En su ópera prima Hasta los dientes, el
cineasta Alberto Arnaut Estrada reconstruye la irrupción de una partida de
militares al campus central del Tec de Monterrey hace ocho años –el 19 de marzo
de 2010– que culminó con la ejecución de dos estudiantes. En esa ocasión, dice,
las autoridades del instituto se mostraron frías, omisas y timoratas. El
realizador está convencido de que a los directivos del Tec les preocupa más
cuidar su imagen que pedir justicia, como ocurrió también en el caso de los
cinco estudiantes que murieron en el campus Ciudad de México durante el sismo
del 19 de septiembre último.
MONTERREY, NL. (Proceso).- El
documental Hasta los dientes, dirigido por Alberto Arnaut Estrada, recuerda el
homicidio de Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo,
alumnos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
(ITESM), perpetrado la madrugada del 19 de marzo de 2010 en el interior del
campus regiomontano.
Además de exigir justicia por
ese crimen, la cinta lanza un duro reproche a las autoridades del Tec porque,
se advierte en ella, no sólo permitieron que las víctimas fueran tratadas como
delincuentes, sino sobre todo porque se mostraron débiles en el reclamo ante
las autoridades por el brutal ataque a los muchachos y la intromisión violenta
y arbitraria a sus instalaciones.
La película, que forma parte
del Festival Ambulante que recorre México, contiene entrevistas con los
familiares de Mercado Alonso y Arredondo Verdugo, quienes fueron confundidos
con pistoleros y acribillados a quemarropa. Sus rostros quedaron molidos por
los culatazos propinados por los militares, que arrastraron sus cuerpos, les
colocaron armas e intentaron hacerlos pasar por agresores.
Los deudos de los alumnos de
posgrado del Tec llevan ocho años clamando justicia. En la cinta sostienen que
los directivos universitarios no ejercieron presión ante las autoridades y
prácticamente los abandonaron.
Rosa Elvia Alonso, madre de
Jorge Antonio, se muestra indignada por la negligencia de los directivos del
ITESM ante el homicidio de los muchachos. Hoy, dice, sólo tiene el apoyo de los
alumnos de la Asamblea Tec.
Para el documentalista Arnaut
Estrada, la escuela se preocupa más por proteger su imagen, como se vio durante
el sismo del 19 de septiembre de 2017 en su campus de la Ciudad de México,
donde murieron cinco estudiantes a causa de los puentes superpuestos en sus
instalaciones.
Sentencia: “Lo que yo
interpreto con esto es que el Tecnológico de Monterrey está mucho más
interesado por el dinero que por el bienestar de sus estudiantes”.
SIN RESPALDO
De una hora 45 minutos de
duración, el documental fue presentado el 19 de marzo en la Cineteca de Nuevo
León. Además de las entrevistas con familiares y directivos del Tec, incluye
testimonios de periodistas que estuvieron en el área de la balacera en la que
fueron asesinados los estudiantes.
En la narración se observa
cuando el vocero de la institución se comunica a un noticiero local para decir
al aire que durante el tiroteo del 19 de marzo de 2010 nadie de la comunidad
estudiantil había sido afectado.
Sin embargo, horas después,
cuando fueron identificados los cuerpos de Mercado Alonso y Arredondo Verdugo,
las autoridades estatales tuvieron que admitir que los muertos eran estudiantes
del Tec.
“La película (Hasta los
dientes) se llama así porque, en un primer momento, lo que dijeron las
autoridades es que se trataba de sicarios armados hasta los dientes”, dice
Arnaut Estrada al corresponsal.
E insiste: Los directivos del
ITESM “fueron fríos, omisos y timoratos; demoraron más de un día en aclarar la
acusación que se hacía de los muchachos; además, nunca presionaron a las
autoridades para obtener la verdad sobre los dos homicidios que hasta ahora es
escamoteada”.
Y añade: “Desde mi
perspectiva, el Tecnológico de Monterrey fue muy insensible ante la situación.
Soy un convencido de que tenían elementos suficientes para saber que los
fallecidos en sus instalaciones no eran sicarios, sino estudiantes. Esto lo
digo por las comunicaciones que hubo al interior del Tec entre los guardias de
seguridad, pues el que estaba en esa caseta informó en el primer momento que se
trataba de estudiantes”.
El documental tiene
información de primera mano, como las grabaciones de las cámaras de seguridad y
testimonios de estudiantes que referían en redes sociales que los muertos eran
compañeros suyos, pese a lo cual la Dirección del Tec tardó más de un día en
reconocer públicamente a los jóvenes como integrantes de la comunidad
universitaria.
En la cinta se afirma: “Ni
siquiera fueron ellos los que notificaron a las familias, pues ellas
identificaron los cuerpos, cuando el Tec les pudo haber informado desde el
primer momento. Eso se me hizo una actitud muy insensible de parte del Tec, y
casi rayó en la complicidad con el Ejército.
“(Pero) lo que se me hace aún
más grave es que el Tecnológico de Monterrey no haya hecho nada (en estos ocho
años) por contribuir a limpiar los nombres de Jorge y Javier, o haya hecho muy
poco.”
Reconoce que “sí se han
realizado algunos eventos, pero en lo que no han ayudado es a contar la verdad
y ayudar a las familias en el proceso de buscar justicia”.
Con todo, en su material
fílmico Arnaut no condena al Tec; más bien reproduce las denuncias de los
padres de los estudiantes asesinados, que ponen en evidencia una pobre política
del instituto y muestran que su prioridad es mantener limpia su imagen.
Esta tendencia, dice, se
observa en la manera en que manejaron el accidente mortal que hubo en su campus
en la Ciudad de México, tras el evento conocido como 19S.
“Veo muchas similitudes entre
las reacciones del Tec en el caso de Jorge y Javier y en la reacción que
tuvieron en el Tec de la Ciudad de México durante el temblor, donde fallecieron
cinco muchachos. Ahí había una serie de estructuras mal construidas. Lo que ha
dicho el Tec de Monterrey es que los puentes tenían ménsulas muy cortas y por
eso no se sostuvieron. Pero esas ménsulas no se construyeron solas; fueron
responsabilidad del Tec”, refiere el documentalista.
DOS HISTORIAS SIMILARES
Como en el caso de los
asesinatos de hace ocho años en el campus central, en el de la Ciudad de México
hubo una demora inexplicable para notificar de la tragedia a los familiares.
“Al igual que con Jorge y
Javier las autoridades tardaron muchas horas en darle información a los
familiares de los alumnos afectados. El padre de Juan Carlos (uno de los
fallecidos durante el temblor) narró que estuvo buscando a su hijo cerca de 12
horas porque no le contestaba… Diez horas antes, el Tec había sacado su cadáver
de las instalaciones y no les había dado la información”, dice el realizador.
En las dos tragedias –la de
2010 y la de 2017– hay también una similitud en el manejo mediático. Si bien en
ambas hubo homenajes luctuosos, develación de placas, dice, también se
evidenció una falta de interés por demandar verdad y justicia.
De 31 años y con una maestría
en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, Arnaut resume: “Desde
mi punto de vista, el Tec ha actuado de manera facciosa, viendo por sus
intereses y no por el de sus estudiantes y comunidad. Sus autoridades han preferido
ocultar la verdad a los padres de familia en ambos casos, en vez de reconocer
que dentro de sus instalaciones sus estudiantes no están seguros”.
Confía en que los directivos
del Tec vean su documental, pues su intención, explica, no es denostar a la
universidad, sino mover a sus dirigentes a la reflexión sobre los errores que
han cometido en el manejo de los dos casos.
Arnaut opina que si la
institución se hubiera aliado a las familias desde un principio, el proceso
judicial habría arrojado mejores resultados en la búsqueda de justicia, pues el
Tec “no es una universidad más, tiene mucho poder económico, si se considera
quiénes son sus patrocinadores”.
E insiste: “No me queda duda.
Si el Tecnológico quisiera apoyar a las familias, quizás este caso –el doble
asesinato del 19 de marzo de 2010– ya se habría resuelto. Pero hay que decir
que la prensa enfatizó que las víctimas eran dos muchachos foráneos; eso marcó
la diferencia. Además, pertenecían a clases no privilegiadas y eso influye en
que las autoridades no les pongan tanta atención”.
En la entrevista incluida en
el documental Hasta los dientes, en medio de los reclamos los padres de Jorge
Antonio Mercado Alonso comentan que Rafael Rangel Sostmann, el rector del
sistema Tec cuando su hijo fue asesinado, fue quien “les ayudó hasta donde
pudo” para presionar a las autoridades.
Dice Rosa Elvia: “Él estaba a
punto de jubilarse. Luego escribió un libro en el que dedicó un capítulo a los
dos muchachos, pero tras la jubilación de Rangel Sostmann la ayuda
institucional cesó”.
Relata que cuando recibieron
el libro que el exdirectivo les hizo llegar, ella y su esposo fueron a que se
los autografiara. Dice que Rangel salió a su encuentro para evitar que hicieran
fila y se disculpó por no avanzar más en la dignificación de los nombres de
Jorge y Javier.
“Nos dijo: ‘Yo tengo un
compromiso muy grande con ustedes, pero no pude haber hecho más porque no me
alcanzó (el tiempo)’. Nosotros sabemos que él solo no podía con el sistema.”
En 2016 se inició el juicio contra
los responsables de las muertes de los dos estudiantes. Los familiares no saben
cuándo concluirá.
MASACRE EN PANTALLA GRANDE
Hasta los dientes fue
producida por Erick García Corona. Se trata de un documental escalofriante que
reconstruye los angustiosos minutos de aquel viernes 19 de marzo de 2010 cuando
los jóvenes fueron ultimados a tiros.
La cinta no incluye las
imágenes de los soldados que dispararon –según asienta la recomendación 45/2010
emitida el 12 de agosto de 2010 por la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos–, puesto que los soldados se llevaron las grabaciones.
Sin embargo, sí se observa
cuando éstos ingresan al campus central del Tec por las avenidas Luis Elizondo
y Garza Sada y la forma en que someten a un guardia de la entrada, a quien le
ordenan refugiarse en el baño. Las imágenes más perturbadoras son las de la
cámara que grabó esas imágenes en las cuales se ve cómo un cañón de fusil entra
y sale en repetidas ocasiones de la parte baja del cuadro.
La toma sugiere que es en ese
momento cuando un soldado golpea con la culata el rostro de uno de los jóvenes.
El análisis forense señaló que los dos presentaban disparos efectuados a menos
de un metro de distancia, así como contusiones en la cara provocadas
presumiblemente por un rifle.
Al final de la película, el
director exhibe una leyenda inquietante: tres de los seis soldados involucrados
en el hecho violento se encuentran encarcelados en espera de sentencia, y se
presume que otros dos se aliaron al crimen organizado, mientras que el otro
está desaparecido.
Este texto se publicó el 25 de marzo de 2018 en la
edición 2160 de la revista Proceso.
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/LUCIANO CAMPOS GARZA/ 31
MARZO, 2018)
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