Dibujo: Archivo
Federico Benítez López y
Alfredo de la Torre Márquez dirigieron la Policía Municipal en Tijuana. Los dos
con gobiernos panistas. Uno fue asesinado a fines de abril, año del 94. Otro
terminando febrero de 2000.
Federico manejaba su
pick-up-patrulla y era de noche. Tres hombres en dos vehículos le alcanzaron y
dispararon. Primero su escolta Ramón Alarid fue alcanzado por un par de balazos
mortales. Benítez recibió siete. Entró en agonía. Más o menos a 10 minutos
después, socorristas cruzrojeños lo atendieron. Lograron mantenerlo vivo. Pero
falleció enseguida de entrar al quirófano.
Utilizando la clásica frase,
Federico “murió en el cumplimiento del deber”. Estaba en su oficina y recibió
inesperado alerta: Poderosa bomba estallaría en el sofisticado taller “Matrix
Aeronautic”. Terroristas o no. Falsa alarma o no, debía actuar. No era novedad.
Antes escuchó muchos avisos como ése, pero ninguno como en tal fecha: Lo
transmitió el Gobernador del Estado, Licenciado Ernesto Ruffo Appel. Y éste
recibió la amenaza telefónica desde el Distrito Federal y hasta Mexicali. Le
llamó el Licenciado Miguel Montes, Fiscal Especial del caso Colosio.
No hay hasta el momento una
explicación lógica sobre eso. Nunca fue advertido a un funcionario federal
sobre posible estallido a tres mil kilómetros de distancia. Tampoco por qué el
señor Montes no avisó a su inmediato superior. Pero sí al Gobernador en
Mexicali… a 200 kilómetros del sitio amenazado. Si el fiscal especial “se
brincó las trancas”, debió hablar con el Alcalde en Tijuana o el jefe Benítez.
No le eran desconocidos. Recién estuvo con ellos iniciando la investigación
sobre el crimen del candidato presidencial. Sigue siendo rara esa triangulación
de alerta México-Mexicali-Tijuana. Nunca se investigó quién pudo prevenir al
señor Montes sobre el bombazo. Ni el Gobernador Ruffo preguntó. Tampoco después
averiguó. Y en las mismas Benítez.
Han pasado ocho años y otros
tantos meses del asesinato. Y solo esa serie de hechos encadenados: Benítez
atendió el llamado del Gobernador. Comprobó la falsedad de la amenaza. Abandonó
“Matrix Aeronautic” y camino a su oficina vino la tragedia. La deducción es
simple: Obligaron a Benítez salir de su oficina para matarlo. El aviso desde el
Distrito Federal surtió efectos utilizando al Fiscal Montes y al Gobernador
Ruffo.
Federico fue nombrado
director policíaco sin tener experiencia. Por eso en la corporación era el
“tírenle al blanco” con burlas y pullas. Cuando hablaba por radio lo
pitorreaban desde lo recóndito. Los reproches tenían razón agregada: Benítez
logró confiscar droga como nadie en ese puesto. Hasta participaba personalmente
en las confiscaciones. Además era bien sabido. Fue de los pocos jefes que
rechazó tratos con la mafia. Pero con todo y eso no reculó. Algo por espíritu
panista y mucho por ayudar al Presidente Municipal Héctor Osuna Jaime, tercero
consecutivo desde cuando en 1989 el PAN ganó las elecciones. Ahora es Senador
de la República.
Alfredo de la Torre vivía
como y de la Policía desde cuando tenía 17 años. Por eso sabía quiénes eran
“mañosos” en la Federal, Estatal y Municipal. Convivió con ellos. Recibió
muchos nombramientos. Uno, Director de la Penitenciaría “La Mesa”. Ahí,
obligadamente trató directa o indirectamente con el narcotráfico. Supo manejar
la situación a su manera hasta el relevo. Pero en 1997 sorprendió: Era agente
estatal. Luego de un sospechoso ataque mafioso evidente sabido y no
neutralizado fue cambiado inmediatamente de Tijuana a Mexicali. El movimiento
tuvo dos lecturas: Fue una decisión del Procurador José Luis Anaya Bautista
para justificar su torpeza en ese suceso, o zafó de una posible investigación a
De la Torre. Indudablemente y por experiencia, estaba enterado de los detalles.
En los cambios y recambios
llegó a la Dirección de Seguridad Pública Municipal. Tiempo después, el río
empezó a sonar llevando el rumor: “Sirve a los Arellano”. “Es compadre de
Ismael ‘El Mayel’ Higuera”. A De la Torre no le mortificaban sus compañeros,
como a Benítez. Ni tampoco le torpedeaban en la radio interior. Fue más grave.
Algunos de los supuestamente fieles policías lo espiaron. Conocieron su ir y
venir. La mafia utilizó a uniformados y lo mataron. La mañana del domingo 27 de
febrero salió solo de su casa. Acostumbraba ir en plan de revisión a la
oficina. Desayunaba en Sanborn’s y regresaba a su residencia por la familia
para ir a misa. Como cada domingo, ordenó descanso a su escolta. Subió a la
Suburban. Igual que a Benítez, dos vehículos le siguieron. Se emparejaron y le
atinaron 57 de por lo menos 100 disparos con AK-47, “cuerno de chivo” y Uzi.
Cuando llegaron los paramédicos ya estaba muerto.
Mientras no se demuestre lo
contrario, el narcotráfico ejecutó a Federico y De la Torre. Las evidencias no
desmentidas hasta el momento: A uno por no amafiarse y a otro por ser amigo de
los “carteleros”.
Ernesto Ruffo Appel era
Gobernador cuando asesinaron a Benítez. Por tercera persona y
circunstancialmente, supo el nombre de Rodolfo García Gaxiola “El Chipilón”
como autor. Pero no pudo concretarlo. Era un joven, en esos tiempos Comandante
de la Policía Judicial Federal en Hermosillo. Siempre se dijo que de esa Ciudad
a Tijuana viajó solamente para ejecutar a Benítez. Y se dio como válido el
motivo: Federico rechazó una oferta para permitir narcotráfico. Después del
crimen aceptó una entrevista con ZETA en Ciudad Obregón y lo negó. Pasaron años
y fue ejecutado de carro a carro en un alto de semáforo.
El 2 de mayo del 94, ZETA
publicó un extenso artículo. Lo escribieron Héctor Javier González y Adela
Navarro. Revelaron hartos detalles. Si hoy lo lee un buen policía, tiene
pistas. Pero los hechos del pasado son claros. Hubo miedo y desapego. Como se
dice, “falta de voluntad política”. No puede alegarse oposición. Los panistas
estaban acostumbrados a enfrentarla. Eran tercos con el gobierno contrario. Y
si les regateaban justicia, la buscaban hasta fuera del país.
Ruffo tenía datos claves y no
se utilizaron. A los comités municipal, estatal y nacional panistas ni
cosquillas. En lugar de aclarar se abrazaron al acertijo y al conformismo.
Luego pelearon más una regiduría y no por aclarar el crimen. Les interesó la
autoindemnización. Se encorajinaron con los trastupijes propios y ajenos en el
Congreso. Hicieron gran escándalo cuando fueron eliminados de la nómina o las
candidaturas. Total, le echaron paladas a la justicia y se treparon en lo
convenenciero. En los gobiernos priistas era costumbre “tapar” los crímenes
porque había otros poderosos políticos relacionados. Los panistas se volvieron
desentendidos ante el narcotráfico.
Los gobiernos de Acción
Nacional impusieron el nombre de Benítez a un bulevar. Como si fuera para
exculpar su pecado de omisión. A De la Torre lo menospreciaron. Ni siquiera
bautizaron con su nombre un callejón. Fue secreto a voces: Nada más por no
navegar bajo la bandera de Acción Nacional.
El caso de Alfredo se enredó
en la suciedad del narcotráfico. Nadie ha desmentido la versión sobre la
detención de sus presuntos matones: La mafia de “El Mayo” Zambada los capturó y
entregó al Gobierno Sustituto, con la gravedad de revolver entre ellos a
inocentes. Por cierto, ya estuvieran libres. Pero no tienen billetes para
contratar a un abogado habilidoso. Y por otro lado, sigue en pie la referencia
no confirmada oficialmente: Policías bajo las órdenes de Alfredo siguen
prófugos tras participar en el asesinato. Hay una mezcolanza de versiones y
también de actitudes convenencieras del Gobierno panista.
Parecido al caso de Benítez,
en el de Alfredo hay demasiadas pistas como para encontrar la solución. Pero lo
mismo se puede llamarle miedo, incapacidad o falta de voluntad política. Lo
real es: Cuatro gobernadores, otros tantos alcaldes, más procuradores y
directores de la Policía Judicial, no han podido aclarar estos crímenes. Se
trata de dos personas que fueron llamadas a colaborar con administraciones
pretendientes del cambio social. Ya sabemos el comportamiento de cada uno. Pero
es inhumano y desilusionante cómo los panistas se olvidaron de quienes les
sirvieron. No hay pretexto, como en tiempos de Ruffo, sobre un Gobierno federal
contrario. Ahora también allí gobierna Acción Nacional. Pero…
Escrito tomado de la colección
“Dobleplana” y publicado por última vez el 6 de diciembre de 2002; propiedad de
Jesús Blancornelas.
(SEMANARIO ZETA/ Dobleplana/ Jesús Blancornelas/ Lunes, 8 Mayo, 2017 12:00
PM)
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