Entre todos los amigos de
Padrés, Jorge Morales era un extraño, un advenedizo, un priista, un tipo al
que, llegado el momento, no habría que tocarse el corazón para dejarlo solo.
Y así pasó.
Jorge Morales Borbón durmió en
la cárcel anoche. Y ahí se va a quedar
por lo menos tres días. Pero se puede pasar muchos años.
Por eso, exceptuando a la
diputada Célida López y a dos o tres cuentas troll en redes sociales, nadie ha
sacado la cara por él.
La vida da vueltas.
En el Cereso, donde una
habitación alejada de la población penitenciaria se cotizaba, hasta donde tengo
el registro, entre los 5 mil y los 30 mil pesos mensuales.
Una habitación pequeña, de
dos por dos metros, pero aislada de miradas indiscretas. Lejos de la
sobrepoblación de reos, que suelen ser muy poco proclives a la política.
Digamos que entre ayer y hoy,
una habitación en el Cereso para Jorge Morales le cueste 50 mil pesos
mensuales.
Eso es una baba de perico
para quienes manejan millones de pesos en sus cuentas bancarias, producto de
actividades ilícitas.
Me pregunto si su esposa
estará dispuesta a hacer zancadillas desnuda, como las hacen todas las mujeres
que visitan a sus internos, para comprobar que no traen droga en la vagina. Eso es la cárcel.
III
Jorge Morales, el más pendejo
del grupo, el que nadie imaginaba que iba a llegar tan lejos, lo consiguió.
Llegó más allá de lo que cualquiera imaginaría en aquellos años de la
universidad.
Aquél muchacho apocado ya
realizó su sueño. Está en la cárcel, no como artista que trasciende, sino como
la rata triste que fue, que siempre ha sido.
Allí se quedará al menos tres
días, si es que el juez que sigue la causa considera que hay elementos para
dictar el auto de libertad.
Si no, dictará el auto de
formal prisión. Y entonces se quedará en la cárcel durante un tiempo que puede
ir de los 15 a los 60 años, dependiendo de los derroteros del juicio que se le
sigue por extorsión, enriquecimiento ilícito y fraude.
Así de feo el panorama para
el que fuera secretario de Comunicación Social del gobierno de Guillermo
Padrés. El guapo que siempre quiso ser, que nunca ha sido.
IV
De la mano con Javier Alcaraz
Ortega, titular de Imagen Institucional, eran la dupla encargada de legitimar
mediáticamente (al menos) al gobernador que hoy anda tramitando amparos para
conocer los detalles de los juicios penales y administrativos que se le siguen,
y que podrían mandarlo a la estadística de ex gobernadores encarcelados.
Junto a Javier Alcaraz
(alguno de cuyos hijos anda festinando en Twitter que Morales Borbón duerma en
la cárcel) fueron los encargados de destruir la imagen del que pudo ser una
opción de gobierno, como alternancia al PRI.
Jorge Morales ya está en la
cárcel y Javier Alcaraz presume que a él no lo alcanzará la ley.
De la mano de Javier Alcaraz
Ortega, Jorge Morales se subió al mareador ladrillo del poder, y desde su
condición de medianos comunicadores y publicistas; de comunes jornaleros de la
comunicación y el marketing se encontraron de pronto con que habían ganado la
gubernatura de Sonora. Y con ello el paraíso.
De aquel Javier Alcaraz que
llegaba a la Mesa del Samborn’s a solicitar que le dispararan el café porque no
traía un peso en la bolsa, salió un viajero internacional amante del buceo, los
autos deportivos, el ciclismo con gel aerodinámico en el culo y el yogurth con
frutas exóticas que su anterior vida de clasemediero le habían impedido
conocer.
De aquel Jorge Morales a
quien sus compañeros de generación en la universidad conocían como “El Cara de
Feto”, medroso y apocado, surgió un Juan Camaney que
‘masca-chicle-pega-duro-tiene-viejas-de-a-montón’.
V
Y todo estaba muy bien. Hasta
que ayer, agentes de la Policía Estatal Investigadora cumplimentaron una orden
de aprehensión contra Jorge Morales y lo subieron a una patrulla, lo
trasladaron a los juzgados y lo hicieron aparecer así en algunas fotos con sus
ojos sin luz y su calva deslumbrante; con su ropa deportiva incapaz contener
las lonjas que evidencian al holgazán que fue, que siempre ha sido. Con la cara
dura entre el coraje y la desventura.
Con las esposas de acero
rodeando sus muñecas, con su paso de buey viejo rumbo al matadero, subiendo las
escalinatas de acceso al penal, mientras Carlos Navarro Sugich, el procurador
de Justicia del gobierno padrecista, voltea con un rostro al que se le olvidó
la sonrisa otras veces ensayada frente a las cámaras, para guiarlo rumbo a la
sala de indiciados.
Carlos Navarro es su abogado defensor.
Es el abogado defensor de casi todos los funcionarios del padrecismo que hoy
están entre la espada de la justicia y la pared del juicio popular, que suele
ser peor que eso para los miembros de un partido.
El ex procurador sí es
panista. Ha ocupado cargos en el partido y de elección. Tiene, además, algunos
expedientes que ‘congeló’ mientras fue procurador, pero se sabe que es
partícipe de negocios inmobiliarios bastante chuecos, que no salieron a la luz
durante el padrecismo. Pero ahora…
VI
A Jorge Morales se le acusa
de capar la cochi. En lenguaje sonorense, eso significa condicionar, como
funcionario público, a una ‘mochada’ el pago de compromisos por contratos con
el gobierno. Las denuncias no vienen de instituciones, sino de particulares.
Pero el asunto es más grave.
También enfrenta denuncias por enriquecimiento ilícito y por fraude.
Con eso es con lo que tiene
que lidiar Carlos Navarro Sugich, antes de que la lumbre le llegue a sus
propios aparejos. Porque las denuncias en su contra se mantuvieron congeladas
mientras fue procurador, pero de aquí en adelante su destino es impredecible.
VII
Justo el día del recolector
de basura, Primero de febrero, Jorge Morales Borbón fue detenido por la policía
y encerrado en la cárcel.
Hice la referencia en mi
cuenta de Twitter y un lector me reclamó: “Qué pasó, no ofenda a los
tirabichis. Ellos recolectan basura, no mierda”, escribió el tuitero
@JavierEnrikez
De ese tamaño la reacción en
redes sociales a propósito de la detención del primer secretario del gabinete
padrecista, apresado por el delito de extorsión (sin derecho a fianza) y con
procesos abiertos por enriquecimiento ilícito y fraude, que deberá enfrentar en
prisión.
En las redes sociales el juicio
contra el ex funcionario fue implacable y no era para menos.
Jorge Morales Borbón, desde
el súbito empoderamiento que da el proverbial ladrillo sexenal fue parte
importante de las campañas más negras no sólo contra adversarios partidistas,
sino contra ciudadanos y periodistas a quienes hizo objeto de investigaciones
sobre su vida privada, montando a partir de hechos ciertos o inventados
auténticas campañas de difamación y escarnio público.
Todo con el poder que da el
generoso afluente de dinero público, que desde la secretaría de Comunicación y
la de Imagen Institucional que comandaba otro pájaro de cuentas como Javier
Alcaraz Ortega, fue usado no para promover la obra de gobierno de Guillermo
Padrés, sino para intentar por un lado, construir el blindaje a sus
trapacerías, y por otro, aniquilar a cualquiera que osara disentir, mediante
prácticas de hostigamiento que rayaban en el terror medieval.
Así las cosas, es natural que
muy pocos medios de comunicación y/o periodistas, salieran a defender al reo.
Por el contrario, en las redacciones hubo fiestas trabajosamente vestidas de
tendencia a la objetividad. No me alegro, pero se hizo justicia, era una frase
recurrente entre los colegas.
VIII
Ya entrada la noche, en un portal creado y
financiado por Jorge Morales Borbón, y en el cual emplea a algunos subalternos
que le hacían el trabajo sucio durante su gestión (Luis Enrique Montejano, Danilo Luna, Saúl
Colorado, Hiram Rascón, entre otros), difundió un video en el que aparece el
propio Morales adelantando lo que le habría de suceder.
Se queja de persecución
política y culpa a la gobernadora Claudia Pavlovich de “cualquier cosa fuera de
lo normal” que le pudiera suceder.
Lo cierto es que con ello,
deslinda a la gobernadora pues lo que le sucedió, es decir, que lo hayan
encarcelado, no es nada fuera de lo normal para alguien que como él, debe
responder por sus actos como funcionario público.
También nos puedes seguir en
Twitter @Chaposoto
(DOSSIER POLÍTICO/ Arturo Soto Munguía /
2016-02-02)
No hay comentarios:
Publicar un comentario