Mermadas, sin el control de las principales ciudades y
con nulo espíritu de colaboración, las fuerzas federales en Zacatecas muestran
su vulnerabilidad y, peor, son acusadas de actuar contra los civiles. Pese al
cambio de año y de gobierno, el Cártel del Golfo y Los Zetas se dan el lujo de
confrontarse como si estuvieran solos e incluso levantan a soldados o intimidan
a los marinos..
Redacción/ Reportaje Especial
ZACATECAS, Zac.
(Proceso).- En la víspera del Año Nuevo, la ciudad de Fresnillo, aquejada por
una ola de violencia, sufrió varios bloqueos de calles con vehículos
arrebatados a los civiles o tomados “en préstamo” de la central de autobuses y
la dirección municipal de Protección Civil.
Ningún grupo de la
delincuencia organizada se atribuyó estos actos. Fueron efectivos de la Marina,
con base temporal en Fresnillo, quienes imitaron los “narcobloqueos” que la
delincuencia organizada ha realizado en distintas ciudades de Tamaulipas, Nuevo
León, San Luis Potosí, Michoacán, Jalisco, Coahuila y Zacatecas.
También ellos
agredieron a los civiles para “protegerse”. Obligaron a los propietarios y
conductores de 24 vehículos a apearse y con los automotores cerraron la
circulación al poniente de Fresnillo durante más de 12 horas, de las 20:30
horas del 31 de diciembre hasta las 9:30 del 1 de enero, afectando varios
puntos y cruceros el bulevar Paseo del Mineral (es decir, la carretera federal
45 México-Ciudad Juárez, que atraviesa toda la ciudad), la avenida Prolongación
Manuel M. Ponce y las calles Loma Larga, Camelias y Toma de Zacatecas, entre
otras.
Los marinos
volvieron a montar estas barricadas a las 20:00 horas del martes 1 y las
levantaron al amanecer. Y al mediodía del miércoles 2 volvieron a bloquear las
calles, aunque más discretamente.
Esa fue su reacción
ante los informes de personal del Ejército y de la Secretaría de Seguridad
Pública del estado sobre una supuesta movilización de decenas de pistoleros de
Los Zetas para rescatar a 18 sospechosos detenidos en una casa de seguridad el
mediodía del 31 de diciembre, en la colonia Francisco Villa. Los mantenían
arraigados en el gimnasio Solidaridad, donde el pelotón de marinos tiene su
cuartel temporal.
El ataque masivo de
Los Zetas no llegó, pero confirmó la nula confianza y la ausencia de
colaboración entre las fuerzas federales desplegadas en la ciudad. A kilómetro
y medio del gimnasio Solidaridad, sobre la carretera Fresnillo-Enrique Estrada,
está la comandancia de la Policía Federal Preventiva división Caminos, y a
cuatro kilómetros, la base militar con 600 soldados del 97 batallón de
infantería, cuyas instalaciones inauguró el pasado 8 de septiembre el entonces
secretario de la Defensa, Guillermo Galván.
–¿Por qué los
marinos no pidieron apoyo a la base militar? –pregunta Proceso a un oficial del
Ejército.
–Bueno, cada quien
trabaja por su lado –responde, a condición de que no se publique su nombre–.
Ellos a veces piden apoyo al Ejército en Fresnillo para montar un cordón de
seguridad al efectuar un operativo concreto y acudimos a resguardar los
alrededores, pero no intervenimos con ellos porque todas sus operaciones son
encubiertas. No nos informan nada, ni nosotros a ellos.
–Los bloqueos que
realizaron los marinos son insólitos. ¿Cómo interpretan ustedes esa acción?
–Bueno, los
delincuentes, los narcotraficantes, montan bloqueos, pero nosotros los
militares montamos barricadas y eso no es algo nuevo.
Las acciones de la
Marina en estos operativos de protección se realizaron tras una infranqueable
barrera de silencio.
Desconfianza
Desde el primer mes
de gobierno de Enrique Peña Nieto, Zacatecas padece una nueva ola de violencia.
Tan sólo en Fresnillo, los últimos ocho días de 2012 fueron de batalla para los
pistoleros del Cártel del Golfo y de Los Zetas.
Ya desde el 1 de
diciembre, mientras Peña tomaba posesión como presidente en la Ciudad de
México, en Zacatecas un grupo de sicarios del Cártel del Golfo ejecutó a plena
luz del día y con armas largas a cinco presuntos zetas; los maniataron y
fusilaron en solares urbanos del ejido La Escondida, muy cerca de la delegación
local de la Procuraduría General de la República.
Se desató así una
sucesión de ejecuciones y enfrentamientos entre grupos criminales y de éstos
contra la Marina, el Ejército y la Policía Federal, y en todo el estado se han
encontrado cadáveres de hombres y de mujeres con señales de que fueron
ejecutados, por lo que las autoridades y algunos medios de comunicación asumen,
sin pruebas, que estaban involucrados en el narco.
Según cálculos
extraoficiales, entre el 1 de diciembre y el 2 de enero alrededor de 80
personas han muerto violentamente en la entidad, incluyendo a dos soldados.
Todo esto sin contar los levantones y desapariciones forzadas de al menos otros
20 civiles y cuatro militares.
Familiares de las
víctimas reportan la desaparición de sus familiares por teléfono a los medios
de comunicación o al sistema de emergencias 066, pero lo hacen en forma anónima
y no formalizan su denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado
por desconfianza. La Marina, el Ejército y la Policía Federal han sido acusados
públicamente de la desaparición de algunos detenidos.
Dos reporteros de
Fresnillo comentan que de la información que han recabado se desprende que la
violencia se recrudeció cuando llegaron a Zacatecas pistoleros de los
Caballeros Templarios, supuestamente para apoyar al Cártel del Golfo en su
pugna contra Los Zetas.
Uno de ellos relata
que el 15 de diciembre, al pasar por Estación San José –una población ubicada
cinco kilómetros al oriente de Fresnillo–, una patrulla de la Policía Federal
Preventiva división Caminos fue atacada por pistoleros, que en tres camionetas
“corretearon a los policías federales hasta su base, en la salida a Zacatecas,
y todavía afuera de sus instalaciones les siguieron disparando”.
El 31 de diciembre
los marinos localizaron a los agresores de los federales en una casa de
seguridad del mismo poblado. Detuvieron ahí a 12 menores y seis adultos. Esos
son los 18 presuntos zetas a quienes los popeyes tenían encerrados en su
cuartel temporal. La zozobra de los efectivos de la Marina es comprensible: de
más de 300 que llegaron a Fresnillo, sólo quedan unos 25; el resto fue
trasladado a otras localidades.
Otro periodista
local conoce una versión sobre el levantón contra los cuatro soldados que la
comandancia del Ejército reconoce como desaparecidos: “Aquí se sabe que esos
soldados acudieron dos veces, cuando se encontraban francos (en su día de
descanso), a la zona de tolerancia a embriagarse y tener servicio de las
prostitutas sin pagarles. La tercera ocasión que volvieron al lugar ya los
estaban esperando Los Zetas y los levantaron. Siguen desaparecidos.
“No hay control ni
de los militares ni de la Policía Federal, y los únicos que están haciendo la
chamba son los de la Marina, por eso hicieron los bloqueos, aunque la verdad sí
expusieron a los civiles, porque saben que no tienen apoyo.”
Atrapados en la guerra
En la mañana del 9
de diciembre aparecieron en puentes viales y peatonales de la capital
zacatecana y del municipio conurbado de Guadalupe, igual que en otras 12
poblaciones, grandes carteles en que el Cártel del Golfo pedía apoyo a la
población “en la guerra contra los Z”.
En las superficies
plastificadas, los narcos aseguraban: “Existen cientos de hombres zacatecanos
que están luchando para que el estado vuelva a ser un pueblo mágico”. Y
seguían:
“Al pueblo
zacatecano gracias por el apoyo que nos han brindado a lo largo de esta lucha
contra nuestros enemigos los Z. Queremos que el apoyo siga pues la lucha no ha
terminado. Repetimos, la guerra está lejos de acabarse pero estamos dispuestos
a luchar el tiempo que sea necesario”. Al final, el obligado o irónico: “Feliz
Navidad”.
Y la Navidad fue
todo, menos feliz. Entre el 24 y el 27 de diciembre murieron al menos 24
personas en hechos que las autoridades vincularon con la disputa entre los
cárteles.
Entre los muertos
figuran una hermana y dos sobrinos de Arturo Zubia Fernández, presidente
municipal de Camargo, Chihuahua. Fueron secuestrados en Fresnillo por un
comando armado y murieron al accidentarse el vehículo en que eran transportados
por sus captores a una casa de seguridad.
Dos hombres armados
interceptaron el vehículo de la familia, que se dirigía a Camargo, lo abordaron
y lo condujeron hacia el norte, por la autopista a Río Grande, se supone que a
una casa de seguridad. Aproximadamente a 24 kilómetros de Fresnillo, el exceso
de velocidad provocó que el auto se estrellara contra la tolva de un tráiler.
Con el impacto
murieron Yolanda Zubia Fernández, hermana del alcalde de Camargo, y sus hijos
Brenda y Luis Alfredo, de 34 y 14 años respectivamente. Quedó gravemente
lesionado el padre de la familia, José Pedro Ordaz Porras, de 60. También
perecieron los dos presuntos plagiarios, de entre 23 y 25 años.
Y la mañana del 26
de diciembre la procuraduría estatal informó que se localizaron siete cadáveres
–cinco mujeres y dos hombres– junto a cuatro camionetas baleadas, en un camino
vecinal del Campo Menonita 3, en el municipio de Miguel Auza.
El jueves 27 de
diciembre en un pozo ubicado al poniente de la comunidad de Sauceda de la
Borda, al poniente de la ciudad de Guadalupe, la policía ministerial localizó
los cadáveres de tres jóvenes, ejecutados, flotando sobre el agua.
Y el martes 2 de
enero, 12 presuntos delincuentes murieron tras enfrentarse contra militares,
con armas de grueso calibre en el municipio de Sombrerete. En este ataque también
perecieron dos soldados.
Habitantes de las
ciudades, pueblos y rancherías de los municipios de Fresnillo, Loreto, Jerez,
Guadalupe, Saín Alto, Río Grande, Ojocaliente, Pánfilo Natera, Valparaíso,
Sombrerete, Miguel Auza, Pinos, Nieves, Calera, Villa de Cos, Valparaíso y
Zacatecas experimentan cotidianamente el horror en forma de tableteo de fusiles
AK-47 y AR-15, disparos de pistolas y detonaciones de granadas de
fragmentación.
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