Como en el cuento de
Monterroso, cuando despertamos, Donald Trump seguía ahí. El presidente
norteamericano retomó su agenda contra el TLCAN y el peso tuvo ayer su peor
jornada desde que el magnate rindió protesta como presidente el 20 de enero
“Estamos
enviando fuertes señales al mundo: vamos a defender a nuestros trabajadores, a
proteger nuestros empleos y finalmente a poner a América primero”
Donald Trump
Presidente de Estados Unidos
La expectativa de que el presidente
estadounidense moderaría su postura de política económica de manera permanente
ha sido seriamente cuestionada por los sucesos recientes
35% Es el arancel máximo que México
podría imponer a las importaciones desde Estados Unidos si se cancela el TLCAN,
de acuerdo a las reglas de la OMC
4% Es el arancel máximo que Estados
Unidos podría imponer a las importaciones desde México si se cancela el TLCAN,
de acuerdo a las reglas de la OMC
Como en el cuento de
Monterroso, cuando despertamos, Donald Trump seguía ahí. Esta semana, el
presidente de Estados Unidos concluyó su tregua mediática con México al
declarar que si no se realizaban modificaciones de fondo al Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), su administración ordenaría la
cancelación del acuerdo. Tal como
sucedió en enero, cuando los tweets de Trump desencadenaron una crisis
diplomática entre México y Estados Unidos, el peso resintió el efecto de las
declaraciones presidenciales. En los últimos dos días, la moneda mexicana ha perdido 1.82 por ciento de
su valor frente al dólar.
El mensaje de Trump pone de
relieve tres elementos clave de cara a la renegociación del TLCAN, el acuerdo
en el que está cimentado el modelo de desarrollo mexicano: que el clima de
incertidumbre representa una constante que no ha podido ser mitigada, que el
marco legal de la ruptura del TLCAN favorece a México en términos tarifarios y
que el escenario político estadounidense ha cambiado drásticamente en los
últimos meses.
EL FIN DEL JÚBILO
La retórica de nacionalismo
económico que caracterizó a la campaña de Donald Trump se mantuvo en silencio
durante los últimos dos meses. Fue hasta el martes pasado que el presidente
revivió una de las facetas de su discurso que mayor temor generó entre los
socios comerciales de Estados Unidos, entre las instituciones económicas
multilaterales y entre los inversionistas globales.
El adagio reza que, en
política, la forma es fondo. El regreso
del alegato proteccionista tuvo lugar en una planta de herramientas de
Wisconsin, uno de los estados manufactureros que fueron clave para la victoria
electoral de Donald Trump.
El motivo del evento fue el
de resaltar una orden ejecutiva denominada “Buy American, hire American”:
compra lo estadounidense y contrata un estadounidense.
A pesar de que el consenso de
analistas argumenta que este tipo de órdenes ejecutivas tienen un alcance
limitado, el cambio de discurso de Trump marca un punto de inflexión
importante.
La expectativa de que el
presidente estadounidense moderaría su postura de política económica de manera
permanente ha sido seriamente cuestionada por los sucesos recientes.
A menos de dos semanas de que
se cumplan los primeros cien días de la administración de Trump, aún no existe
claridad respecto al rumbo que tomará la política económica de este gobierno.
La prensa estadounidense ha
reportado ampliamente sobre una disputa al interior de la Casa Blanca entre un
grupo que favorece una posición de nacionalismo económico y un grupo que
privilegia el status quo a favor del globalismo y el libre comercio.
Las declaraciones de Trump,
en las que el presidente insistió con su lema de campaña de que “el TLCAN es un
desastre”, rompieron con la percepción de que el gobierno se estaba alejando de
posturas estridentes en materia comercial.
El 17 de abril, un día antes
del evento en Wisconsin, la agencia Reuters publicó un artículo titulado “El
banquero de Wall Street (Gary) Cohn mueve a Trump hacia políticas más
moderadas”. La nota refiere que el
director del Consejo Económico Nacional había tenido éxito en desplazar a
asesores como Stephen Bannon para empujar una agenda pro libre comercio y pro
globalización en la Casa Blanca.
ESPEJISMO COMERCIAL
Después del 20 de enero,
fecha en la que Donald Trump asumió la presidencia, la economía mexicana
comenzó a desprenderse de las perspectivas apocalípticas que auguraban algunas
instituciones financieras.
A partir de ese día, el peso
dio inicio a una tendencia ascendente sin precedentes desde que se liberalizó
el tipo de cambio hace más de dos décadas. Entre el 20 de enero y el 17 de
abril, el peso se apreció 14 por ciento frente al dólar.
Para muchos, esto era una
señal evidente de que prevalecería el status quo de la relación comercial entre
México y Estados Unidos.
La sensación de complacencia
puede ser resumida en la declaración que Raúl Martínez-Ostos, director general
de Barclays México, ofreció a la agencia Bloomberg en la Convención Bancaria
celebrada el mes pasado: “Parece ser que el escenario catastrófico que todos
preveíamos no va a suceder”.
Inversionistas globales de la
talla de Discovery Americas direccionaron parte significativa de su capital
hacia México. Datos del Banco de México muestran que, en relación al 20 de
enero, la tenencia de valores gubernamentales en poder de residentes en el
extranjero se ha incrementado 4 por ciento.
El reporte de direcciones de
inversión de marzo de Blackrock, la firma de administración de activos más
grande del mundo, destinó un apartado completo para señalar que el balance de
riesgos en México se ha deteriorado: “Aunque el ajuste cambiario ha apoyado a
las exportaciones y al consumo, nos mantenemos con cautela dadas las tensiones
políticas domésticas y con Estados Unidos”.
De hecho, Blackrock recomendó
elevar la ponderación de los mercados emergentes en el portafolio de sus
clientes, con la excepción de los activos mexicanos.
Por otra parte, el reporte de
Perspectivas Económicas Globales que el Fondo Monetario Internacional publicó
esta semana cita a la “disrupción del comercio global” como el principal riesgo
para la economía mundial. Se hace referencia explícita a la incertidumbre
generada por la falta de claridad de rumbo de la administración de Trump.
En ese sentido, el regreso de
la retórica proteccionista del presidente estadounidense significa el fin de la
complacencia para las autoridades mexicanas, las cuáles, según el canciller
Luis Videgaray, pretender iniciar la negociación comercial del TLCAN este
verano.
(REPORTE INDIGO/ RODRIGO CARBAJAL/ Jueves 20 de abril de 2017)
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