Doña Bertha cuenta la historia de
violencia e impunidad que vivió su hijo, quien falleció en la masacre del penal
de Topo Chico en Febrero de 2016
Los cárteles son los que mandan en el
penal de Topo Chico
Monterrey.- Doña Bertha
perdió a su único hijo durante la masacre del 11 de febrero de 2016 en el penal
de Topo Chico, donde murieron 49 internos. Aunque dicen que el tiempo todo lo
cura, para esta madre, de 65 años, el dolor y el coraje reviven cada que piensa
que su hijo no debió morir.
Aunque el joven había salido
en libertad por falta de pruebas, en octubre de 2014, ilegalmente fue
reaprehendido en marzo de 2015, por un recurso de apelación de la Procuraduría
de Justicia del Estado, dice Bertha, segura que hubiera bastado presentar un
incidente de libertad por desvanecimiento de datos o solicitar el beneficio de
la condena condicional para que su hijo saliera del penal.
“Pero el abogado que traía el
caso no movió un solo dedo, porque quería que le diera más dinero; me pedía 70
mil pesos, o que mi nuera se acostara con él”, afirma doña Bertha.
Quien traicionada por un
llanto que rompe su serenidad y no la deja ni hablar, y es que con su pensión
de 2 mil 400 pesos mensuales era imposible cubrir los honorarios que exigía el
litigante, por más que le suplicó:
“Sácalo, ya veré cómo te
pago”.
Desde hace un año exige una
indemnización al gobierno estatal, por el daño moral y económico ante la muerte
de su hijo,
“No me lo van a devolver,
pero las cosas no pueden quedar así”.
Dice que ojalá el gobernador
les cumpla con esa demanda,
“Sino, ¿para qué quiere irse
de Presidente?”
El miedo le gana al coraje
por las cosas que vivió su hijo en el penal de Topo Chico, entre marzo de 2015
y febrero de 2016, cuando fue masacrado. Por eso doña Bertha ruega para que no
se publique su nombre verdadero ni el de su ser querido, “porque tengo otros
familiares y no quiero que les pase nada malo”.
Recluso dentro del penal de Topo Chico.
Foto: Grupo Metrópoli
"Cuando me entregaron el
cuerpo, querían que lo incinerara, para que no viera que tenía las costillas
rotas y una herida de 15 centímetros en la frente que le llegaba “hasta atrás”
de la cabeza y tenía desprendida la nariz", comentó con impotencia.
A ella no le sorprendieron
los videos de vejaciones a los presos del penal de Apodaca, porque también
sucedía en el de Topo Chico, “son los cárteles los que mandan, y nadie se
atrevía a denunciar”.
Doña Bertha encabeza a una de
las ocho familias que representa uno de los abogados en la demanda de
indemnización que presentaron contra el gobierno de Nuevo León, al exigir la
reparación del daño a los tres mandos del reclusorio que son procesados por la
masacre.
Otros litigantes representan
a siete familias, mientras la mayoría de los deudos de los 49 fallecidos se
conformaron con el apoyo que dio el gobierno estatal para gastos funerarios o
desistieron de demandar, presionados por funcionarios estatales que les
prometieron entregar 250 mil pesos como reparación del daño si abandonaban los
despachos privados, lo cual nunca se cumplió, según el abogado Aurelio Galindo
Rojas.
Con base en los artículos 502
de la Ley Federal del Trabajo, y 144 del Código Penal, a los deudos de cada
fallecido correspondería una suma estimada en un millón de pesos, por
reparación del daño económico y moral, pues el Estado tiene la obligación de
velar por la seguridad y vida de los internos de los centros penitenciarios,
comentó el litigante.
“Nos van a notificar sobre
una audiencia, para que haya una sentencia; pero antes vamos a buscar una cita
con el gobernador”, concluyó.
Con información de El Universal
(EL DEBATE/REDACCION/ 03 DE MARZO 2017)
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