El fracasado proyecto peñanietista de constituir una Gendarmería Nacional es reflejo de las serias inconsistencias imperantes en el aparato de seguridad interna del Estado, las cuales tuvieron su expresión más clara en la pugna desatada entre civiles y militares por el control de la nueva corporación. De plano, la Comisión Nacional de Seguridad no consiguió echar a andar el proyecto en el primer año y medio del gobierno de Peña Nieto, de manera que esa fuerza policiaca militarizada que se pretendía instituir al margen de la Policía Federal acabó gestándose como un remedo del muy ambicioso plan original.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La propuesta de Enrique
Peña Nieto de crear una Gendarmería Nacional para replegar a los
militares a sus cuarteles acabó en mera intención. Pospuesta una y otra
vez por indefiniciones y discrepancias al interior del gabinete de
seguridad, la idea de crear una gran corporación inspirada en
experiencias internacionales terminó reducida a un apéndice de la
cuestionada Policía Federal (PF).
La disputa entre civiles y militares por el control del que sería un
nuevo cuerpo nacional de policía y la inoperancia de la Comisión
Nacional de Seguridad (CNS) para echarlo a andar en el primer año y
medio del gobierno de Peña Nieto trabaron la de por sí difícil creación
de una corporación que a la larga se erigiría al margen de la PF como un
cuerpo de policía militarizada encargado de lidiar con la inseguridad
interna, como ocurre en Colombia, Chile, Francia e Italia, entre otros
países.
El plan original de Peña Nieto de crear una Gendarmería Nacional se
frustró ante la negativa del Ejército y la Marina de ceder el mando de
sus hombres a un civil, aseguran allegados a las negociaciones. Cuando
los militares se apartaron del proyecto original, el gobierno federal se
vio obligado a crear una división de Gendarmería dentro la PF. Pero
enfrentó otro problema, la falta de policías federales dispuestos a
convertirse en gendarmes.
En diciembre de 2012, cuando Peña Nieto hizo el anuncio formal de la
Gendarmería Nacional, aseguró que “no habría improvisaciones”. Pero el
cambio de planes ha sido la constante en la CNS, el organismo de la
Secretaría de Gobernación responsable desde el principio de crear la
nueva corporación. Hasta su propio titular ha cambiado.
Sin las precisiones sobre la estructura y funcionamiento de lo que
harán los gendarmes de la Policía Federal, la CNS ha informado a
cuentagotas lo que hará esa nueva fuerza y ha cambiado una y otra vez el
inicio de su operación.
El plazo más reciente fijado por la propia CNS se venció en los días
finales de julio, sin que antes se haya anunciado el marco legal
específico para su actuación, en una repetición de lo ocurrido el
gobierno pasado, cuando Felipe Calderón decidió que los militares
salieran a las calles a cumplir funciones de seguridad pública y a
combatir el narcotráfico. Sin más respaldo que tesis jurisprudenciales
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Ejército y la Marina
dispusieron entonces que más de 40 mil de sus efectivos salieran a las
calles en la llamada “guerra al narcotráfico”.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 1970, ya en circulación)
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