Si Puebla está en el ojo del huracán por
la presencia de ladrones de gasolina, los poblados de la frontera de Tierra
Blanca, Omealca y Tezonapa en Veracruz están atrapados en una espiral de
violencia generada por la falta de capacidad del gobierno para darles
protección y las bandas de ladrones de gasolina que gobiernan sus caminos de
noche.
Territorios manchados con la sangre de
líderes cañeros, ahora son escenario de tomas clandestinas y carros incendiados
como si fuera el mismo infierno. Las personas andan tímidamente entre brechas y
pedir un aventón a altas horas de la noche lo pone a uno muy cerca de caer en
manos de los reyes del huachicol.
Toma clandestina en ducto de Pemex
provoca explosión en Tierra Blanca, Veracruz; hay al menos 4 muertos
Ignacio Carvajal
Ciudad de México/Veracruz).–
Camionetas quemadas estacionadas sobre montículos de tierra y maleza calcinada
anuncian que se está en su territorio. Alrededor, los cañales se levantan
imponentes en unas parcelas y en otros comienzan a asomar el pelillo. Las
escenas parecen salidas del apocalipsis y contrastan notoriamente con lo
sublime de los paisajes, al fondo las grandes montañas de la zona centro del
estado y en otro extremo la cordillera de cerros que conforma la frontera
intangible entre Veracruz y Oaxaca. Es el primer círculo del infierno donde
reinan los huachicoleros (ladrones de combustible).
Hombres y mujeres que desde
hace varios años se ganan la vida y amasan fortuna perforando ductos de
hidrocarburos, y que hoy, a raíz de cuatro víctimas inocentes, se han vuelto
visibles, pero suman más de una década operando impunemente.
En esa línea intangible entre
Veracruz y Oaxaca han sido ofrendados docenas de víctimas en distintas
dinámicas de la violencia que caracteriza este triángulo de geográfico, que en
otros años cobró la vida de docenas de líderes cañeros y periodistas, y ahora
se suman cuatro inocentes por un cambio en el negocio que casi siempre trae
muerte.
Un padre, Cayetano Reyes
Medina, y sus dos hijos, Felipe y Rodrigo Reyes Morales, de 19 y 14 años de
edad, más un vecino, Martín Martínez Moguel, adulto mayor, los que perecieron
calcinados dentro de un coche que pasó sobre un charco de gasolina, producto regado
de una toma clandestina.
Ante esas escenas de
camionetas quemadas, por pasadas tomas clandestinas que salieron mal, los
pobladores de esta región, ya sabían lo que les deparaba y les tocó poner los
muertos.
En el funeral de la familia
Reyes Morales lo dicen todos. La toma clandestina responsable de la muerte de
cuatro personas había sido reportada con muchas horas de antelación y el
gobierno no hizo nada.
Y si en Puebla está
Palmaritos con sus mártires y ejecutados extrajudicialmente, en Cerritos,
Tierra Blanca, lloran a cuatro.
Y si Puebla está en el ojo
del huracán por la presencia de ladrones de gasolina, los poblados de la
frontera de Tierra Blanca, Omealca y Tezonapa están atrapados en una espiral de
violencia generada por la falta de capacidad del gobierno para darles
protección y las bandas de ladrones de gasolina que gobiernan sus caminos de
noche.
“Si no tenemos nada a que
salir, no vamos a ningún lado”, dice un campesino de El Mango, pueblo vecino a
Cerritos, que tala un roble quemado, busca sacar leña del espécimen incendiado:
“hace unos días hubo una toma clandestina y un incendio y estos árboles se
quemaron, ahora los vamos hacer leña,”, cuenta.
Hombres y mujeres que desde hace varios
años se ganan la vida y amasan fortuna perforando ductos de hidrocarburos, y
que hoy, a raíz de cuatro víctimas inocentes, se han vuelto visibles, pero
suman más de una década operando impunemente. Foto: BlogExpediente.
Habla Alejandra Reyes Medina,
hermana de Cayetano Reyes, tía de los dos chicos muertos.
“Esa toma ya estaba
reportada, pero no hicieron nada, ojalá que el gobierno hiciera las cosas bien,
si ellos hubieran estado ahí evitando que la gente pasara, no estaríamos hoy
ante esto”.
Cerritos, indica el Coneval,
cuenta con 234 habitantes, al menos el 37 por ciento de los adultos, no sabe
leer ni escribir; sólo el 14 por ciento de la población de los seis a los 14
años va a la escuela; el 83 por ciento no cuenta con educación básica completa
y el 48 por ciento no tiene acceso a servicios de salud, el 41 por ciento de
las viviendas, no muestra piso de cemento, es de tierra.
En un recorrido por el
pueblo, no se miran viviendas ostentosas, ni coches, el espacio público en
común es un cuadro de pelota maltrecho y desnivelado, la prosperidad del paso
de los ductos de Pemex, no se aprecia a simple vista.
Es un pueblo olvidado en la
frontera intangible entre Veracruz y Oaxaca, su población diezmada por la
violencia y aterrorizada por las explosiones de los ductos. Por esta zona
corren unos 70 kilómetros del ducto que viene cargado de esa gasolina tan
codiciada que se elabora en la refinería Lázaro Cárdenas de Minatitlán, y es
enviada a la ciudad de México.
A su paso, el ducto cae en
algunas estaciones de bombeo, como la que hay a unos tres kilómetros del punto
de la explosión en Cerritos, y que es vigilada constantemente por personal de
Pemex y Ejército Mexicano.
Ninguna de las dos
agrupaciones tomó medidas para evitar la desgracia. Los caminos que van por
estos poblados, no están pavimentados, se trata de brechas sacacosechas
diseñadas por los ingenieros azucareros y algunas de mejor trazo bajo la
jurisdicción de Pemex.
En un recorrido por el pueblo, no se
miran viviendas ostentosas, ni coches, el espacio público en común es un cuadro
de pelota maltrecho y desnivelado, la prosperidad del paso de los ductos de
Pemex, no se aprecia a simple vista. Foto: BlogExpediente.
Pero nada es para la gente o
sus animales, toda la infraestructura, por mínima, es para actividades
productivas. Ya sea para el sector energético o el primario.
“El Gobernador vino por acá y
nos prometió apoyo, a ver qué sale”, opina Alejandra Reyes un tanto escéptica.
Lo que le queda a los
pobladores de la región, sólo es la pobreza y marginación, ni si quieran
cuentan con una línea de transporte para moverlos de un poblado a otro, la
cabeceras de las ciudades más cercanas, Tierra Blanca, Omealca y Cuitláhuac,
representan largas distancias las cuales se cubren de aventón o transbordador.
De noche, no hay alumbrado
público. Las personas andan tímidamente entre brechas y pedir un aventón a
altas horas de la noche lo pone a uno muy cerca de caer en manos de los reyes
del huachicol.
Hoy la familia de los finados
en cerritos reclama a Pemex que no se haga aún lado con su responsabilidad,
quedan gastos funerarios y es necesario dar pensiones a los deudos, pero sobre
todo, es necesario que se tomen medidas de emergencia para evitar más tragedias
como la del sábado por la mañana.
A raíz del enfrentamiento que
dejó cuatro soldados muertos y seis civiles abatidos en Puebla, el Presidente
Enrique Pena Nieto anunció mano dura contra quienes se dedican a este deliro.
De noche, no hay alumbrado público. Las
personas andan tímidamente entre brechas y pedir un aventón a altas horas de la
noche lo pone a uno muy cerca de caer en manos de los reyes del huachicol.
Foto: BlogExpediente.
Se estima que anualmente,
Pemex pierde unos 20 mil millones de pesos por el robo de gasolina directamente
a los ductos, actividad en la que están vinculados los mismos trabajadores de
la empresa.
A diario, se calcula, se
pierden unos 27 mil barriles de hidrocarburos en municipios de los estados de
Guanajuato, Veracruz, Puebla y Tamaulipas.
En 2006, las tomas
clandestinas detectadas por Pemex ese año, apenas eran 2014, pero tan solo en
2015, la cifra fue de 5 mil 252 tomas.
El promedio que se tiene, es
que cada dos horas en México se genera una nueva toma clandestina, una sola
toma puede dejar ganancias netas hasta por 250 mil pesos por cada camión que se
llene y venda en el mercado negro. En Veracruz, los municipios más afectados
son los que dan paso al poliducto Minatitlán -Ciudad de México.
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SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE BLOG EXPEDIENTE.
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Redacción / mayo 14, 2017, 1:01 pm)
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