Trabajadores
de El Super. Batallas legales. Foto: Colyn Messecar / UFCW
Desde hace
dos años, cuando la empresa mexicana Chedraui aumentó considerablemente su
participación accionaria en la cadena estadunidense de autoservicios El Super,
en ésta se presentan problemas que afectan a sus trabajadores: despidos
injustificados, menos horas de trabajo y cada vez peor pagadas, retiro de
algunas prestaciones y hostigamiento a quienes se atreven a protestar… Muchos
casos se han dirimido ya en las cortes; aun así las irregularidades persisten.
La forma de lucha de los empleados de estas tiendas es inusual, pero ya está en
marcha: un boicot contra su propio centro de trabajo.
Los Ángeles, Cal.
(Proceso).- Rafael Castro habla pausadamente, pero en su voz se percibe una
mezcla de molestia e indignación. Durante 10 años fue gerente de una sucursal
de El Super, una de las cadenas de supermercados latinos más grandes en Estados
Unidos. Tras casi una década de supervisar cajeras y atender clientes, el 13 de
marzo de 2013 fue despedido. El corte de caja mostró un faltante de cinco
dólares. Lo acusaron de mal manejo de fondos.
Este despido se suma
a varios casos similares entre trabajadores de El Super a partir de 2013,
cuando la mexicana Chedraui decidió aumentar su inversión en aquella cadena,
que tiene 50 establecimientos en California, Arizona y Nevada y emplea a más de
5 mil personas.
Cada año la cadena
de El Super reporta ingresos por mil 200 millones de dólares, según la revista
especializada Supermarket News.
Aunque los
supermercados operan en Estados Unidos bajo el registro de Corporación Bodega
Latina, esta razón social es propiedad de la tercera empresa de tiendas de
autoservicio más grande de México: Grupo Comercial Chedraui.
Chedraui opera 216
tiendas en México, surtidas por cinco centros de distribución. Las operaciones
de El Super generan 22% de los ingresos netos de Chedraui, que en 2013 obtuvo
ganancias por 131 millones de dólares, un incremento de 6.5% en relación con
2012. Por lo que toca a sus ingresos (es decir el total de las ventas), la
cifra ascendió a 5 mil millones de dólares en 2013, 3.8% más que en 2012.
Tras su despido,
Castro inició una querella ante las autoridades laborales, las cuales fallaron
a su favor el 28 de mayo de 2015 y determinaron que su despido fue
injustificado.
Este fallo se suma a
una serie de irregularidades detectadas por la propia autoridad laboral durante
los últimos meses: a partir del vencimiento del último contrato colectivo de
sus trabajadores, El Super ha debido enfrentar procesos legales ante las
autoridades de trabajo a nivel estatal en California, y a nivel federal, así
como un boicot convocado por los empleados, que comenzó a principios de 2015 y
aún está en marcha.
VIOLACIONES LABORALES
En 1995 se formó en
Estados Unidos la Corporación Bodega Latina (BLC). Los fundadores fueron Mark
N. Schwartz y Carlos A. Smith, actual presidente de la empresa, con una
inversión inicial de Chedraui.
Se decidió entonces
adoptar para la cadena el nombre comercial de El Super. En 2004, Chedraui
incrementó su inversión en BLC a 66.2%, y para 2014 ya poseía 83.36%. El Super
había pasado de siete a 50 tiendas en Estados Unidos, crecimiento que en su
mayoría se alimentó de la adquisición de compañías rivales más pequeñas,
incluido Gigante USA.
El conflicto legal
entre los trabajadores de El Super y la empresa tiene su origen en el proceso
de negociación de un nuevo contrato colectivo entre mayo y septiembre de 2013.
El Sindicato de Trabajadores Unidos del Sector Comercial y de Alimentos del Sur
de California (UFCW) representa a cerca de 600 trabajadores de El Super en
siete establecimientos. Son trabajadores de un rango salarial bajo,
predominantemente latinos, y la mayoría de ellos migrantes.
Tras la expiración
del contrato vigente hasta el 27 de septiembre de 2013, y tras el fracaso de
las negociaciones entre las partes, en mayo de 2014 la empresa ofreció un
contrato que los trabajadores decidieron no aceptar por no apegarse a sus
demandas: salarios dignos, respeto en el trabajo, derechos de antigüedad,
acceso a beneficios de salud, días de enfermedad pagados y una garantía de 40
horas de trabajo por semana. Actualmente los trabajadores sólo reciben una
asignación de 32 horas por semana y los salarios se tasan por hora trabajada.
Luz Amparo García es
una de las trabajadoras que apoya el boicot. Durante seis años ha visto pasar
miles de productos y alimentos por las cajas de cobro de la sucursal 16 de El
Super, donde es cajera. Sin embargo, su salario no le alcanza para que haya
suficiente comida en su mesa.
Originaria de
Medellín, Colombia, Luz, de 54 años, llegó a Estados Unidos en 2001 y desde
entonces trabaja para enviar dinero a su madre y a sus hermanos. “Empecé con un
salario de nueve dólares por hora; llevo seis años trabajando y mi salario es
de 12.80 dólares, pero se ha quedado estancado; con los aumentos que indicaba
el contrato ya debería de ir en 15 dólares. Y con la pérdida de los beneficios
que teníamos hace dos años, mi nivel de vida se ha deteriorado”.
Luz es una de las
empleadas que sólo trabaja 32 horas a la semana; en ocasiones el monto se
reduce a 28 horas. “Imagínese, gano 300 dólares a la semana y pago 750 dólares
de renta al mes por un garaje adaptado como vivienda. Tengo que compartir el
espacio con una compañera de Nicaragua”, relata.
Hay días en los que
de plano el dinero no le alcanza. Entonces acude a una iglesia cercana, que
ofrece víveres a personas necesitadas. “Imagínese, mandar el dinero de las
medicinas de mi madre, pagar mis cuentas, el agua, el teléfono, el carro y el
costo de cuando me enfermo. Una de las cosas que estamos peleando es que nos
den un seguro de salud que podamos pagar. Y que nos muestren nuestros ingresos
por horas extra; desde 2012 no aparece esa cuenta en nuestro talón de cheque”.
Cuando vieron que en
la oferta de contrato colectivo de 2014 la empresa no cumplía con sus demandas
básicas, los trabajadores llamaron a votación, rechazaron la oferta y
autorizaron una huelga, en tanto que el UFCW presentaba cargos contra El Super
por prácticas laborales injustas.
“Los empleados
trabajaron con un contrato vencido durante el periodo de negociación; cuando
llegó el momento de votar, que ganó el ‘no’ e iniciaron la preparación de la
huelga, Carlos Smith empezó a tener juntas a puerta cerrada con los
trabajadores”, explica Rigoberto Valdez, vicepresidente de la Local 770 del
UFCW. “El objetivo era lanzar una campaña de intimidación. Cuando entraban los
trabajadores, les quitaban los celulares para que nadie grabara o tomara fotos.
Entonces insultaban a los líderes sindicales, los ridiculizaban y ejercían
presión para que los trabajadores se salieran del sindicato”.
El UFCW agrupa a
varias de las cadenas de supermercados que operan en Estados Unidos. De acuerdo
con los tabuladores de la industria manejados por el sindicato, El Super es uno
de los empleadores con condiciones laborales más injustas.
Un ejemplo: en la cadena Food for Less,
principal competencia de El Super, un cajero puede ganar hasta 17.55 dólares
por hora. Un empleado de El Super con el mismo nivel y experiencia percibe
12.86 dólares por hora. En algunos supermercados mejor pagados, como la cadena
Ralphs, el mismo trabajador puede ganar hasta 22.85 dólares por hora; casi el
doble que uno de El Super.
LA HERENCIA DE CÉSAR CHÁVEZ
El 20 de diciembre
de 2014 las federaciones del trabajo del estado de California y del condado de
Los Ángeles dieron su apoyo al boicot como medida de presión. Dos días después,
cuatro organizaciones comunitarias crearon un grupo llamado Coalición por un
mejor El Super y exigieron a las autoridades de salud del condado una
investigación a la cadena.
Desde febrero de 2014 las inspecciones
realizadas a las tiendas de los condados de Los Ángeles, San Bernardino y
Orange han documentado 679 violaciones a las normas de salud ambiental.
En los meses
posteriores, más de 300 organizaciones comunitarias, laborales, religiosas y
concejos vecinales o de desarrollo de Los Ángeles se han sumado al boicot. En
marzo, Dolores Huerta, la mítica líder sindical que junto con César Chávez
impulsó el boicot a la producción de uva para lograr mejores condiciones de
trabajo para los campesinos, también expresó su apoyo.
“La táctica del
boicot la tomamos siguiendo el ejemplo de los trabajadores de la agricultura en
los sesenta y setenta con Dolores Huerta y César Chávez”, explica Valdez. “A
diferencia de la huelga, en el boicot se le pide al consumidor que no compre el
producto, pero los trabajadores siguen trabajando, haciendo un sacrificio; les
cortan horas de trabajo para compensar las pérdidas. Nosotros no podemos parar
sin cobrar durante meses, pero pedimos a la comunidad que se sume a la
denuncia: en esta tienda tratan a los empleados mal y no les importan nuestras
comunidades en Estados Unidos, se llevan todas las ganancias a México”.
Mientras el caso
legal avanza, los trabajadores de El Super ya suman algunas batallas ganadas en
esta larga guerra. Las autoridades laborales ya han reconocido que la cadena
incumplió su obligación legal de regresar a la mesa de negociaciones. Se han
aceptado las denuncias de violación de los derechos de los trabajadores contra
la directiva de la cadena por prácticas de intimidación, que van desde las
juntas con trabajadores convocadas por Smith, hasta los despidos en cada tienda
cuando los trabajadores lideran la organización de sus compañeros. Y en sus
días de descanso, los trabajadores se manifiestan afuera de las tiendas.
La empresa, en
tanto, está en un proceso de apelación ante las juntas laborales; a través de
comunicados, ha justificado su retiro de las negociaciones debido a que éstas
llegaron a un punto muerto, y ha negado las acusaciones de mal manejo de
alimentos. Proceso buscó una declaración directa de Frank Aguirre, gerente de
relaciones comunitarias de El Super, sin que al cierre de esta edición se
hubiera obtenido una respuesta.
“El Super sirve a la
comunidad de origen mexicano”, explica Valdez. “Chedraui vino a Estados Unidos
a bajar el estándar de los trabajadores de esta industria, tal vez porque sus
trabajadores son en su mayoría inmigrantes y no siempre conocen sus derechos, o
tienen miedo. Pero con la campaña que hemos hecho estos dos años, mucha gente
ha perdido ese miedo y levantado la voz, aún a costa de su vida personal. La
gente que viene a Estados Unidos sacrifica muchas cosas para obtener una vida
mejor. Que una empresa como Chedraui no sea lo que lo impida”.
(REPORTAJE/
REPORTAJE ESPECIAL/ EILEEN TRUAX/ 7 DE AGOSTO DE 2015)
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