A lo largo de sus varias
semanas de estancia en el penal del Altiplano, ubicado en Almoloya, Estado de
México, varias autoridades han acudido a interrogar a Joaquín Guzmán Loera,
líder del Cártel de Sinaloa.
Le han preguntado de muchas
cosas. Según información a la que tuve acceso, uno de los primeros temas de
interés del Ministerio Público federal fue la organización de su fuga de ese
penal de supuesta máxima seguridad.
“El Chapo” declaró, y consta
en el expediente, que tras ser arrestado en febrero de 2014 en Mazatlán,
Sinaloa, y trasladado a la cárcel del Altiplano, en septiembre de ese mismo
año, ordenó que iniciara la construcción del túnel que le permitió salir de la
celda 20 del pasillo de Tratamientos Especiales casi un año después, la noche
del 11 de julio de 2015.
Contó que mandó comprar el
terreno a donde desembocó el túnel que realizó Lázaro Araujo Burgos, a quien le
apoda cariñosamente “El Pariente”.
Este hombre fue detenido el
21 de agosto de 2015 con base en información del Centro de Investigación y
Seguridad Nacional (Cisen) que lo ubicó como persona clave en la trama para la
fuga. De acuerdo con fuentes mexicanas, era desde hace años objetivo de la
agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA.
Lázaro Araujo Burgos es
considerado el verdadero “Señor de los Túneles”, pues a él se atribuye no sólo
el más famoso de todos, el de Almoloya, sino los pasadizos de droga y personas
que tiene el Cártel de Sinaloa en la frontera México-Estados Unidos.
“El Chapo”, según datos de
este testimonio, explicó que sus hijos le recomendaron al coordinador de la
mano de obra, que se compuso de aproximadamente quince albañiles que trabajaron
dos turnos, y que fue el propio Guzmán Loera quien pagó 200 mil pesos a la
semana.
Una rápida matemática a partir
de los números de “El Chapo” —de quien los análisis de personalidad han
reportado que para la administración de su organización criminal no lleva
libros contables sino que usa su privilegiada memoria—, habrían sido unas 40
semanas con un costo final total de 8 millones de pesos.
Esa cifra coincide con los
peritajes de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR, revelados en un
video oficial un par de semanas después de la recaptura del capo en Los Mochis
y que determinaron que el túnel tardó en hacerse el mismo lapso.
“El Chapo” confirmó que
cuando vio que se abrió el boquete en su regadera de la celda 20, bajó las
escaleras y encontró (tal como lo había pedido) una motocicleta para sacarlo
más rápido de la reclusión.
Dijo que una avioneta lo llevó,
tras hacer una escala, a la comunidad de Platanar de Coluta, municipio de
Tamazula, Durango.
Y que de esa zona serrana
—donde colindan Sinaloa, Durango y Chihuahua— casi no se movió en el medio año
que estuvo “de vacaciones”: tres días como máximo en cada lugar: Bastantitas,
La Cumbre, Cruz de Elota, y máximo Guamúchil con su jefe de seguridad “El
Cholo” Ivan Gastélum.
También Culiacán, que es
dominio de sus hijos, y Navolato, El Dorado y Los Mochis, pertenecientes a uno
de sus grandes aliados históricos Dámaso López Núñez “El Licenciado”.
(EL DEBATE DE LOS MOCHIS/ CARLOS LORET
DE MOLA/ 30 DE MARZO 2016)
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