Primera de dos
partes
Tonatiuh
Castro Silva / Dossier Politico
Cuando un gobierno
sonorense diga que ha logrado acuerdo con 9 de los 11, o con 11 de los 14
gobernadores yaquis, o mejor aún, cuando anuncie que la población de la etnia
respalda las conversaciones entabladas, estaremos ante el inicio de la
conformación de una sociedad sonorense cultural y políticamente armoniosa.
Mientras tanto, la referencia a diálogos con "la mayoría de los
gobernadores yaquis" –sean “legítimos” o no–, e inclusive, las
determinaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación basadas en ese
tipo de alegatos, serán simple demagogia o expresiones viles de la
judicialización de la democracia.
Procurando
cabalidad, las autoridades deben plantearse la necesidad de actuar por encima
de las diferencias gubernamentales internas, siendo incluyentes, si la
concordancia de las partes se basa efectivamente en la justicia social.
Suponer
que los yoreme o yaquis viven en ocho pueblos, y que por lo tanto han de ser
ocho los gobiernos a considerar, es torpe en términos de acciones de gobierno y
de administración y procuración de justicia, ya que en algunos pueblos
tradicionales desde hace más de veinte años han existido o existen dos o hasta
tres gubernaturas.
Por ello, aún cuando resultase momentáneamente cierto y
franco el diálogo que las autoridades presumen en estos días, es imperativo
sentenciar: mientras Sonora no reconozca su multiculturalidad y, como
consecuencia, no se reconozca a los pueblos originarios la posesión legal y el
derecho al usufructo de sus territorios, continuarán los conflictos culturales,
económicos y políticos intrarregionales, ya sea de forma latente, o como
expresión abierta y hasta sanguinaria, como ya ha ocurrido.
Sin asumir una voz
profética, sino desde una perspectiva analítica, es posible anticipar que el
próximo conflicto yaquis-sonorenses habrá de ocurrir en diez o quince años.
Con
base en los antecedentes históricos, y analizando el presente con ecuanimidad y
no a partir de sesgos políticos, es inevitable advertir una posibilidad que, a
juzgar por el tipo de política indigenista que continúa, seguirá siendo latente:
la irrupción yaqui.
A través de los
siglos, los yaquis se han sublevado intermitentemente, registrándose rebeliones
en los años de 1740-41, 1764-67, 1825-27, 1832-33, 1840, 1867-68, 1889-91,
1902, 1912-13, 1918-19 y 1927-28.
Si posteriormente no ha ocurrido un
levantamiento armado, ha sido gracias a la restitución territorial cardenista;
sin embargo, desde la década de 1970 y, principalmente, desde la última década
del siglo XX, ha existido una constante inconformidad tanto entre la población,
como entre los grupos de poder respecto a cómo los “yoris” han violentando sus
derechos e ignorado sus necesidades.
Hay que acotar además, que también han
desdeñado su carácter de pueblo indómito.
Los yaquis son una
de las etnias del mundo poseedoras de rasgos socio-estructurales que les dotan
de nacionalidad, la cual ha llegado a tener un vigor económico tal que ha
funcionado como motor de la región. En el periodo colonial, su economía fue el
sostén de la evangelización desde Sonora hasta California.
En el siglo XIX,
incluso, hubo un momento en que los yaquis aplicaron un bloqueo económico al
naciente Estado de Sonora, que carecía de la fortaleza que ellos ya habían
logrado.
Hacia el final del
periodo colonial, los yaquis se encargaron de dirigir su propia economía;
disminuyeron su producción de trigo, maíz, garbanzo, lenteja, frijol y de
ganado que les habían impuesto los jesuitas, puesto que lo producido se destinó
básicamente al autoconsumo, pero, al igual que durante la Colonia, se
mantuvieron intercambios con casi todos los distritos de Sonora.
Con base en
una sencilla tecnología, desarrollaron una industria textil que producía
sarapes de lana, telas de lana y algodón, petates, sombreros de palma y
escobas.
Además, sus salinas abastecían a Sonora, Ostimuri y al norte de
Sinaloa. Tras la sublevación de 1832, los yaquis suspendieron el abasto de sal
a Sonora y Sinaloa, teniendo los sonorenses de la época que recurrir a Baja
California.
Durante el periodo
de la Reforma se alteró la economía autónoma yaqui; en un primer momento, se
intentó colonizar su valle por su mano de obra, pero posteriormente, la
ambición se dirigió principalmente a sus tierras.
De ahí en adelante, los
territorios sagrados pasaron a ser simplemente "terrenos baldíos" y,
por lo tanto, susceptibles de colonización, política que continuó hasta el
periodo posrevolucionario.
Lázaro Cárdenas
reconoció legalmente a la etnia gran parte de su territorio del sur de Sonora,
así como su autonomía política, el día 27 de octubre de 1937.
Gracias a esto,
miles de yaquis que durante el Porfiriato habían sido vendidos como esclavos a
los hacendados del sureste mexicano, regresaron con su descendencia.
Se
asentaron en Hermosillo, principalmente en los barrios de El Coloso y La
Matanza mientras se regularizaba la situación de sus tierras, y al ocurrir la
anhelada regularización, en el año de 1940, la mayoría se trasladó a su
territorio ancestral.
A pesar de poseer
legalmente el territorio y, en consecuencia los recursos naturales ahí
encontrados, así como el derecho de hasta el 50% del agua de la presa La
Angostura, los yaquis viven en la pobreza.
Si bien tal condición no es
particular de la etnia –puesto que la tercera parte de los sonorenses la
padecen–, en el caso de los pueblos originarios el factor de la etnicidad
agudiza la profundidad y persistencia de los rasgos de la miseria.
La “gente de
razón”, entre la que predominan desde luego los terratenientes, pero que es un
sector que también incluye a pequeños propietarios, ejidatarios y población
rural en general, ha usurpado las tierras y el agua pertenecientes al pueblo
yaqui.
Se le condicionó el
usufructo del recurso hídrico conforme avanzara su agricultura, pero el estado
jamás se ha ocupado de crear la infraestructura necesaria, ni de dotarlos de
los factores indispensables para la producción, con base en una política
económica intercultural, que parta del reconocimiento de la capacidad laboral
de los miembros de la etnia, probada históricamente, para lograr su
revitalización cultural y económica ¿Será que existe conveniencia en ese
letargo?
http://sonoradiversidad.blogspot.mx/
http://www.dossierpolitico.com/vercolumnas.php?artid=130357&relacion=dossierpolitico&mas=292
(DOSSIER
POLITICO/ Tonatiuh Castro Silva / 2013-07-05)
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