El Gobierno federal está
ocultando la verdad de lo que sucedió el viernes pasado en Jalisco. La versión
pública, difundida a través de informes del comisionado nacional de Seguridad,
Monte Alejandro Rubido, y en boletines de prensa de la Secretaría de la Defensa
Nacional, está tamizada, en ocasiones inverosímil, salpicada con medias
verdades y ambigüedades. Hay informaciones que no concuerdan con la experiencia
acumulada en campo en el combate al cártel Jalisco Nueva Generación, el
objetivo no declarado del operativo del viernes pasado, ni hay todavía una
explicación del porqué fracasó una acción que debía haber sido quirúrgica.
La versión oficial no puede
sostenerse. Tanto la Defensa Nacional como el comisionado Rubido han insistido
en que el helicóptero golpeado en el rotor con un proyectil RPG, cuyo acrónimo
en inglés significa “cohete lanzado por una granada”, que lo hizo descender de
emergencia a tierra, realizaba un trabajo de “reconocimiento”.
Sin embargo, han dejado
correr la versión en los medios de que lo que realizaba era tareas de
“vigilancia”. Las dos descripciones no son lo mismo. La palabra
“reconocimiento” significa, en términos militares, la exploración en territorio
enemigo con el propósito de recolectar inteligencia. La “vigilancia” significa,
en términos militares, llevar a cabo un monitoreo del comportamiento táctico y
los movimientos del enemigo. Usarlas como sinónimo, tergiversa y oculta la
verdad.
El helicóptero atacado fue
identificado por el comisionado Rubido como un Cougar, que es uno de los 12
Super Cougar, modelo EC 725, fabricado por la empresa francesa Eurocopter. Sin
embargo, ese tipo de helicóptero no es utilizado por decenas de ejércitos en el
mundo, ni para reconocimiento, ni para vigilancia. De acuerdo con sus
configuraciones, puede servir para evacuación de heridos, transportación, o
búsqueda y rescate de tropas. Por el número de personal que llevaba –18–, se
podría asumir que estaba realizando una operación de traslado de fuerzas.
La Defensa Nacional dijo en
un comunicado el helicóptero realizaba un “reconocimiento aéreo”. Ese tipo de
acción es la que más concuerda con la información confidencial sobre los
pasajeros en el helicóptero. De acuerdo con fuentes gubernamentales, un número
indeterminado de militares, así como dos policías federales mujeres, pertenecen
a las áreas de inteligencia. La versión concuerda con la racional del operativo
de inteligencia, pero no explica las razones por las que, con toda la
información sobre el control que tiene Nemesio Osegura, el jefe militar del
cártel Jalisco Nueva Generación apodado “El Mencho”, se hayan dejado a un lado
los drones que le dio Estados Unidos a México en vísperas del cambio de
Gobierno en 2012. Los drones, no tripulados ni artillados, son idénticos a los
que utilizó la CIA para recopilar inteligencia durante la operación donde
abatieron a Osama Bin Laden en Pakistán.
No hay ninguna palabra de los
drones, que supuestamente fueron reincorporados al servicio a finales del año
pasado, luego de que en el arranque de la administración del presidente Enrique
Peña Nieto, el primer comisionado, Manuel Mondragón y Kalb, despidió a los
responsables de operarlos y dejó las sofisticadas naves en un hangar.
Pero el no uso de los drones
puso en riesgo la vida de personal de las fuerzas de seguridad, y causó la
muerte de seis militares. Este es el otro episodio oscuro en la versión pública
de lo que pasó en Jalisco el 1 de mayo. De acuerdo con la información oficial,
murieron tres militares y tres más fueron reportados como desaparecidos.
Si el helicóptero no estalló
en el aire –aunque no se conocen imágenes de la nave, el número de
sobrevivientes lo demuestra–, ¿qué sucedió con ellos? ¿Cayeron de la nave
mientras se desplomaban al perder estabilidad? Si fuera así, ¿por qué tuvieron
que realizarles pruebas de ADN para verificar su identidad? Este tipo de
análisis sugiere que estaban calcinados o irreconocibles. ¿Por qué sus cuerpos
se encontraban en ese tipo de descomposición y no el de los otros pasajeros? Se
puede plantear como hipótesis, ante la insuficiencia notable de información
sobre este episodio, que pudieron haber sido capturados e interrogados para
saber todos los detalles posibles sobre la operación, para después asesinarlos.
Sin embargo, hay más dudas. ¿Por qué, entonces, no mataron al resto? ¿por qué
no se llevaron también a las policías federales?
(ZOCALO/ Columna Estrictamente Personal
de Raymundo Riva Palacio/ 06 de mayo 2015)
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