De la nada, el Secretario de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, dijo ante representantes para Asuntos
Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, que México ya no
confrontaba al crimen, sino que estaban generando “entornos de armonía en el
mediano y largo plazo, a partir de un tejido social fuerte y oportunidades
efectivas para el desarrollo individual y colectivo”, como la solución a la
inseguridad. Sus palabras se colapsaron rápidamente al mostrar el domingo lo
hueco y fallida que es la estrategia contra la delincuencia que dirige Osorio
Chong, con el secuestro del futbolista Alan Pulido en Tamaulipas que desató una
reacción nacional e internacional, porque es una de las estrellas del club
Olimpiakos de Grecia, y volvió a poner en entredicho al Gobierno mexicano.
Las palabras de Osorio Chong
son preocupantes, pero la realidad neutraliza los temores. Preocupa porque en
las condiciones de violencia que arrastra México desde hace años, la estrategia
que dijo ante los europeos sólo podría tener éxito si de por medio hubiera un
pacto con los criminales. Para su fortuna -aunque políticamente es su
infortunio-, es tal el desastre de la política de seguridad pública, que no se
puede plantear objetivamente que el Gobierno federal haya pactado con criminales.
El secuestro de Pulido pulverizó las palabras del Secretario de Gobernación y
enfatizó cómo la seguridad en México se ha deteriorado durante el Gobierno del
Presidente Enrique Peña Nieto.
El discurso oficial dice que
las cosas van por buen camino, pero la información pública indica lo contrario.
Lo que le pasó a Pulido es ejemplo de la desarticulación de la política de
seguridad gubernamental. Tamaulipas es una de las entidades donde más
vigilancia federal hay, y el Ejército coordina las acciones en el estado. De
manera coyuntural, a una semana de las elecciones, la presencia federal había
sido reforzada. En las últimas semanas también se habían incrementado las
denuncias de la intervención del Cártel del Golfo en el proceso electoral, pero
aun así, ante los ojos de todos, metafóricamente hablando, se cometió este
secuestro de alto impacto y lo trasladaron a una casa de seguridad en el centro
de Ciudad Victoria.
De acuerdo con las
informaciones preliminares del secuestro, el automóvil de Pulido, donde viajaba
su novia, fue interceptado por varias camionetas pasada la medianoche del
sábado, después de salir de una fiesta en un rancho. A ella la liberaron
rápidamente, lo que sugiere que sabían quién era su víctima, y se sentían tan
cómodos entre las lagunas de la vigilancia federal, que podían moverse en
convoyes. Los refuerzos federales y estatales no sirvieron de mucho para
impedir el crimen contra alguien tan prominente ante la opinión pública. Una
vez más, como ha sido a lo largo del sexenio, la retórica fue aplastada y las
acciones tuvieron que ser reactivas y a contra corriente.
Un inverosímil descuido del
único vigilante de Pulido durante su breve cautiverio, le permitió al
futbolista marcar el 066 de emergencia -increíble también que sus secuestradores
no lo despojaran de su celular-, que permitió ubicarlo atrás del edificio de
Tránsito en Ciudad Victoria y rescatarlo. Si la versión es cierta, fue un golpe
de suerte y no, como dijo el comisionado de la Policía Federal, Enrique
Galindo, resultado del esfuerzo coordinado entre las fuerzas de seguridad. Lo
valioso de la mentira de Galindo es que muestra a plenitud las trampas del
discurso gubernamental. Las afirmaciones del Secretario de Gobernación son el
claro ejemplo de que la forma como esta administración aborda y pretende
controlar el tema de la inseguridad es a golpe de declaraciones y propaganda.
Todo es positivo aunque sea negativo; todo es resultado del trabajo coordinado
aunque sea producto del azar.
Las palabras triunfalistas
que repiten, no se sostienen ante la realidad. Los resultados de la Tercera
Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental que dio a conocer el INEGI
la semana pasada, revelan que la principal preocupación de los mexicanos es su
seguridad, o la falta de ella en el País. Aunque la encuesta refleja
percepciones, estas no se incuban sin la existencia de los factores objetivos
que llevan a construirlas, como el hecho de cuántas personas en su entorno o
conocidas, han sido víctimas de un delito.
En las informaciones sobre el
secuestro de Pulido difundidas en el mundo se registraron las críticas de ONG’s
mexicanas sobre los datos del Gobierno peñista. Los últimos que los contradicen
los dio la presidenta de Alto al Secuestro, Isabel Miranda de Wallace, quien
dijo que este tipo de delito ha ido al alza: sólo entre marzo y abril de este
año, se elevó en 19 por ciento. Según la señora Wallace, en los tres primeros
años del sexenio se registraron 6 mil 983 secuestros, a un promedio de seis por
día. El sol no lo ve el Presidente porque se lo tapa el dedo de Osorio Chong.
Pero restarle responsabilidad a Peña Nieto sería reduccionista.
Si el Presidente insiste en
pretender que la inseguridad en México no es un problema mayor para su
Gobierno, o fue convencido por su propia propaganda, o la realidad no es lo que
lo rodea. Cuando dice que los mexicanos no comprenden lo que ha hecho su
Gobierno, tiene razón. Millones de mexicanos, medidos en los crecientes
porcentajes de desaprobación a su gestión, piensan que su Gobierno es incompetente.
El secuestro de Pulido es el último botón de muestra.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
Raymundo Riva Palacio/ 31/05/2016 | 04:00 AM)
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