El gesto es por lo menos
insólito. El 15 de junio, al cumplirse un mes del asesinato del periodista
Javier Valdez, la embajada de los Estados Unidos en México le brindó un
homenaje al colocar en su perfil de Facebook una de sus fotografías sobre la
bandera norteamericana.
Roberta Jacobson es la
embajadora y asumió el cargo en mayo de 2016 por indicaciones de Barack Obama,
pero fue ratificada en el cargo apenas el 9 de mayo pasado, ya bajo la
administración de Donald Trump. Según su hoja profesional, Jacobson fue clave
en el restablecimiento de las relaciones de su país con Cuba, pues presidió las
primeras dos rondas de conversaciones con el gobierno de la isla. Y es
inquieta, por lo que se ve, porque, además, es colaboradora del diario La Jornada.
Parecen preocuparle mucho los
problemas que vivimos los periodistas en México. Por lo menos eso denota el
artículo “El silencio ensordecedor”, que escribió el 3 de mayo (Día
internacional de la libertad de prensa), donde habla de la existencia de “zonas
de silencio” en varias regiones del país, producto de las agresiones a
periodistas y cómo se van expandiendo en la medida en que ocurren nuevos
crímenes.
Se refiere a la impunidad que
impera en los casos de asesinatos de periodistas, donde solo el 0.25 por ciento
se castigan con una sentencia.
“Y envalentonados con este
grado de impunidad, los criminales y los agresores sienten que pueden continuar
silenciando a periodistas… Es decir, la impunidad empodera a la censura,
expande el silencio”.
La embajadora termina su
texto con una proclama que pudo haber escrito el más radical de los periodistas
de este país:
“Hay que alzar la voz, decir
´ya basta´, salirnos (¿salirnos?) de este sopor con el que a veces nos
encogemos de hombros. Hay que hacerlo aun cuando resulte inconveniente o
pesado. De lo contrario el silencio será ensordecedor”.
Jacobson había expresado su
condena por el asesinato de Javier el mismo día en que lo mataron, a través de
un tuit. Tres días después, durante una visita oficial a México, el secretario
de estado de los Estados Unidos, RexTillerson, fue más tibio, pues solo lamentó
y ofreció sus condolencias, pero adelantó que “es, de nueva cuenta, otra
trágica pérdida entre los periodistas pero también muchos otros como resultado
de la violencia relacionada al narcotráfico”.
Me han preguntado qué pienso
de estas reacciones y no puedo dejar de agradecerlas, igual que muchas que se
han expresado en distintas partes del país y del mundo. Pero en el caso de los
norteamericanos, hay que decir, además que ellos, sobre todo su gobierno, son
parte del problema que enfrentamos los mexicanos con la expansión del
narcotráfico y la violencia que genera, ahora también contra periodistas.
¿Es un crimen de alto
impacto, como el de Javier Valdez, un buen pretexto de nuestros vecinos para
seguir jodiendo a México? En momentos en que se renegocia la relación comercial
con ellos, no puede dejar de generar suspicacias tanta “sensibilidad” de los
funcionarios norteamericanos. No hay que olvidar que, en el marco de esta
renegociación, se ha sacado a colación el tema de la Iniciativa Mérida, con la
advertencia de que podría retirar a México el apoyo para el combate al
narcotráfico. Y aunque no son muchos los recursos que aporta —son absolutamente
prescindibles según ha dicho el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio
Chong—, el acuerdo es significativo en términos de la cooperación entre ambos
países.
Ver la imagen de Javier
Valdez incrustada en la bandera de los Estados Unidos es conmovedor y se
agradece el gesto, pero los mexicanos esperaríamos que los dos países, bajo una
nueva voluntad, diseñaran estrategias conjuntas para combatir el narcotráfico acá
y la drogadicción allá. Y el lavado de las ganancias incluido. Aquí y allá. Los
mexicanos, como decía Javier, no merecemos este infierno.
BOLA Y CADENA
El JUEVES PASADO SE CUMPLIÓ un mes del asesinato de Javier Valdez y todavía no se
tiene una pista clara sobre los autores materiales e intelectuales del hecho.
Nada que permita siquiera esbozar con certeza una teoría del crimen. Esa es, al
menos la sensación que nos queda a los que hemos estado en contacto con las
fiscalías que investigan el caso. Pero además, contrario a lo que hemos estado
esperando, la Feadle ofreció la semana pasada recompensas por información que
permita dar con los asesinos de por lo menos seis periodistas, entre ellos
Javier Valdez. ¿No debiera la fiscalía ser más prudente? ¿De verdad no tienen
pistas claras sobre el crimen del fundador de Ríodoce?
SENTIDO CONTRARIO
HICIMOS LA CONVOCATORIA CON LA convicción de que era nuestro deber. Como periodistas
hemos asumido siempre, en otras trincheras y desde Ríodoce, un compromiso con
la sociedad. Porque así entendemos el
periodismo o porque así queremos entenderlo. Y la gente respondió. El jueves,
al cumplirse un mes, cientos de mujeres y hombres tomaron las calles de las
principales ciudades de Sinaloa para exigir justicia en el crimen de Javier
Valdez. Y en el de los abogados acribillados. Y en el de los médicos y los
maestros, y familiares de desaparecidos, y los niños y las mujeres inocentes y
los cientos y cientos que han sido asesinados desde que empezó este gobierno
que no parece tener rumbo. Fue entregado al gobierno un pliego de peticiones y
recibimos el compromiso de que sería respondido. Y contaremos los días hasta
que se haga. Tenemos a quiénes rendirles cuentas. Nosotros sí.
HUMO NEGRO
JORGE ZEPEDA PATTERSON TIENE RAZÓN: cuando Andrés Manuel López Obrador parece que tiene
todo de su lado, es experto en darse un martillazo en el pie. ¿Y así cómo,
pues?
(RIODOCE / COLUMNA “ALTARES Y SÓTANOS”
DE ISMAEL BOJÓRQUEZ/ 19 JUNIO, 2017)
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