared
“por el nivel de corrupción que genera el narcotráfico en nuestro país”.
Jerarquizando los
resultados, no puede decirse que la DEA ha fracasado en el combate al narcotráfico,
dado que son pocos los agentes de la institución que trabajan en el extranjero
y, recuerda el periodista: “Fueron ellos quienes eliminaron a Pablo Escobar
Gaviria, uno de los grandes capos de la historia”.
Su intención con
este trabajo, explica Esquivel, fue contextualizar, precisamente, “ese fracaso
de Estados Unidos y el por qué los mexicanos, los latinoamericanos, estamos
pagando las consecuencias. En el caso nuestro hasta con sangre”.
Los investigadores
estadounidenses plantean estrategias, investigan y han logrado conseguir
evidencias; sin embargo, cuando le toca actuar al gobierno mexicano “se le
escapan los narcos, se pierden las drogas, las dan a destruir y no se permite
estar presente en el proceso su destrucción”. Es ahí donde ellos empiezan a
sentir esta impotencia y a frustrarse, pero no pueden hacer nada.
Opina Jesús Esquivel
que la DEA ha pecado mucho, y “pecado hasta de pendeja”. Está el caso de
Jennifer, el informante, el testigo protegido reclutado por la DEA, en el que
estos investigadores demostraron hasta qué punto son inocentes. “Su testigo los
engañó y ellos, a su vez, le pasaron al gobierno de Felipe Calderón datos
equivocados, pero como Calderón buscaba una nube de humo y evocaba esa
operación limpieza para justificar su gobierno, les hizo caso. Todo resultó un
fracaso.
Nada de esa
información era cierta, aparentemente”. Aunque el reportero nunca se ha
considerado un experto en narcotráfico, durante varios años ha trabajado en el
tema y ha viajado mucho a la frontera México-Estados Unidos y cruzado a ambos
lados, “creía entender bien lo que era la DEA”; sin embargo, hasta ahora que
preparó este libro y habló con estos cinco agentes logró “entender un poco más
el problema del narcotráfico, de la inseguridad, pero sobre todo”, enfatizó “el
fracaso del gobierno federal de Estados Unidos”.
Los agentes están
frustrados con su país “porque muchos de ellos arriesgan el pellejo en las
misiones, pese a que la Casa Blanca y el Capitolio siguen sentados en sus
laureles sin aceptar que tienen un grave problema de drogadicción”.
Y eso, obviamente,
genera que los agentes tengan que operar y trabajar más y en ese mismo ritmo se
acrecienten sus enemigos, surjan más narcotraficantes.
“Tenemos el ejemplo,
aquí, en México, donde cualquiera quiere ser Zeta o narco, porque saben que en
Estados Unidos no ha disminuido la demanda. Pero, por supuesto, si no hubiera
demanda no habría consumo, no habría problema de narcotráfico ni existiría la
DEA”.
(DOSSIER
POLITICO/ Alejandro Alvarado / Siempre/ 2013-07-09)
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