Raymundo Riva Palacio
La síntesis de la estrategia
del gobierno de Enrique Peña Nieto en materia de seguridad, se puede resumir en
una frase: de ventanilla única, como dijo que sería la cooperación con Estados
Unidos, a ventanilla multimodal. En dos años y medio, la fuga de Joaquín “El
Chapo Guzmán”, lo puso en su lugar. No fue sólo la arrogancia, sino la
incompetencia lo que lo golpeó. La humillación por la evasión lo hizo humilde y
subordinado: tuvieron que aceptar que sin los cazadores de Pablo Escobar, el
jefe del Cártel de Medellín que se escapó de la cárcel en 1992, poco iba a
poder hacer. A dónde ha llegado, sin estar aún a la mitad del camino.
Los cazadores de Escobar son
colombianos y estadounidenses, y llegan a México entre llamados de auxilio y
presiones de Washington.
El gobierno estadounidense ha
sido cuidadoso en las formas públicas, pero rudo en las privadas. Para estar
convencidos que el gobierno de Peña Nieto no había liberado a Guzmán como
consecuencia de un pacto entre ellos, los representantes de la DEA y el FBI lo
preguntaron directamente en la Procuraduría General de la República. Si fue una
fuga, fue casi la exigencia, ellos tenían que estar en la cacería. Será la
parte visible de la cooperación de Washington en la búsqueda de “El Chapo”; en
la invisible participará la Marina estadounidense.
La pregunta es ¿qué hará?
¿Proveerán información de inteligencia solamente? ¿Trabajarán coordinadamente
con los comandos de élite de la Marina mexicana para capturarlo? Así fue como
lo detuvieron en febrero del año pasado, en una operación conjunta. La DEA
aportó la inteligencia, la CIA envió un dron para apoyar en la intercepción
final de telecomunicaciones y la oficina de alguaciles a sus expertos en la
decodificación de esa información, porque el Gobierno de Peña Nieto nunca usó
los drones que envió Washington a México por la Iniciativa Mérida, y despidió a
quienes manejaban la telemática porque sus salarios eran muy altos. O ¿irán más
allá?
Ir más allá significa, en
castellano, eliminarlo. Esa fue la instrucción que se dio a las unidades
encargadas de cazar a Escobar cuando se fugó a mediados de 1992 de la cárcel en
Envigado, suburbio de Medellín. No lo querían una vez más como prisionero. El
recuerdo de esa fuga no es nostálgico.
El grupo de élite que se está
conformando para recapturar a “El Chapo” está integrado a imagen y semejanza de
aquel, incluso con algunos de sus miembros más prominentes. Según El Tiempo de
Bogotá –el periódico donde la familia del presidente Juan Manuel Santos
mantiene una fuerte ascendencia–, el Gobierno colombiano envió una “comisión de
élite” a México para ayudar a su recaptura.
Entre sus integrantes están
los generales retirados Rosso José Serrano, jefe de la Policía Nacional durante
el gobierno de Ernesto Samper, y considerado uno de los cerebros detrás del
desmantelamiento de los cárteles de Medellín y Cali; Ismael Trujillo Polanco,
que fue director de Policía Judicial e Inteligencia, que hoy está incorporada a
Interpol; y Luis Enrique Montenegro, el jefe táctico en la guerra contra los
cárteles colombianos, que fue director del Departamento Administrativo de
Seguridad, que era el órgano de inteligencia civil.
Los tres, junto con unidades
de élite de la Marina y fuerzas especiales del Ejército de Estados Unidos
integraron el llamado “Bloque de Búsqueda”, creado por el presidente César
Gaviria en 1992, para capturar, vivo o muerto, a Escobar. El Bloque de Búsqueda
estaba compuesto por miembros del Ejército, la Marina, la Policía y otras áreas
de inteligencia colombianas y estadounidenses, y operaba independiente del
Gobierno. A nadie le informaban lo que hacían o iban a hacer, ni cómo lo iban a
hacer. Tenían a su disposición un presupuesto abierto y el permiso para matar.
Eso sucedió en diciembre de 1993 con Escobar.
El Bloque de Búsqueda no fue
desarticulado después de que lo eliminaron. A partir de ahí, destruyeron el
cártel patriarcal que era el de Medellín, y fue trasladado al Valle del Cauca,
donde fueron desmantelando el cártel de Cali, capturando o matando a varios de
sus líderes.
Después de esas operaciones
cesó sus operaciones hasta 2004, cuando lo reactivó el gobierno de Álvaro Uribe
para combatir el cártel del Norte del Valle, heredero de las viejas bandas
criminales, y capturar a su líder, Diego León Montoya Sánchez. “Don Diego” fue
aprehendido el 10 de septiembre de 2007, y nueve días después se detuvo en la
Ciudad de México a su principal lugarteniente, Juan Diego Espinoza, “El Tigre”,
y a quien era su pareja y en ese entonces señalada como jefa de relaciones
públicas de “El Chapo” Guzmán, Sandra Ávila Beltrán, la llamada “Reina del
Pacífico”.
La formación para la cacería
de “El Chapo” Guzmán es una versión mexicana del Bloque de Búsqueda. Las
autoridades mexicanas no lo reconocen así porque es tanto como admitir el
fracaso de su política de seguridad. Pero los errores por bisoños le han
costado alto a la soberanía mexicana que ofrecían defender.
Querían ser diferentes al
gobierno de Felipe Calderón que desarrolló un colaboracionismo sin precedentes
con Estados Unidos, y están hoy peor que lo peor de aquél sexenio. Por sus
errores tuvieron que abrir la puerta a un escuadrón internacional que va sobre
Guzmán, vivo o muerto, como fue la orden sobre Escobar.
A esto hemos llegado.
(ZOCALO/ COLUMNA “ESTRICTAENTE PERSONAL”
DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 30 DE JULIO 2015)
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