CIUDAD DE MÉXICO (apro).-
Para ser un simple “anónimo” que sólo contiene “información imprecisa, falsa y
engañosa”, Emilio Azcárraga Jean y sus ejecutivos de Televisa han hecho todo
para sobredimensionarlo y elevarlo a categoría de “documento maldito”, no por
su carácter mentiroso sino por el contenido explosivo de sus revelaciones,
quizás algunas ciertas y otras colocadas ahí exactamente para abrir pistas
incómodas sobre la riqueza de los Cuatro Fantásticos.
Primero, Azcárraga Jean
admite el 5 de mayo ante The Wall Street Journal la existencia del documento y
revela que ordenó una investigación al bufete de abogados de Nueva York
denominado Watchell, Lipton, Rosen and Katz, y advirtió que “ejercerá todas las
acciones legales a que haya lugar contra los responsables de la carta”.
El viernes 6, como si no
fuera suficiente la nota en The Wall Street Journal, Televisa envía un
comunicado a la Bolsa Mexicana de Valores para subrayar que el documento
“parece ser un esfuerzo coordinado para causar daño a la reputación de la
Compañía y sus efectivos”.
Es decir, Televisa desmiente,
pero investiga al mismo tiempo. No queda claro si ordenó la investigación antes
o después de la existencia del documento anónimo fechado el 20 de abril de este
año.
En su mismo comunicado a la
Bolsa indicó que la investigación ordenada “al día de hoy ha confirmado la
naturaleza ficticia, sin excepciones, de las acusaciones que aparecen en la
carta, por lo tanto la Compañía considera que la carta y las acusaciones de
irregularidades son falsas y no materiales”.
Tres días después, en un
comunicado leído por Joaquín López Dóriga en el noticiario estelar de Canal 2,
Televisa vuelve a mencionar una investigación “en curso” cuyos resultados aún
no son definitivos:
“Las imputaciones contenidas
en la carta anónima son falsas como en su momento quedará demostrado por la
investigación que está siendo practicada por auditores independientes a
solicitud de la propia Televisa”.
¿Si son independientes por
qué Televisa adelanta ya el resultado de una investigación? ¿No sería más fácil
que hubieran contratado a Virgilio Andrade para que los exonerara a modo?
Televisa lo que no quiere es
que se divulgue el contenido de un anónimo que le llegó a tres órganos
reguladores y de investigación de Estados Unidos en la misma fecha: 20 de
abril.
Se trata de un texto de 15
cuartillas más un dossier de más de 30 documentos de soporte que le llegaron a
la Securities and Exchange Comission (dependiente del Departamento del Tesoro),
al Departamento de Justicia y a la División de Estudios Criminales.
El segundo ensayo de
respuesta de Televisa se produjo después de que Proceso publicara partes del
contenido del documento en su edición de esta semana y éstos fueron retomados
por el periódico Reforma en notas informativas del fin de semana.
En ese momento, el consorcio
no sólo intenta desacreditar al autor o autores del “anónimo” sino frenar la
divulgación del contenido del documento, en un ejercicio vergonzoso de intento
de censura por la vía de amedrentar con amenazas por la vía civil o penal.
El “control de daños” sólo
magnifica el daño porque fue la propia empresa la que dio pie a analizar y a
revisar las denuncias muy delicadas de triangulación de fondos, de no reportar
hasta el 10 por ciento de ingresos por la vía de la venta irregular e ilegal de
espacios en la pantalla para figuras políticas, y de otras transacciones que
configuran un posible delito de lavado de dinero.
Si todo esto es falso, ¿por
qué la furia? Del tamaño de su molestia es el tamaño del desatino en su
respuesta o de la división y fractura interna en la cúpula de Televisa. Datos,
montos, citas y mecánicas reveladas en este “anónimo” sólo pueden ser conocidas
por alguien de adentro de la propia empresa y de muy alto nivel.
Extraoficialmente Televisa ha
dicho a través de Joaquín López Dóriga (en su columna de Milenio, 6-mayo-2016)
que “el anónimo incluye datos personales de Alfonso (de Angoitia), datos que dan
una línea para descubrir al patrocinador o patrocinadora, y a los operadores de
esta ofensiva que tienen como común denominador el rencor a esta casa y sus
antecedentes en la misma”.
A buen lector, pocas
palabras: López Dóriga sugiere que se trata de alguien de adentro, que estuvo
en Televisa y que le tiene rencor.
Sin embargo, el lunes 9 el
vicepresidente de Televisa, Javier Tejado Dondé, en entrevista con Ciro Gómez
Leyva en Radio Fórmula sugiere que la divulgación del documento anónimo se
relaciona con la disputa en telecomunicaciones.
“Hay algunos indicios, la
verdad, de que pensamos quién puede estar detrás de eso. En el escrito se
develan temas de telecomunicaciones. En estos momentos se está revisando
nuestro régimen de preponderancia y el IFT (Instituto Federal de
Telecomunicaciones) pronto publicará sus informes de preponderancia”, afirmó
Tejado Dondé.
Quizá este es el tema que le
preocupa al señor Tejado Dondé, experto en telecomunicaciones, pero el
documento no habla de la disputa por el mercado del triple play sino de un
presunto fraude a accionistas de Televisa, de una serie de maquinaciones para
encubrir cantidades millonarias que ingresan a la compañía y no son reportadas
ante los organismos reguladores. Televisa cotiza en la bolsa de valores de
Estados Unidos, por eso está sujeta a regulaciones como el acta Sarbanes-Oxley.
En la noche del mismo lunes
9, López Dóriga ya no dio su opinión sino que leyó a prisa y a trompicones un
comunicado de Televisa para anunciar que actuará “con toda firmeza” en los
ámbitos penal y civil para que se establezcan responsabilidades que
correspondan y en su caso “reparen los daños causados a la empresa”.
El mismo comunicado vuelve a
la contradicción:
“A pesar de que se trata de
un anónimo carente de veracidad y sin soporte alguno, fueron los directivos de
Televisa quienes ante este caso solicitaron la investigación independiente”.
¿Hay que aplaudirlos por eso?
“La aparición de las cartas
anónimas y la difusión que se ha dado por medios nacionales, no obstante la
evidente falta de veracidad de sus imputaciones, evidencia que estamos ante una
campaña de desprestigio que pretende dañar la imagen de Televisa y sus
directivos. Se trata de los mismos medios que se han acreditado (sic) como
promotores de campañas de desprestigio contra esta empresa”.
Al viejo estilo priista,
Televisa no se atreve a dar públicamente los nombres de esos “medios que se han
acreditado” como sus “desprestigiadores”.
Sin embargo, llama la
atención que las palabras “falsas, imprecisas y engañosas”, utilizadas en las
primeras comunicaciones sobre el documento anónimo, se han sustituido por la
frase “evidente falta de veracidad” para mencionar al anónimo maldito que ha
desatado la santa furia al interior de los Cuatro Fantásticos.
(PROCESO / ANÁLISIS/ JENARO VILLAMIL , 10 MAYO, 2016)
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