Agencias
Tulancingo,
Hidalgo.- Antonia Bautista Cruz está recluida en el Centro de Reinserción
Social (CERESO) de Tulancingo, tiene una sentencia de más de 32 años de prisión
por homicidio calificado. Carga una pesada cruz, el haber amado a otro hombre y
no a su marido.
Con su esposo
Margarito, con quien se juntó desde los 14 años, procreó tres hijos que son su
vida, sin embargo, dijo, jamás lo quiso.
Fue obligada a estar
con él, por los usos y costumbres de su comunidad, pues los padres siempre
buscan la estabilidad económica del marido, o incluso hay trueque, a cambio de
la novia, ganado, o tierras, menciona.
Originaria de la
zona indígena de Chiatipan del municipio Huazalingo, en la región Huasteca
Hidalguense, Antonia ha pasado casi 12 años tras las rejas. Recuerda bien que
fue un 13 de junio cuando la detuvieron a ella y a Margarito.
Él mató a quien fue
el amante de ella. Lo peor, frente a sus ojos. El dolor e impotencia la invadió
cuando su pareja, agrega, sacó el machete y en medio del campo y ante la mirada
atónita de Antonia, ultimó a Mario.
“Yo nunca quise a
Margarito, me casaron a la fuerza. Estuvimos 11 años juntos, y la verdad no era
feliz, fue cuando conocí a Mario, y él me hacía sentir muy bien, estuvimos como
un año.”
“Mi esposo nunca me
dio el trato de mujer y en Mario encontré sentirme bien; me enamoré.”
Antonia sabía muy
bien el riesgo al que se enfrentaba; que su relación fuera descubierta. Pasaron
los meses y ella se sentía una mujer completa.
“Pero mi hijo me
echó de cabeza con mi esposo y no lo negué”, dijo. Ella rompió todo el esquema
en su comunidad. Pues, cómo una mujer iba a ser infiel, y más en esa zona
donde, incluso, pudo haber encontrado la muerte.
Ya imaginaba que la
furia de Margarito no se quedaría así. El orgullo de él frente a los demás,
tenía que hacerse de manifiesto. El esposo pensó en acabar con la vida de
Mario.
“No me quejo ni me
avergüenzo, yo me declaré culpable, ya no sólo porque estuve presente y vi las
cosas, sino porque él me amenazó que si no pasaba eso, entonces acabaría igual
con mi papá”.
Dice que ser
indígena implica mucha discriminación. Pero, justamente en la cárcel fue donde
aprendió muchas cosas, sobre todo a no dejarse.
“Hay dos caminos:
estar mal o bien. La decisión es de uno, uno como interno si se quiere superar
es por algo, no si quieres valorar lo que tenías allá afuera y llegas aquí y
hay muchas cosas, por ejemplo trabajo”.
SU MATRIMONIO, SU PESADILLA
Al cuestionarle cómo
empezó todo Antonia responde:
-¿Teniendo a alguien
en casa no te trataba bien, te descuidaba?
“De hecho nunca hubo
ese cariño por parte de mi”
-¿Y entonces por qué
tuviste 3 hijos con él?
“Como te decía, allá
afuera antes escogían al marido. No sé si siga eso”.
-¿Te casaste a la fuerza?
“Aja”
-¿Y tuviste hijos
porque tenía que ser así en tu comunidad?
“Teníamos relaciones
sexuales, se podría decir, porque no era hacer el amor, porque nunca me tomó
así, yo estando de acuerdo, siempre me tomó a la fuerza, me embaracé por
fuerza, obvio yo quiero a mis hijos porque vienen de mi, pero cuando yo
encuentro al otro muchacho era diferente, porque era amor, era magia, y
entonces eso surge y pues estaba consciente y decía yo, pues estoy mal porque
tengo a mis 3 hijos y si se entera mi pareja, pues va a valer”
Pero el secreto de
ese amor prohibido, no duraría. Su hijo comentó que su mamá tenía otro hombre.
-¿Lo aceptaste?
“Le dije que sí, lo
acepté, pero yo ya no andaba con él; pues Mario hizo su vida con otra persona;
así lo decidió él; ya no había nada”.
“Margarito me dio 5
días para que buscara a quien había sido mi amante”.
-¿Para qué?
“Para matarlo”.
“Le dije, cómo se te
ocurre, tienes la mente cerrada o qué. Si lo haces, vamos a ir a dar a la
cárcel no nada más tú, sino yo también; o sea, estaba consciente. El respondió,
tú vas a hacer lo que yo diga, no lo que tú”.
-¿Te golpeó al saber
el engaño?
“Sí. Si me golpeó.
Me marcó bien feo mi cuello”.
Aún recuerda las
palabras que parecen taladrarle la mente: “Ándale, y para la otra te mato a ti
o mato a tu familia, o a uno de tus papás”.
-¿Te presionaba?
“Me decía, si no a
tus hijos te los voy a quitar y ya no los vas a ver y pues me presionó; fue un
chantaje muy feo”.
-¿Buscaste a Mario?
“No, no lo busqué.
Él regresó a la comunidad, andaba afuera”.
-¿Cómo lo mató?
“Con machete. Frente
a mí, en el campo. Íbamos caminando y entonces llegó el muchacho… y fue cuando
lo mató”.
-¿Y tú? ¿Qué
sentiste?
“Muy feo, pero qué
hacía”
“Mario ya tenía una
pareja y un bebé de dos meses de nacido. Ya no andábamos, sin embargo sí sentí
feo. Me dolió mucho verlo morir”
-¡Qué fuerte! ¿Te
expusiste a que te matara ahí mismo Margarito?
“Pensé: O me mata a
mi nada mas o nos mata a los dos”.
-¿Entonces llega
Mario, coinciden en el campo, lo mata y luego?
“Pues, empezaron a
salir muchas personas que decían que él (Mario) salía con muchas mujeres y pues
un alboroto que se hizo, y más allá que era una comunidad que no había pasado
ese tipo de cosas”.
-¿Y a ti por qué te
involucran, si tú dices que fue Margarito?
“Es lo que yo no
entiendo, supuestamente el de Derechos Humanos ayuda mucho al indígena, mas si
es mujer sus derechos debe de ser respetada, a lo mejor como dijeron ellos yo
no lo hice, pero como yo no acusé el delito entonces yo también estoy dentro”.
-¿Ocultó el cuerpo?
“Se ocultó, se
podría decir, porque estuvo 3 días sin que supieran”.
-¿Y cómo supo la
autoridad?
“Pues, la gente
murmura, cuenta y de ahí sacaron conclusiones; mi sentencia no la he visto bien
no sé bien que dice”.
EL DESAMOR…
Antonia, añade, no
se arrepiente de haber amado a otra persona, y más cuando él la hacía sentir
bien. Lo que la lastima, es que a tiempo no tomó la decisión de separarse de
Margarito.
Pese a que ella era
honesta con sus sentimientos y rompía los tabúes con “tener a otro” y más en
una comunidad indígena donde eso no se acostumbra, al menos en las mujeres,
añade.
“Yo le decía que no
lo amaba; que no lo quería”.
“Yo quiero a mis
hijos, pero a ti no te quiero, aunque hayas matado a quien hayas matado, eso no
va a cambiar nada”.
“Antes de que lo
matáramos, el me dijo que lo recibiera con amor, con besos. Pero, si no lo
sentía no haría. Eso era tan sencillo, pero no lo hice, no podía fingir que no
pasaba nada si no lo quiero”.
Antonia se casó a
los 14 años y a los 15 tuvo a su nena, que ahora tiene 18; además de otro de 16
y 11; se encuentran viviendo con los papás de Margarito, quien, por cierto, aún
purga condena.
“Estábamos en la
misma cárcel, pero era malo conmigo, me golpeaba y decía si ya tuve una prisión
afuera con él ahora aquí, entonces pedí mi cambio. Ya no lo soportaba”.
En su cambio de
penal, dice Antonia, conoció a Arnulfo, su pareja en la actualidad. Él ya está
afuera; y la visita en el Cereso de Tulancingo, cada ocho días. Es el amor de
su vida. Se siente muy contenta con él.
-¿Y no piensas
embarazarte?
“Cometí el error de
operarme, o sea cuando te harta alguien no piensas en lo que va a pasar
después, no crees que haya personas buenas. Tú crees que toda la gente es lo
mismo a tu alrededor. Como viví 11 años de maltrato psicológico, y es que con
el no era bonito, porque me tomaba donde quisiera…
Hace una pausa y las
lágrimas le caen por las mejillas, pero nuevamente retoma la fuerza suficiente
para seguir narrando.
“Hay veces que me
siento triste por mis hijos, por no ser abierta en mi mente por muchas cosas,
por no defenderme antes, pero ahora ya no, me duele pero he aprendido muchas
cosas aquí, a lo mejor Dios me dio la oportunidad encerrada”.
“Tanto tiempo que ya
pasó sin sus hijos; ya ellos me dijeron se cansaron de esperarme, pero pues no
puedo decir nada”. No acuden a verla dice y continua “Me entristece que están
creciendo y yo sin estar con ellos; por no darles el amor de madre”
-¿Tus hijos
perdonaron la infidelidad?
No hemos tocado ese
tema, bastante tienen con lo que les dice su abuelo: “la culpa es de tu mamá”
-¿Y tus papás?
“El que siempre me
visitó fue mi papá; yo crecí con mis abuelos desde que tenía 5 años, cuando yo
tenía 11 me regresé con mis padres y no estuve mucho con ellos porque a los 14
me juntaron”. Antonia es la cuarta de 9 hermanos, que pocas veces la visitan en
la cárcel.
SU READAPTACIÓN TRAS LAS REJAS
Antonia no ha
desaprovechado el tiempo en la prisión. Comenta que teje, borda, y hace muchas
manualidades con migajón. En eso invierte su tiempo y durante los días de
visita ofrece sus productos.
Ya sabía algunas
cosas, pero en el Cereso ha aprendido a perfeccionar y siempre estar inventando
curiosidades. Bolsas de rafia, peluches, cojines, pinturas, y tantas y tantas
cosas que la mantienen ocupada.
-¿Crees en el
destino. Te arrepientes de algo?
“Me arrepiento de
que pude haber evitado eso. Me pude haber ido de mi casa con mis hijos, pero no
tenía dinero, me dedicaba al hogar”.
-¿Cuando cumplas tu
condena, qué vas a hacer allá afuera?
“Quiero hacer esto
que he aprendido aquí y enseñarles a otras mujeres que están allá afuera,
porque sé que existe gente que pasa lo mismo que yo”.
Ella dice que cuando
una relación ya no funciona “hay que cortar de tajo”.
“Aunque nos
chantajeen con nuestros hijos, porque no tenemos valor de dejarnos por el
chantaje, pero también que vayan con alguna autoridad para que, pues, me
respalde, antes de que pase otra cosa”.
“Quieran o no, los
niños se dañan igual”. No hay que disimular. Mejor hablar, refiere.
“Como mujer hay que
querernos, pensar en uno misma. Los hijos crecen, se van, pero a lo mejor yo
aquí, digo, quisiera decirles a mis hijos, pues no hagan esto no hagan otro,
pero, pues, mejor me trago mis palabras”.
Antonia no pierde la
esperanza de salir de la prisión y seguir su vida, espera sin tropiezos.
“Ya no permitir
situaciones que yo sé que están mal; ya no seguir con errores. Aquí se aprenden
muchas cosas y sobre todo a valorarse”.
“Creo que hay que
ser transparentes y si caemos no rodar; sino, si caemos, levantarnos”.
(Concepción Ocádiz)
Fuente: La Policiaca
(ZOCALO/ Agencias/ 15/03/2013 - 09:20 PM)
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