La ecuación sobre la
seguridad no está saliendo en México. El Presidente Enrique Peña Nieto admitió
ante los gobernadores que hay varias zonas del País donde los índices de
violencia regresaron a tiempos pasados -los años de la guerra al narcotráfico
del Presidente Felipe Calderón-, reconociendo un fracaso en la lucha contra los
criminales, por lo que el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong,
se puede colegir, corrió a la radio el jueves para hacer neutralizar toda
crítica al ser el destinatario principal de la autocrítica presidencial. Le
fue, como siempre, muy bien, porque no lo cuestionaron y pudo transmitir el
mensaje para la masa: está en la primera línea, para lo que se ofrezca. Sin
embargo, en donde la propaganda no tiene impacto ni son tan condescendientes,
el sentir es diferente: México no está haciendo bien su trabajo en materia de
seguridad y es tiempo de hacer algo al respecto.
En Washington ya pegaron
manotazos, por medio de los secretarios más afines al gobierno mexicano, Rex Tillerson,
de Estado, y John Kelly, de Seguridad Interna. Con las finas formas que
disfrazan la mano dura, anunció que convocaron a representantes del Gobierno
mexicano a Washington el 18 de mayo para hablar sobre temas de seguridad y
establecer una agenda común para combatir al crimen organizado. Eufemismos
aparte, quieren decirle a México a detalle lo que desean que haga por ellos. El
plan lo esbozó Kelly al anunciar el ajuste general a la estrategia de seguridad
en América Central, en donde México, es la idea, mejore su trabajo y establezca
una frontera hermética con Guatemala para frenar la inmigración indocumentada y
a los criminales.
El Gobierno mexicano, dice
Kelly, ha mejorado su seguridad fronteriza, pero es insuficiente. Tiene que
fortalecerla y servir para lo que quieren en Washington, un buffer state, una
línea que contenga todo lo que toque la puerta del Suchiate, y no a 160
kilómetros dentro de territorio mexicano, que es lo que ha hecho el Gobierno
mexicano regalando superficie a los criminales, al establecer ahí los controles
militares en lo que hoy en día, para efectos de seguridad, es la frontera sur
de México con el resto del mundo. El plan de Kelly ajusta la Alianza para la
Prosperidad impulsada por el Presidente Barack Obama en octubre del año pasado,
que inyectó 750 millones de dólares en Centroamérica para impulsar proyectos
que impulsen el desarrollo económico y lleven a la construcción de un estado de
Derecho que combata al crimen organizado.
Ahí está la obsesión del
Presidente Donald Trump, particularmente la Mara Salvatrucha, subproducto de la
intervención de Estados Unidos en la guerra civil en El Salvador de los 80’s,
que nació en Los Ángeles para defenderse de las pandillas mexicanas en aquella
ciudad. Trump dijo durante un mitin en Harrisburg el sábado pasado al celebrar
los primeros 100 días de su Gobierno, que esa pandilla salvadoreña ya se
encuentra en Long Island, Nueva York, donde creció. Días antes, el Procurador
Jeff Sessions visitó Long Island y dijo que la MS, como llaman a los maras,
“representan una de las mayores amenazas a la seguridad de los
estadounidenses”. No hay que equivocarse. No son los cárteles de la droga
mexicanos quienes más les quitan el sueño en la Casa Blanca, sino esta pandilla
que se metió en lo que fue la casa del infante Trump.
“Lo que vamos a ver es un
mayor involucramiento directo entre los gobiernos centroamericanos y el
mexicano, y un esfuerzo más intenso por integrar el lado económico con el lado
de la seguridad”, dijo William Brownfield, Subsecretario de Estado para Asuntos
Internacionales Judiciales y Narcotráfico, en una entrevista con la agencia
Reuters. “Vamos a ver que esta estrategia, que ya ha sido desarrollada, sea
empujada más fuerte y agresivamente en este año y después”. Sus palabras suenan
muy fuertes. Quien tiene que hacer ese trabajo es México, de acuerdo a los
lineamientos que les den en Washington. La estrategia no es mexicana, es
estadounidense, pero Peña Nieto tiene que seguirla.
Esto no es nuevo. La hoja de
ruta la dejó muy clara el General Kelly durante sus audiencias en el Senado en
enero, durante el proceso de su reconfirmación como Secretario de Seguridad
Interior, y que ha sido su preocupación desde que era jefe del Comando Sur en
Panamá. En un discurso en octubre de 2014 en la Universidad de Defensa Nacional
en Washington, Kelly expresó la urgencia por combatir los sindicatos
trasnacionales criminales en el Triángulo Dorado -Guatemala, El Salvador y
Honduras-, que envían miles de millones de dólares en cocaína y metanfetaminas
a Estados Unidos, y exportan violencia. Dijo que para que esto pueda tener
éxito, tendría que repetirse “el milagro de Colombia”. Es decir, un Plan
Colombia diseñado y administrado por Estados Unidos. Sólo para no olvidar, la
MS está asociada a Los Zetas en sus crímenes en aquella nación.
La nueva estrategia va a ser
firmada por los gobiernos de América Central, Estados Unidos y México el
próximo mes en Miami. El Gobierno del Presidente Peña Nieto no ha querido
hablar mucho sobre el tema porque es bastante indigno. Aceptaron participar en
la estrategia de seguridad de Estados Unidos, sin colocarla como una baza en la
negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Hace unos días
Osorio Chong dijo que esa es parte de la estrategia. Se sigue burlando el
gobierno de sus gobernados. Ya aceptaron participar en la estrategia de Trump
antes de empezar a negociar él. Y a nadie se lo dijeron en México.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ Estrictamente Personal/
Raymundo Riva Palacio/ 05/05/2017 | 04:07 AM)
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