“El Seven” fue capturado por la ejecución de “El
Indio”
Zeta Investigaciones
Vladimir Bátiz
primero fue conocido como intérprete de narcocorridos, pero su fugaz carrera
terminó en 2010. Desde entonces nada se supo de él hasta el 14 de enero de este
año, al ser detenido y acusado de participar en la ejecución del jefe de la
plaza del narcomenudeo de la comunidad El Vizcaíno
“Con cuerno de
chivo, bazuca en la nuca, volando cabezas al que se atraviesa, somos
sanguinarios, locos bien ondeados, nos gusta matar…”, cantaba a capela Vladimir
“El Seven” Bátiz, previo a su presentación en un hotel de Ensenada, Baja
California.
El 4 de octubre de
2010, Bátiz subió al portal YouTube una decena de videos musicales, en los que
aparecía acompañado de los integrantes de agrupaciones como Los Primos, Los
Buchones y del solista El Komander.
La carrera musical
del joven cantante del género “Movimiento Alterado” empezó prácticamente en
diciembre de 2008, cuando después de dos años de haber sido ejecutado su ídolo,
Valentín “El Gallo” Elizalde en Reynosa, Tamaulipas, tomó el micrófono y salió
a cantar primero en fiestas particulares y después en bailes.
Originario de
Ensenada -su familia proviene de Culiacán, Sinaloa-, la trayectoria de Julio
Isaías Bátiz Álvarez, identificado con el nombre artístico de Vladimir “El
Seven” Bátiz, parecía ir en ascenso, pues en corto tiempo integró a su equipo
musical a un conjunto de norteño-banda que puso el nombre de Alto Riesgo.
Durante ese tiempo
tuvo la oportunidad de presentarse en bares como Papas and Beer y L’olu en
Ensenada, así como en bailes populares donde llegó a alternar con los llamados
grandes del “Movimiento Alterado”, como “El RM” y Gerardo Ortiz, por citar
algunos.
A la par, cantaba en
fiestas particulares de sicarios y narcotraficantes del Cártel de Sinaloa
-según presumía-, hasta que terminó relacionado con el crimen organizado tras
cambiar el micrófono por las armas.
La última canción de
su autoría fue “Pecheras Blindadas”, en honor a Ismael “El Mayo” Zambada, donde
hablaba del control del territorio de las narcoplazas y el asesinato de los
rivales en Ensenada y Tijuana.
Desde septiembre de
2010, nada se supo de este fugaz cantante, hasta que el 14 de enero de 2013 fue
detenido y acusado de participar en la ejecución del jefe de la plaza del
narcomenudeo de la comunidad del Vizcaíno, Juan Bautista Beltrán Beltrán “El
Indio”, bajo la causa penal 007/2013.
El ex cantante
prácticamente se había estrenado en el negocio del crimen -según confesó-
cuando una semana antes del asesinato, recibió la oferta de ejecutar al líder
del narcomenudeo de parte de un conocido que identificó con el apodo de “El
Zavala”, quien “tiene una panadería por la calle Calafia de la colonia 89 de
Ensenada, cuyo hermano se dedicaba a ejecutar gente”.
En su declaración
preparatoria, el joven de 24 años dijo atravesar por un mal momento, pues su
carrera artística se había ido a pique y había tenido que meterse a trabajar en
una maquiladora, misma que, por la crisis, recortó personal y no tuvo más
remedio que ayudar a su papá en el negocio de la venta de carros.
Sin embargo, preguntando
con algunos conocidos sobre un trabajo, “El Zavala” lo invitó a participar con
su hermano, ya que se dedicaba a “matar gente” y le adelantó que tenía en
puerta un “jale” por el cual podría ganar hasta 200 mil pesos.
De inmediato pidió
hablar con su hermano y pactaron el crimen de “El Indio”, jefe de la plaza del
narcomenudeo del Vizcaíno. Lo primero que hizo fue viajar en camión hasta el
poblado de Guerrero Negro acompañado de su prima Melissa Bátiz, quien radica en
Tijuana.
El presunto sicario
relató en su declaración que ambos se hospedaron en el hotel del cual “no
conocía el nombre, porque desconocía la ciudad”. Ahí le fue entregada una
camioneta color verde, tipo Jeep Cherokee, a bordo de la cual se trasladó en
varias ocasiones al Vizcaíno para ir conociendo el terreno y ubicar a la
víctima, a quien en un par de ocasiones visitó con el pretexto de comprarle una
camioneta pick-up que tenía en venta, y así ubicarlo físicamente.
De hecho comentó que
en el poblado El Vizcaíno se hospedó durante una noche, en un hotel donde tuvo
un encuentro con ‘El Zavala’ y varias gentes más que le dijeron, tenían que
“aventarse el ‘jale’ rápidamente, porque se estaba retrasando mucho y podían
calentar el terreno”.
Según describió, la
tarde del crimen salió de Guerrero Negro a El Vizcaíno, y en un hotel
localizado a la salida del pueblo ya era esperado por varias gentes en el
cuarto número 7, donde conoció a otra
persona que participaría en el crimen.
De acuerdo con su
declaración, ahí recibió una pistola cromada calibre 38 Colt Commander, con la
imagen de un caballito en las cachas y el cargador abastecido. Su cómplice
obtuvo un rifle de asalto AK-47.
Terminada la
entrega, “El Zavala” y su hermano se fueron acompañados de dos mujeres para
ubicar a “El Indio”. Después de dos horas encerrados en el hotel, recibieron
una llamada de parte de ellos, donde les avisaron que la víctima se encontraba
dentro del negocio denominado Servicio Eléctrico Amador, localizado sobre la
carretera a Bahía Tortugas.
La camioneta verde
fue cambiada por un vehículo negro con placas americanas, en el cual salieron
del hotel y, después de dar varias vueltas, se estacionaron frente al negocio.
Sin embargo, Bátiz no se bajó del vehículo porque iba pasando una patrulla de
la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de
Mulegé. Transcurridos cinco minutos, entró al establecimiento.
El crimen
En el expediente,
bajo la causa penal 007/2013, el propietario del local y sobrino del
narcomenudista, Ángel Eduardo Amador Beltrán, expuso que estando acompañado de
su familiar “El Indio” y su hermano menor, de 11 años, y de un supuesto cliente
que identificó como “El JR”, observó que llegó un vehículo de color negro, de
donde descendió una persona de cuerpo atlético, cara redonda, cabello corto.
Vestía suéter, guantes y un pantalón de mezclilla, quien al ver a su tío,
pretendió ponerse un pasamontañas y sacar una pistola que traía fajada en la
cintura.
“De inmediato le
dije a mi hermano menor, ‘métete al baño’, y mi tío se abalanza sobre él,
intentando desarmarlo, pero no se deja, por lo que el cliente agarra un CPU de
computadora y golpea en la cabeza al de la pistola en varias ocasiones, y
enseguida lo toma por el cuello, mientras mi familiar lo golpea y lo aruña,
tratando de desarmarlo; siendo entonces que caen al piso forcejeando, y cuando
están ahí, ingresa el chofer de la camioneta, armado con un rifle y lanza un
disparo al aire, grita ‘¡hey!’, por lo que mi cliente suelta al sujeto y yo
corro a esconderme en el baño”, refiere Amador en su declaración.
El del rifle hizo
entonces cuatro disparos más, pegando uno en el pecho, y colocando el cañón en
la cabeza de la víctima, detonó de nuevo el arma para después correr y desde el
vehículo disparar en varias ocasiones hacia el local, para evitar que pudieran
ser perseguidos.
En la escena del
crimen -según dictamen de peritos de la Procuraduría General de Justicia del
Estado-, “El Indio” estaba “en posición decúbito ventral, con una mancha
emética en el piso dentro del local, y el cual presentaba un balazo en la
cabeza y otro en el pecho, y dentro del negocio, se encontraron cinco cartuchos
percutidos”.
Posteriormente los
criminales se fueron hacia la carretera principal, y de ahí a la salida al sur,
muy cerca de una gasolinera donde “El Seven” había dejado en el monte la
camioneta de color verde. Desde ese punto los involucrados tomaron rumbos
distintos; el plan era huir de inmediato hacia Ensenada.
Cuando el ex
cantante salía del Vizcaíno, en el trayecto comenzó a cambiarse la ropa que fue
tirando por el camino. Llevó consigo la pistola que le había gustado y planeaba
quedarse con ella.
No obstante,
faltando 20 kilómetros para llegar a Guerrero Negro, observó a lo lejos una torreta,
por lo que, para no meterse en problemas, tiró el arma por la ventanilla del
copiloto y entonces se dio cuenta que el vehículo que se aproximaba era una
ambulancia.
Pero el ex cantante
viajaba a exceso de velocidad, lo que llamó la atención de una patrulla de la
Policía Federal Preventiva que enseguida lo siguió hasta detenerlo.
Los agentes
federales se dieron cuenta que Bátiz “sangraba de la cabeza, traía una cortada
en la ceja izquierda y rasguños en la mejilla derecha”. Por radio ya habían
sido informados previamente que uno de los sicarios tenía golpes en la cabeza y
en la cara, y viajaba a bordo de una camioneta oscura tipo Cherokee. Al ser
cuestionado, el sicario finalmente aceptó haber participado en el crimen.
De esta manera, el
ex cantante fue detenido y entregado a la Policía Ministerial del Estado, y
sometido a un arraigo en el Centro de Ejecución y de Medidas Cautelares de la
Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE). Treinta días después, es
decir, el 14 de febrero, finalmente fue consignado y recluido en el Centro de
Reinserción Social (CERESO) de Santa Rosalía, quedando a disposición del Juez
Mixto de Primera Instancia del Partido Judicial de Mulegé.
Entre las
pertenencias de Bátiz, la Policía Federal Preventiva encontró dos
identificaciones con dos nombres diferentes, pero con la misma fotografía. La
primera pertenecía al de nombre Juan
Isaías Bátiz Álvarez, y la segunda, a Vladimir Bátiz Elizalde, ambas con
domicilio en Calle Argenta sin número, Fraccionamiento Privada Bosques de Los
Olivos, en Ensenada.
En estos días la
PGJE comparte información con las entidades de Baja California y Nayarit, a fin
de recabar más datos sobre Vladimir “El Seven” Bátiz.
Al cierre de esta
edición, la PGJE de Nayarit había
confirmado una detención del ex cantante el 18 de marzo de 2009, por el delito
de variación y ocultación de nombre. Tenía apenas 20 años de edad.
Según un parte
informativo, “El Seven” tenía dos identificaciones en su poder con la misma
fotografía y dos nombres diferentes, cuando fue detenido en un retén policiaco
en Tepic, Nayarit. La primera a nombre de Vladimir Bátiz Elizalde, expedida por
el Instituto Superior de Informativa y Computación de Nayarit, y la segunda a
nombre de Juan Isaías Bátiz Álvarez.
Del cómplice no se
sabe nada, porque el detenido se negó hablar y el único rastro que se encontró
fue la camioneta de color negro, completamente calcinada, a escasos 300 metros
de la carretera federal, sobre el camino vecinal que conduce al Ejido Guillermo
Prieto.
El otro asesinato
Apenas se había
conocido la detención del “Seven” Bátiz, cuando la PGJE logró la captura, el 18
de febrero, de Agustín González Ramos “El Guty”, autor material del crimen de
Fidel Eduardo Verdugo Collins “El Morro”, ex jefe de la plaza del poblado de
Los Barriles, Baja California Sur.
Después de seis
meses de persecución, los agentes investigadores lograron atraparlo en
colaboración con la PGJE del Estado de Durango, cuando el 11 de febrero
tuvieron conocimiento de que se había refugiado en Ciudad Constitución.
El asesino había
huido de Los Barriles tras lograr escabullirse de dos operativos implementados
para su captura en noviembre de 2012, y tras ser alertado, logró evadir la
acción de la justicia y desaparecer de esa comunidad turística.
A principios de
enero, el sicario del Cártel de “La Oficina” fue ubicado en el domicilio de sus
padres, en el número 529 de las calles de Jesús Castro Agúndez, entre Plutarco
Elías Calles y Héroes de Independencia, Colonia 4 de Marzo en Ciudad
Constitución.
Pese a tener orden
de aprehensión librada en su contra por el Juez Primero de Primera Instancia
del Ramo Penal de La Paz, los investigadores del caso señalan que fue
encubierto por sus familiares, principalmente por su madre, Ramona Ramos
Cisneros; su padre, Tobías González Martínez; y su hermanastra, María Griselda
Viera Ramos.
Los tres dijeron no
saber nada del criminal, cuando agentes de la Policía Ministerial del Estado
fueron a preguntar a su casa, pero en un rastreo de llamadas y mensajes
elaborado por la PGJE del Estado de Durango, se descubrió que el delincuente
tenía constante comunicación desde su celular (624-177-7745) con el de sus
padres y su hermanastra.
Las llamadas fueron
interceptadas desde la antena de Telcel de la colonia Pueblo Nuevo, la cual
envía señal a las colonias 4 de Marzo, Ampliación 4 de Marzo, Pioneros, Los
Pinos y Ricardo “El Chato” Covarrubias.
Los agentes de la
PGJE detuvieron al asesino de “El Morro” cuando desde su teléfono envió un
mensaje a su padre, avisándole que había cambiado de escondite y se encontraba
entre el monte cercano a una bodega de Maseca. Pidió que le llevaran agua,
cobijas, cerillos, una chamarra y cena.
Con la información
en mano, la PGJE inició un operativo para detener al escurridizo sicario a
bordo de seis unidades vehiculares, siendo detenido a las dos de la mañana,
entre matorrales, e inmediatamente trasladado a La Paz.
El criminal quedó a
disposición del juez de la causa, acusado de homicidio calificado con
premeditación y alevosía en agravio del narcomenudista Fidel Eduardo Verdugo
Collins.
Con la detención de
Agustín González Ramos, el crimen de “El Morro” prácticamente quedó resuelto,
pues en el transcurso de seis meses se logró la detención del resto de sus
cómplices, quienes participaron en el levantón, ejecución e incineración de su
víctima, el 31 de agosto de 2012.
El resto de los
detenidos que ya están en el CERESO de La Paz, responden a los nombres de José
Luis Cabrera “El Chupa”; Jonathan Albañez Angulo “El Bobi”; Julio César Rochín
Logan “El Logan”, y Miguel Ángel Collins Piñuelas “El Chopita”.
(SEMANARIO ZETA/ZETA Investigaciones/ febrero 25,
2013)
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