MÉXICO,
D.F. (apro).- En noviembre de 2010, en el poblado El Espinal, cercano a
Papantla, Veracruz, ante el constante asedio del crimen organizado y su
consecuente afectación a la economía de la localidad, el dinero empezó a
escasear.
Cada día, las familias batallaban para “estirar su
dinero” y cubrir sus necesidades primarias; la economía familiar iba en
detrimento mientras que los bienes de primera necesidad se pudrían en
los estantes de los locales comerciales. La carne, el pollo, la verdura y
demás perecederos iban a dar al bote de la basura en lugar de los
estómagos de niños y adultos.
Ante la escasez de dinero de la
población y para reactivar la economía y restablecer el sentido de
solidaridad, un grupo de maestros organizó un sistema de trueque dando
vida a un billete llamado túmin que, en totonaca, significa “dinero”.
Se
concibieron billetes de 1, 5, 10 y 20 pesos. Más de cien
establecimientos entraron al intercambio y la economía del pequeño
poblado se reactivó.
Así, aquellos locales que aceptaban
participar obtenían 500 túmins para canjearlos por 10% del valor del
producto. Por ejemplo, si un kilogramo de carne cuenta 70 pesos, una
persona paga 50 pesos mexicanos y 20 más en túmins; luego el dueño va y
se compra zapatos y da 90% en pesos y el resto en túmins.
La
comunidad totonaca de El Espinal logró lo que no han podido los sesudos
analistas egresados de Harvard y forjados en el Fondo Monetario
Internacional que hoy despachan en el Banco de México: reactivar,
acelerar la economía.
Ante “un Estado fallido”, la comunidad que
se localiza a cuatro horas de la frontera con Tamaulipas, otra entidad
asediada por el crimen organizado, logró sustituir a una de las
instituciones más importantes del país, el Banxico, encargado de aplicar
la política económica de México.
En otras zonas del país,
decenas de comunidades de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Morelos, así
como al menos dos de Veracruz, e incluso otras en Chihuahua, pasaron a
ocupar el vacío que el Estado ha propiciado al desatender otra necesidad
primordial de la población: su seguridad, y crearon sus propios grupos
de autodefensa.
Igualmente avasalladas por el crimen organizado,
las comunidades de Michoacán, Guerrero y demás decidieron hacer su
propio gobierno, pues la Federación y las autoridades estatales, e
incluso las municipales, quedaron atrapadas en su ineficiencia,
corrupción y complicidad con el crimen organizado.
Los arreglos
que en algunos lugares pudo haber establecido la autoridad oficial con
el crimen organizado, para dejarlo trabajar, o en otros casos por
incapacidad, fue provocando hartazgo, desesperación y coraje entre las
comunidades, las cuales se organizaron para cuidarse entre sí, velar por
sus niños y ancianos, por sus familias.
El “Estado fallido”
cansó a los pobladores de El Troncón, Zacatzonapa, Buenavista Tomatlán y
una treintena más de comunidades ubicadas en por lo menos siete
entidades de la República para crear sus propios grupos de autodefensa.
Desde febrero, la presencia de estos grupos empezó a ser noticia, pero
los gobiernos estatales y federal nada hicieron por atender las demandas
de las distintas poblaciones. El crimen organizado continuó imponiendo
sus reglas.
En junio pasado, la agencia de noticias Bloomberg
publicó un reportaje que tiene que ver con el crimen organizado, los
grupos de autodefensa, la inflación, el precio del limón y la
desesperación del titular del Banxico, Agustín Carstens.
En el
texto se hace referencia cómo el crimen organizado en Michoacán amplió
su nociva influencia al control de cosechas y comercialización del limón
y el aguacate. Ellos empezaron a suplantar a los llamados coyotes para
decir a quién se le compraba, cuánto o qué tenían que sembrar. La
consecuencia inmediata fue que el precio se fue a las nubes y por
consiguiente se generó un efecto inflacionario. Y esto trae también a la
mente que el precio del jitomate aumentó en 400%, no olvidemos que en
Sinaloa, tierra con elevada presencia del crimen organizado, también se
siembra.
Así, los precios de la canasta básica se fueron a las
nubes y la inflación subió. Nadie puede olvidar que justamente los meses
de marzo y abril los precios escalaron considerablemente, aunque
también es cierto que hoy van a la baja.
Pero siguiendo con la
agencia Bloomberg, ésta sostiene en su reportaje que el alza en la
inflación, provocada por el asedio del crimen organizado en las zonas de
cultivo, fue lo que llevó al gobierno federal a actuar y enviar cientos
de efectivos militares para poner orden convirtiendo a Michoacán en un
polvorín.
De nueva cuenta, el vacío de poder, el Estado fallido
en diversas regiones, la inoperancia de las instituciones han hecho
reaccionar a las comunidades directamente afectadas, y sólo cuando el
gobierno federal ve amenazada su política nacional, es decir, el aumento
de la inflación, decide actuar, aunque ya quedó claro que no es con más
efectivos militares como se acaba con el crimen organizado.
Me
pregunto qué hará el gobierno federal cuando los entre 25 y 40 mil
millones de dólares que se lavan en México que, según el investigador
Ramón García del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe)
circula por el sistema bancario nacional, se haga incontrolable, ¿acaso
llamará al Ejército para que apoye a la Comisión Nacional Bancaria y de
Valores?
Este gobierno, que funciona entre vacíos de poder y el
Estado fallido, lo que debiera hacer es poner en marcha programas
sociales para atender zonas que están en la miseria y reactivarles su
economía sin necesidad de que éstas creen su propia moneda, que a final
de cuentas eso sí asusta al Banxico.
¿Por qué no crea ya el
reglamento contra el lavado de dinero para cortar de tajo el único fin
que persigue el crimen organizado: el dinero negro?; ¿por qué no
capacita y crea verdaderos sistemas de seguridad y deja de obligar a
poblado enteros a crear su propia sistema de defensa que, dicho sea de
paso, están en todo su derecho de buscar la manera de brindarse
seguridad?
Sólo esperemos que la incapacidad e insensibilidad de
quienes están al frente de Banxico no los empujen a llevar a El Espinal
las tropas del Ejército y busquen encarcelar a comerciantes y habitantes
que ya usan orgullosamente el túmin.
Ojalá y quienes están en el
gobierno entendieran todas estas alertas; de lo contrario, la población
seguirá organizándose, lentamente, paso a paso, para hacer por mano
propia lo que el gobierno no ha podido: darse gobernabilidad,
crecimiento económico y seguridad.
Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx
Twitter: @jesusaproceso
/26 de julio de 2013)
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