Águeda Barojas Ontiveros
Los ciudadanos hemos aprendido por tristes experiencias que las promesas de
campaña que hacen los candidatos a lo largo y ancho del territorio nacional en
busca de algún cargo de elección popular, no siempre se cumplen.
Uno de los fenómenos más recurrentes no sólo en México también en otras
partes del mundo, es que una vez en el poder, los políticos no cumplen sus
promesas de campaña.
Lo que es más, en muchas ocasiones, los gobernantes aplican programas
diametralmente opuestos a los prometidos en campaña.
Prometer no empobrece, dice una
máxima que recordamos cada tres años los guaymenses.
El presidente municipal de Guaymas, Otto Claussen Iberri , como todos los
candidatos en su momento, hizo muchas promesas de campaña.
Si hacemos un ejercicio mental podemos mencionar en este espacio sólo
algunas.
Prometió mejorar la
Seguridad Pública; no ha cumplido.
Prometió un mercado de
mariscos; tampoco ha cumplido.
Prometió un cuartel de
Bomberos; tampoco ha cumplido.
Prometió un Centro de
Convenciones; no ha cumplido.
Prometió un Museo del
Mar; tampoco ha cumplido.
Prometió un mercado de
artesanías; tampoco cumplió.
Prometió un tren
turístico; y no ha cumplido.
Prometió la unidad
deportiva en Guaymas Norte; no ha cumplido
Prometió un segundo piso
en la Calzada; no ha cumplido.
Prometió un Centro
Tecnológico de Protección Civil; tampoco ha cumplido.
Y donde de plano se voló la barda fue en
la promesa de construir en Guaymas un teleférico. Pensar que hubo gente
que le creyó.
Una vez en el poder y al cuestionarle cuándo empezaba a cumplir sus
promesas de campaña tan ambiciosas, el alcalde no tuvo más remedio que recular
y decir que las iba a cumplir siempre y cuando tuviera dinero.
Cuando hizo las promesas para engatusar a los electores ya sabía la
situación financiera del municipio. Los engañó.
Y quizá haya quien diga que han transcurrido apenas cinco meses. Otros
dirán que es muy pronto y que hay que
darle tiempo.
Tienen razón, por mi parte estoy dispuesta a otorgarle un poco más de
tiempo a sabiendas que le quedan dos años en el poder.
Si, dos años porque en abril del 2015 nos abandonará para buscar otro cargo
de elección popular.
Yo si le doy más tiempo, yo si comprendo que el alcalde Otto Claussen no
tenga en estos momentos recursos económicos para cumplir sus promesas de
campaña, lo que si le cuestiono y le critico es que no haya cumplido una
promesa de campaña que no requería ni un centavo de inversión.
Quizá muchos ya lo olvidaron pero casi a finales del proceso electoral el
alcalde Otto Claussen Iberri citó a conferencia de prensa para anunciar con
bombo y platillo una promesa de campaña: Ayudar a las mujeres que viven en el
desamparo total.
Ese día dijo que mujeres priistas iba a “peinar” la zona para empadronar a
madres jefas de familia.
Su repentino y conmovedor interés por las mujeres que son madres de familia
y jefas de familia a la vez, surgió por la experiencia vivida en el seno de su
hogar.
“Yo provengo de una Jefa de Familia”, agregó el candidato, al recordar que
fue en su juventud cuando, al perder a su padre, don Enrique Claussen
Bustillos, su madre doña Alicia Iberri de Claussen se hizo cargo de la total
responsabilidad familiar.
“Desde este momento hago el compromiso de apoyar a las mujeres que se
encuentran en esta situación, y será en mi comité de campaña donde empezará a
funcionar una oficina para el registro y atención a su problemática”.
Pronto, muy pronto se le olvidó que apoyaría a mujeres desamparadas y lejos
de hacerlo mandó al desamparo y sin liquidación a muchas de ellas.
El caso más reciente ocurrió este viernes cuando mandó al desamparo a una
madre soltera de dos hijos pequeños.
El alcalde y su gobierno insensible e incongruente, despidió a una madre
soltera sólo para colocar en su cargo a un recomendado.
El trato indigno que se le dio deja mucho que desear de un hombre, ya no
digamos de un presidente, que creció en el seno de un hogar cuya madre tuvo que
sacarlos adelante.
La obligaron a aceptar una liquidación incompleta. “Es esto o demanda”, le
dijeron. Vil terrorismo psicológico.
Le fue mejor que a otras mujeres y trabajadores, hay que reconocerlo, pero no le dieron lo
justo, lo que la Ley le corresponde y no sólo eso, la mandaron al desamparo sin
ninguna justificación válida. Por lo menos ahora que la empadronen las mujeres
priistas que trae en todoooooo Guaymas en busca de mujeres desamparadas. Es lo
menos que puede hacer.
Este acto los pinta tal
cual son, mentirosos, incongruentes, falsos y misóginos. Y es que no puedes
prometer cuidar a mujeres desamparadas y mandar a la calle a quienes ya tienen
un trabajo estable solo para colocar en ese sitio a un varón cuyo único mérito
es ser priísta.
Para ellos la vida es un Carnaval….que siga la fiesta.
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/Águeda
Barojas Ontiveros/ Viernes, 08 de Febrero de 2013 21:53)
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