El Centro Correccional Metropolitano es
una prisión de alta seguridad ubicada en el sur de Manhattan. Credit Karsten
Moran para The New York Times
JOSEPH GOLDSTEIN
NUEVA YORK — El Centro
Correccional Metropolitano, una fortaleza ubicada al sur de Manhattan donde
están cientos de prisioneros federales, ha sido descrito como menos habitable
que la bahía de Guantánamo por un hombre acusado de terrorismo que ha sido
encarcelado en ambas prisiones.
Una media decena de
prisioneros de “alto riesgo” –usualmente aquellos condenados por los cargos más
severos– viven en condiciones de aislamiento tan duras que algunos han
reportado pérdidas ligeras de la vista.
Este centro fue el destino de
Joaquín Guzmán Loera, el narcotraficante conocido como el Chapo, después de su
extradición desde Ciudad Juárez, al norte de México, y tras escapar dos veces
de prisiones de máxima seguridad en ese país.
Por el Centro Correccional
Metropolitano han pasado presos como Ramzi Ahmed Yousef, el autor intelectual
del bombardeo de 1993 al World Trade Center de Nueva York, y Bernard Madoff,
expresidente de una firma de inversión con la que hizo una estafa de 20 mil
millones de dólares con un sistema Ponzi.
Aunque la prisión es conocida
por sus estrictas medidas de seguridad, varios reos han intentado escaparse y
algunos lo han logrado. El intento más conocido fue en 1981, cuando un
prisionero casi logra subirse a un helicóptero secuestrado. Y en 1990 dos
presos desaparecieron por una ventana del segundo piso tras bajar usando el
cordón eléctrico de una máquina usada para lustrar los pisos. Uno de esos
todavía está en la lista de los fugitivos más buscados por el servicio de
alguaciles estadounidenses.
En 2009, un asaltante de
varios bancos llamado Anthony Boyd pudo salir por la puerta principal por un
aparente error administrativo.
“Si quieres diseñar un lugar
para volver loca a la gente de manera intencional, sería difícil hacerlo
mejor”.
DAVID PATTON, DIRECTOR EJECUTIVO DE LA OFICINA DE LOS
DEFENSORES FEDERALES DE NUEVA YORK
Actualmente, hay 795
prisioneros en el Centro Correccional Metropolitano, que abrió sus puertas en
1975. Ubicado junto a un tribunal, es posible ver desde los pisos de arriba de
la corte a los prisioneros jugando básquetbol en el área de recreación.
Pero es poco probable que el
Chapo pueda unírseles. Los prisioneros calificados de alta peligrosidad son
puestos en media decena de celdas en un ala llamada 10 South, donde habitan en
confinamiento solitario y tienen prohibido dirigirse la palabra entre ellos.
Las luces están prendidas durante 23 horas del día, a veces hasta las 24, según
registros judiciales, entrevistas con abogados y declaraciones escritas. Las
ventanas son esmeriladas, lo que no permite ver hacia fuera. La ranura de la
puerta para introducir alimentos está cerrada prácticamente todo el día, por lo
que los reos ven poco más allá de su celda solitaria.
Los guardias, sin embargo,
pueden ver hacia dentro con ayuda de cámaras de vigilancia en la ducha y sobre
el escusado, según declaraciones de Uzair Paracha, quien estuvo dos años en el
centro correccional hasta 2005, cuando fue condenado por haber dado apoyo
material a Al Qaeda.
Paracha dijo que era común
que los prisioneros notaran pérdidas ligeras de la vista mientras estaban
presos en 10 South y que muchos pedían anteojos para paliar una hipermetropía.
Joaquín Guzmán Loera ha estado en el
Centro Correccional desde su extradición. Credit Autoridades estadounidenses
vía AP
Fuera de algunas oraciones,
las únicas voces humanas que se escuchan son las de guardias burlándose de los
prisioneros, según Paracha, quien recuenta sus experiencias en el libro Hell is
a Very Small Place: Voices from Solitary Confinement, publicado el año pasado.
Los prisioneros no tienen
televisiones ni radios. Las revistas que llegan lo hacen un mes tarde y
periódicos como The New York Times son repartidos con dos meses de retraso y
con varias notas recortadas por censores, según Paracha.
Tales condiciones, entendidas
como “medidas administrativas especiales”, necesitan ser aprobadas por el
fiscal general estadounidense y han sido criticadas por Amnistía Internacional.
“Las unidades segregadas son
horripilantes e inhumanas”, dijo en entrevista David Patton, director ejecutivo
de la Oficina de los Defensores Federales de Nueva York. “Si quieres diseñar un
lugar para volver loca a la gente de manera intencional, sería difícil hacerlo
mejor”.
La oficina de Patton defiende
a varios presos del Centro Correccional Metropolitano, incluyendo por ahora a
Guzmán Loera, aunque Patton se rehusó a discutir su caso. El abogado describió
como duro el aislamiento que se siente en 10 South, donde los reos pasan días
sin interactuar con otros humanos. “Las luces fluorescentes siempre están
prendidas”, dijo. “El único ruido es el rechinar metálico de las puertas cuando
se abren y se cierran”.
Las celdas de 10 South están
al final de una escalera ubicada en el noveno piso del centro correccional,
donde de por sí hay otra unidad de alta seguridad llamada Special Housing Unit,
o SHU. Para entrar, es necesario pasar por dos puertas de metal: la primera es
controlada de manera electrónica y la segunda con una llave, según testimonios.
Todavía es incierto si Guzmán
Loera se quedará de manera permanente en 10 South o siquiera en el Centro
Correccional Metropolitano mientras se desarrolla su caso en una corte de
Brooklyn. Tras su audiencia el viernes pasado fue llevado al centro
correccional, aunque no hay registro alguno de dónde está preso en el
directorio en línea del Buró Federal de Prisiones.
(THE NEW YORK TIME EN ESPAÑOL/ JOSEPH
GOLDSTEIN /24 de enero de 2017)
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