lunes, 19 de junio de 2017

CULIACÁN, UNA CIUDAD PERDIDA


Si ahora me decidiera a escribir una novela, este sería el nombre, y al anunciarla, algunos, por lo regular los que no leen, dirían: Leónidas nos inventa un tema más del narco, así como muchos otros han opinado de las obras de Javier: Miss Narco, Los morros del Narco, Narcoperiodismo, Con una granada en la boca, pero insisto, esos son los que no leen, porque para empezar en estos asuntos nada es inventado. Los que hemos vivido en las últimas tres o quizás más décadas, en esta ciudad o cualquier otra de Sinaloa, saben perfectamente que no miento, y que al abordar el tema, los que sí leen saben que no se trata únicamente del narco, se trata más bien de nuestra sociedad.

Javier Valdez Cárdenas confirmó con su actividad periodística, la calidad de persona que fue, y como escritor extender esa calidad humana que le caracterizó, y en cuanto a su alcance literario, ahí están sus obras que hablan de su estilo que impuso a sus relatos y fueran interpretados por lectores de todos los niveles; para iniciar con una muestra de su claridad, cito la nota que los editores del sello AGUILAR de Santillana Ediciones incluyó como “Nota de los Editores” en el libro Miss Narco, pag. 271 de noviembre del 2009:

“Mientras trabajábamos con los últimos detalles de la edición de este libro, pocas horas antes de mandarlo a imprenta, recibimos este correo electrónico de Javier Valdez Cárdenas que demuestra, una vez más, la dura realidad que vivimos, y particularmente de quienes trabajan en el ámbito periodístico.

Asunto: Estoy completo. Enviado el jueves 10/09/2009 05:25 p.m.

“Hola amigos editores, tal vez no se enteraron —porque siempre andan en chinga, metidos en textos, papeles, pantallas y teclados, procreando y pariendo libros— pero les informo que en Ríodoce, el periódico semanal de Culiacán en el que también trabajo, sufrió un atentado: la madrugada del lunes nos aventaron una granada de fragmentación a la planta baja, que solo provocó daños materiales. Yo estoy bien, igual que todos mis compañeros; completito, sin rasguños, fracturas ni acné. Vivo y pisteando, peleando, tecleando y soñando. Hubiera querido avisarles antes de que se enteraran por los medios, pero no pude, pero me di cuenta que no sabían porque creo que me hubieran llamado para preguntarme si todavía latían mis muñecas, mis huellas, mi sol. Un abrazo… les llamé por teléfono hoy jueves pero no tuve suerte. Sale pues, salud”.

Javier V.

Intentando aclarar, pregunté a Wikipedia: ¿Qué es literatura?, y esto contestó: “Es un nombre femenino que aborda: la narrativa, el cuento, la novela, la nota periodística e incluso el lirismo”.

Que sea un nombre feminista me gusta, las mujeres suelen ser más sinceras, además, la forma de decir y el sonido de la voz me atrae por lo sensual. Conociendo a Javier, no me resultaría extraño saber que abordó el tema de Miss Narco, atraído por algo de aquello, pero sin duda, por lo dramático que ha sido ver y darnos cuenta cómo es que las mujeres han entrado a ese mundo.

Durante mucho tiempo la mujer había estado, salvo raras excepciones, al margen; habían permanecido, en apariencia, sumisas, calladas; su intervención se supeditaba en aconsejar extremar precauciones, agregar rezos y bendiciones.

Pero el fenómeno del narco se expandió como una hidra maligna, había enraizado controlada, esto fue cuando aún éramos pocos (1960), tiempos nostálgicos cuándo todavía formábamos una aldea donde todo mundo se conocía,  pero la población creció, y llegaron otros de lugares lejanos trayendo consigo otras sustancias que reforzaron y ampliaron la oferta del veneno.

A medida que fue creciendo la población, los tentáculos también se extendieron para abarcar mayor poder. La fuerza económica se impuso para doblegar voluntades que intentaban sostener un mundo de paz controlada, pero la hidra se atomizó y sus células se desconocieron y las fricciones provocaron la violencia.

En ese mundo de ficción y glamur, apareció ella: La mujer, no pudo escapar a la seducción del dinero y el poder; había permanecido dócil, disfrutando de la benevolencia del varón. Pero la ambición abrió la débil coraza, y pronto se dio cuenta que su belleza era un elemento poderoso que podía imponerse, abrirse ante la hostilidad. Que de ser seducidas, podían seducir, que de ser obligadas, podían obligar e imponer condiciones ante razones y sin razones.

Por esto, no me extraña que en el mismo Prólogo de Mis Narco se afirme: “Una mujer al frente de un grupo de sicarios dirige una emboscada contra un convoy de agentes de la Dirección General de Reclusiones. Una bellísima narca ordena que “levanten” a un mesero y lo “encajuelen”. Una madre de familia junta los pedazos, uñas, pellejos y coágulos a los que fue reducido su hijo de 15 años. No. No son escenas de una película de acción que estará próximamente en cartelera mundial. Se trata de notas periodísticas que aderezan al narco nuestro de cada día, notas en las que el papel femenino cobra cada vez mayor fuerza y presencia”.

“Narcomenudistas, consumidoras, baleadas, sicarias, golpeadas, amenazadas, hijas de papi, periodistas, cocineras, reinas de belleza, madres estoicas, policías, secuestradas, maestras, managers deportivas, activistas, sobrinas… son personajes de este universo en el que Javier Valdez Cárdenas engloba al gigantesco mundo de la mujer en el narcotráfico”.

Todo esto y más, pero mucho más, nos dejó Javier en sus periódicos (Ríodoce y la Jornada), sus libros, conferencias, entrevistas y las consabidas charlas de café y cantina. Sin duda, un hombre al que hemos de intentar conocer más, y la única forma de hacerlo es leyendo sus obras, libros que nos dan luz sobre este fenómeno que es producto de una sociedad que al crecer en número, nos  hemos desvalorizado y debilitado aceptando la corrupción, la traición y la mentira.

leonidasalfarobedolla.com


(RIODOCE/ LEONIDAS ALFARO/ 19 JUNIO, 2017)

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