MÉXICO, DF (apro).- A golpe
de propaganda, el gobierno de Enrique Peña Nieto pretende hacer virtud de sus
incapacidades. La reaprehensión de Joaquín El Chapo Guzmán se ha convertido en
una intensa campaña propagandística para sepultar las complicidades que desde
su gobierno permitieron para que el capo sinaloense se fugara hace medio año.
El escepticismo con que la
recaptura fue recibida en la prensa extranjera se debió a que el gobierno
mexicano le ha dado vuelta a las responsabilidades que hay detrás de la evasión
de Guzmán Loera.
Cuando ocurrió la fuga, la
pregunta fuera de México era por qué Peña mantenía en su cargo al principal
responsable político del fiasco, el secretario Miguel Ángel Osorio Chong.
De él dependían directamente
los encargados de vigilar al narcotraficante más buscado del mundo: la Comisión
Nacional de Seguridad, la División de Inteligencia de la Policía Federal y la
entidad responsable de los penales federales, el Órgano Administrativo de
Prevención y Readaptación Social. Excepto a la coordinadora de prisiones
federales Celina Oseguera Parra, Osorio sólo movió a quienes ocupaban esos
cargos.
También se mantuvo el
director del principal aparato de información del Estado mexicano, el Centro de
Información y Seguridad Nacional (Cisen). Una eventual salida de Eugenio Ímaz
tendrá que ver más con asuntos de salud que por su fracaso en detectar las operaciones
de Guzmán dentro y fuera del penal del Altiplano.
En los países donde la
rendición de cuentas ha provocado la caída hasta de presidentes, la permanencia
del secretario de Gobernación profundizó las dudas sobre el compromiso de Peña
para hacer respetar el Estado de Derecho.
Mientras en el mundo ese ha
sido el tono de la cobertura a la recaptura, en México el gabinete de seguridad
está desbordado en una borrachera de algo que presentan como un éxito cuando en
realidad es la enmienda de un fracaso que ellos mismos propiciaron.
Las dependencias que
participaron en la detención de Guzmán no han dejado de filtrar, cada una por
su lado, los pormenores de la recaptura.
En mayo de 2013, Peña le dio
al portavoz de su gobierno, Eduardo Sánchez, el cargo de vocero del gabinete de
seguridad. O Sánchez está propiciando las filtraciones o está totalmente
rebasado por cada una de las dependencias del gabinete de seguridad interesadas
en que se sepa lo que hizo cada una para atrapar a El Chapo.
El gobierno ha optado por
soltar pedazos de información a periodistas para convertirlos en meros
propagandistas. Es la misma prensa que ahora amerita a Osorio Chong como
presidenciable.
El despropósito no puede ser
mayor. Es la distorsión de la vida pública: premiar a quien colocó a México en
el hazmerreír ante el mundo.
Es tal la descomposición
institucional y social en el país que ya se toma en serio la posibilidad de que
alguien puede ser presidente de la República gracias a lo que haga o deje de
hacer con un jefe del narcotráfico.
Comentarios: @jorgecarrascoa
(PROCESO/ ANÁLISIS/ JORGE CARRASCO
ARAIZAGA/ 14 DE ENERO DE 2016)
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