CIUDAD
VICTORIA, Tamps. (apro).- La reciente detención de Fernando Martínez
Magaña El Z-16, Juan Fernando Álvarez Cortes, El Ferrari, y Juan Manuel
Rodríguez García, Juan Perros –tres de los principales jefes de plaza de
los carteles del Golfo y Los Zetas– en diversos municipios del estado
de Nuevo León no han sido producto de investigaciones de las fuerzas
federales, sino de filtraciones surgidas del seno de sus propias
organizaciones, según revelan fuentes consultadas por esta agencia.
De
acuerdo con la misma fuente, desde hace rato, las pugnas internas por
el poder en ambos grupos criminales han sido la constante. Sin embargo,
reconocen que por cada detenido hay al menos una fila de tres o cuatro
aspirantes listos para sustituir al jefe caído, lo que también está,
dicen, contribuyendo a la fragmentación de dichos carteles.
En el
caso del Cártel del Golfo, en abril pasado comenzó una cruenta lucha por
el liderazgo de la organización tras la muerte, en la ciudad de
Monterrey, de Homero Cárdenas Guillén, El Majadero, y la captura de
Jesús Alejandro Leal Flores, El Simple, y de Javier Garza Medrano,
Comandante 14, jefes de plaza de Matamoros, Reynosa y Tampico,
respectivamente, que pretendían quedarse al frente de la organización.
Después
de semanas de enfrentamientos en todas sus plazas, algunos capos
cruzaron la frontera con los Estados Unidos y otros decidieron
refugiarse y montar su centro de operaciones en la vecina ciudad de
Monterrey, Nuevo León, para librarse del acoso de los rivales, aseguran
las fuentes consultadas.
Sin embargo, de nada les sirvió porque en
menos de dos semanas fueron detenidos un jefe de plaza del Cártel del
Golfo y dos capos de Los Zetas, los tres mantenían luchas internas en
sus propias organizaciones por el poder.
En la frontera
tamaulipeca se da como un hecho que la captura de Juan Manuel Rodríguez
García, Juan Perros y/o Pantera 11, jefe de plaza de Río Bravo y una
zona de la Ribereña, se debió a la pugna que mantiene con el Comandante
Paquito por el control de Reynosa.
Esta ciudad fronteriza tiene
tiempo sumergida en una escalada de violencia por las fracciones del
Cártel del Golfo que pretenden controlarla. Históricamente ha estado
bajo el control de Los Metros que están bajo el acoso permanente del
grupo de Matamoros y de sus rivales, Los Zetas, que pretenden
arrebatarles la plaza.
Con la captura de Juan Perros el pasado 25
de mayo se prevé que ascienda un capo conocido como El Gafe, quien había
expulsado al Comandante Paquito. Además, existen otros cinco jefes
esperando su turno para escalar al poder.
Las traiciones en dicho
Cártel han sido la constante desde que tomó el control Oziel Cárdenas
Guillén. Por ejemplo, Jorge Eduardo Costilla, El Coss, logró llegar al
poder por dos vías: asesinado o entregando a la Marina a sus oponentes.
Rafael
Cárdenas Vela, El Junior, exjefe de la plaza de Matamoros, contó a los
fiscales de Estados Unidos las traiciones que cometió El Coss en un
juicio celebrado en septiembre del 2012 en Brownsville, Texas, en el que
fue testigo de la Fiscalía, meses después que fue detenido en la Isla
del Padre.
Cárdenas Vela aseguró que Eduardo Costilla ordenó la
muerte del carismático Samuel Flores Borrego, Metro 3, jefe de plaza
en Reynosa. Posteriormente traicionó a su tío Ezequiel Cárdenas Guillén,
Tony Tormenta, filtrando su ubicación a la Marina. El Junior confesó
que tuvo que huir a Estados Unidos luego de que El Coss ordenó su
ejecución.
Actualmente, las tres principales plazas del Cártel del
Golfo –Reynosa, Tampico y Matamoros–, enfrentan una racha de violencia
por las pugnas internas, las cuales amenazan con terminar de fragmentar
aún más al otrora poderoso grupo criminal.
En el caso de Reynosa se prevé que “con la caída de Juan Perros se pueda desatar otro conflicto por la jefatura de dicha plaza.
Pugnas debilitan a Zetas
La
reciente captura de un jefe de plaza, un jefe de sicarios y un
contador de Los Zetas en la zona metropolitana de Monterrey también
es atribuida a la soterrada lucha interna por el control de dos
importantes ciudades: Ciudad Victoria y Nuevo Laredo.
Juan
Fernando Álvarez Cortés, El Ferrari, capo regional que operaba en la
plaza de Ciudad Victoria, había huido a la zona metropolitana de
Monterrey después del asesinato del jefe de Inteligencia de la
Secretaría de Seguridad de Tamaulipas, Salvador de Haro Muñoz, el pasado
6 de mayo.
Tres días antes la Marina detuvo en San Pedro Garza
García a Fernando Martínez Magaña, Z-16, jefe de sicarios en Nuevo
Laredo, y a su contador Ernesto Villegas Angulo.
Después de la
captura de El Ferrari, se preparan a tomar el control de Ciudad Victoria
los comandantes Cabeza de Marrano, El Güero Barrientos, La Borrega.
En
el caso de los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales, Z-40 se quedó sólo
en la cúpula de la organización luego de traicionar al menos a media
docena de exmilitares fundadores.
Enrique Rejón Aguilar, El
Mamito, quien durante casi tres años supervisó las plazas controladas
por Los Zetas, aseguró que Z-40 fue quien lo entregó a la Policía
Federal, luego del asesinato del agente aduanal estadunidense Jaime
Zapata, en San Luis Potosí.
El Mamito contó lo anterior también
como testigo de fiscales estadunidenses en el juicio que se le siguió en
Austin, Texas, a Héctor Treviño Morales, hermano del Z-40, por lavado
de dinero comprando caballos Cuarto de Milla, los cuales mantenía en un
rancho de la ciudad de Oklahoma.
Tanto El Mamito, como el capo
Iván Velázquez Caballero, Z-50 acusan a Miguel Ángel Treviño de filtrar a
la Marina la ubicación del líder Heriberto Lazcano. Además, aseguran
que también puso a los capos Jaime González Duran, El Hummer y a Raúl
Lucio Hernández, El Lucky, jefe de la plaza de Veracruz, entre otros.
A
consecuencia de esas traiciones perdieron a los capacitados
exmilitares que habían hecho de Los Zetas la organización criminal más
poderosa y la de mayor crecimiento de México.
Las continuas
divisiones y ajustes de cuentas siguen debilitando a Los Zetas y al
Cártel del Golfo al punto que ahora tienen problemas para reclutar
nuevos miembros. Por ellos realizan ‘levantones’ entre los migrantes
centroamericanos o sólo se afilian los pandilleros adolecentes de las
zonas urbanas marginadas.
Todo ello ha provocado que los nuevos
capos sean cada vez más jóvenes y por consecuencia más inexpertos,
pero también más peligrosos, dicen las fuentes consultadas.
Además, las capturas y ejecuciones de capos han derivado en más fragmentaciones de las organizaciones criminales.
Como
consecuencia actualmente existen en todo el Noreste una gran cantidad
de pequeños grupos que ya no operan como cárteles del narcotráfico, sino
como criminales del fuero común secuestrando y extorsionando, pero con
armamento pesado y con la experiencia que les dejó militar en los Zetas
o el CDG.
Mientras que la estrategia del gobierno sigue en la dinámica
de capturar a “grandes capos”, pero sin detener a los políticos, jefes
policiacos y militares que los protegen. Además, nunca realizan redadas
para desarticular a las nuevas mafias.
/29 de mayo de 2014)
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