Este
martes 23, Porfirio Muñoz Ledo cumplió 80 años. En entrevista con
Proceso platica de sus inicios en la política y cómo llegó a ocupar
puestos de primer nivel en el gobierno. Cede a la nostalgia y evoca el
pasado cuando un núcleo de políticos, él incluido, creyó que era viable
la democratización del sistema y cuya vocación de ruptura con las viejas
estructuras partidistas generó un fracaso y una paradoja, pues al final
se propició justamente lo que se pretendía evitar: el triunfo del
neoliberalismo que ha devastado al país.
MÉXICO, D.F. (Proceso).-
“Nuestra generación en alguna medida fracasó en sus propósitos
fundamentales. Dejamos la historia a medias. El momento de la formación
de la Corriente Democrática y del Frente Democrático Nacional fue una
prueba de que se pueden organizar movimientos desde la sociedad. La
campaña del 88 es única en la historia del país”, sentencia Porfirio
Muñoz Ledo.
Añade: “Desgraciadamente logramos lo contrario de lo
que proponíamos: El fondo de nuestra lucha era evitar la instauración
del sistema neoliberal y fue precisamente lo que ocurrió”, argumenta a
casi 25 años de la gran ruptura en el PRI que él protagonizó junto con
Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, Rodolfo González Guevara y otro
núcleo de dirigentes.
Profesor de teoría del Estado y sistema
político, impulsor en 1952 de la revista Medio Siglo de la Facultad de
Derecho de la UNAM –que aglutinó a una generación de escritores,
políticos y artistas que van de Carlos Fuentes a Carlos Monsiváis, ambos
fallecidos–, diplomático, diputado federal, senador, dirigente de dos
partidos antagónicos (PRI y PRD), exsecretario de Trabajo y de Educación
Pública, quien pudo ser presidente de la República en 1976 y también
secretario general de las Naciones Unidas en 1981, hace un balance de su
trayectoria, “sin amarguras pero realista”, y advierte que la
transición a la democracia en México “se descarriló”.
–¿No es muy duro decir que su generación fracasó?
–Tuvo
éxitos individuales, personales, en obras completas, literarias, en
acciones políticas. Logró que el sistema político cambiara, pero eso no
quiere decir que cambió para mejor.
–¿Ni siquiera mejoró en el terreno democratizador?
–Se
quedó a medias todo. Se quedó a medias la democratización del país, se
quedó en el tintero la reforma del Estado y nadie puede decir que la
situación del país sea mejor hoy que entonces –advierte, remontándose a
sus inicios en la política, en la última parte del sexenio de Adolfo
López Mateos, “la época en que el país tuvo una gran confianza en sí
mismo”, enfatiza.
–¿Cree que la democratización puede surgir al margen de los partidos?
–Lo
que viene no es la partidocracia. Yo temería mucho, por las condiciones
de inseguridad y de violencia que hay en el país, que hubiera
movilizaciones de otra naturaleza. México debe preservar la paz civil en
la medida en que pueda todavía. Es difícil ver el futuro con optimismo,
pero hay que confiar en algo.
Entrevistado en su casa de Bosques
de las Lomas en Chapultepec, sin los ajetreos de una trayectoria
incansable, en vísperas de cumplir 80 años el próximo 23 de julio, Muñoz
Ledo no ha perdido la agudeza, la memoria casi fotográfica que lo
caracteriza, aunque él ya no se ve como un protagonista que busque una
candidatura o algún cargo en el servicio público.
–¿Cómo se ve usted en el futuro inmediato?
–Me
veo bien. El peso de los años cuenta. Reflexiono mucho sobre lo que ha
pasado. Tengo que pensar a qué voy a dedicar los años que vienen: cuidar
mi salud, concebir nuevas tareas. Dicen por ahí que mi última función
es la reforma del Distrito Federal, pero obviamente tengo pensado seguir
trabajando en lo que creo.
–¿Formaría algún grupo de reflexión o movilización ciudadana?
–Tendría
que pensar en alguna especie de fundación. Pero la tarea que tengo
pendiente (la reforma política del Distrito Federal) es abrumadora.
–¿Cuál es su posición frente a quienes consideran la transición a la democracia en México como algo culminado?
–La
transición mexicana se descarriló porque hubo una traición a los
principios democráticos que la inspiraron y porque no se pudo cambiar de
modelo. Es falso que la transición culmine con la alternancia de 2000.
Fragmento de la entrevista que se publica en la edición 1916 de la revista Proceso, actualmente en circulación.
24 de julio de 2013)
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