#Puntossobrelasíes
Un amigo de Michoacán me dijo hace tiempo; si un día recibes
una llamada y te dicen: “tenemos a tu familia, a tus hijos, y te tenemos
ti”, ¿qué harías? ¿Negociarías?
La Procuraduría General de la República
tiene pruebas de que Jesús Reyna se reunió con “La Tuta” y de que,
cuando Quique Plancarte fue rodeado por los Marinos, le llamó al
exgobernador de Michoacán para que le ayudara a sacarlo.
¿De cuántas cosas más y de cuántos otros, tienen pruebas?
Un amigo de Michoacán me dijo hace tiempo; si un día recibes una llamada y te dicen: “tenemos a tu familia, a tus hijos, y te tenemos ti”, ¿qué harías? ¿Negociarías?
Me cuestiono: ¿qué se puede negociar en el mundo del plomo o la plata?
Es fundamental empezar a desmontar (desde el principio) el origen del monstruo. Y lamentablemente, a este lo tenemos muy dentro de las estructuras mexicanas.
No es justo responsabilizar a un solo partido de un desastre nacional en el que han participado todos.
Es cierto que los que tenían más poder tuvieron más oportunidades de arreglarlo a través de no cooperar, plantar cara o cumplir con su obligación de erradicarlo, que finalmente es para lo que les pagamos.
De Vallejo mejor ni hablar. Caballero de triste figura -desde el principio hasta hoy- y ahora no por sus complicaciones de orden físico o estado de salud, sino por el espíritu con el que enfrenta la responsabilidad de gobernar un estado (casi en estado de guerra): patético.
Estoy de acuerdo. No hay que prejuzgar a Reyna, ni decir qué le pasó, si es culpable o inocente. Pero de eso a decir que no se comente lo que ya está prejuzgando la PGR, de su mismo partido, arraigándolo durante 40 días, suena a broma macabra o quizá, es la explicación de que hemos llegado hasta aquí –simplemente– porque Vallejo nunca existió.
Los Templarios son una parte importante del problema, en el sentido de que es la formación de una nueva manera de simbolizar la violencia del país. Pero ahora, poco a poco, golpe a golpe, hay que ir sabiendo hasta dónde llegan las raíces que han terminado por corromper a todo y a todos.
No hay que prejuzgar salvo una cosa: entiendo lo que significa que tengan a tu familia y que te tengan a ti, pero también sé que nadie obliga a otro ser humano a ejercer un cargo político. Y en algunos sitios, hacerlo implica correr estos riesgos. Por ello, no plantar cara y no cumplir con los demás, haciendo que el monstruo sea más grande de lo que es ya por sí mismo, es un delito contra la nación.
¿De cuántas cosas más y de cuántos otros, tienen pruebas?
Un amigo de Michoacán me dijo hace tiempo; si un día recibes una llamada y te dicen: “tenemos a tu familia, a tus hijos, y te tenemos ti”, ¿qué harías? ¿Negociarías?
Me cuestiono: ¿qué se puede negociar en el mundo del plomo o la plata?
Es fundamental empezar a desmontar (desde el principio) el origen del monstruo. Y lamentablemente, a este lo tenemos muy dentro de las estructuras mexicanas.
No es justo responsabilizar a un solo partido de un desastre nacional en el que han participado todos.
Es cierto que los que tenían más poder tuvieron más oportunidades de arreglarlo a través de no cooperar, plantar cara o cumplir con su obligación de erradicarlo, que finalmente es para lo que les pagamos.
De Vallejo mejor ni hablar. Caballero de triste figura -desde el principio hasta hoy- y ahora no por sus complicaciones de orden físico o estado de salud, sino por el espíritu con el que enfrenta la responsabilidad de gobernar un estado (casi en estado de guerra): patético.
Estoy de acuerdo. No hay que prejuzgar a Reyna, ni decir qué le pasó, si es culpable o inocente. Pero de eso a decir que no se comente lo que ya está prejuzgando la PGR, de su mismo partido, arraigándolo durante 40 días, suena a broma macabra o quizá, es la explicación de que hemos llegado hasta aquí –simplemente– porque Vallejo nunca existió.
Los Templarios son una parte importante del problema, en el sentido de que es la formación de una nueva manera de simbolizar la violencia del país. Pero ahora, poco a poco, golpe a golpe, hay que ir sabiendo hasta dónde llegan las raíces que han terminado por corromper a todo y a todos.
No hay que prejuzgar salvo una cosa: entiendo lo que significa que tengan a tu familia y que te tengan a ti, pero también sé que nadie obliga a otro ser humano a ejercer un cargo político. Y en algunos sitios, hacerlo implica correr estos riesgos. Por ello, no plantar cara y no cumplir con los demás, haciendo que el monstruo sea más grande de lo que es ya por sí mismo, es un delito contra la nación.
Miércoles 9 de abril de 2014)
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