Las fauces de un cocodrilo han sido el destino
final de las prostitutas que no reúnen la cuota. Activistas cuentan que
el hampón tiene una red de protección en Tenancingo.
(VANGUARDIA/
El Universal / sábado,
27
de
julio
del
2013)
Óscar Bladeras
México,
D.F.- El rechinido de llantas y la calcomanía de un cocodrilo pegado en
el parabrisas anuncia que ese taxi de ventanillas polarizadas,
estacionado frente a la sede nacional del PRI, está ahí por las
muchachas y no para buscar pasaje. Siempre llega a las siete de la
mañana para recolectar el dinero de la jornada, pero si arriba antes del
amanecer –como esta madrugada– es el presagio de una mala noticia.
Su
presencia alerta a las 12 jóvenes que reconocen ese taxi de la muerte y
se preguntan quién es la desafortunada por la que ha llegado.
Únicamente Diana sabe que en una hora el conductor se llevará del
corredor sexual de Buenavista a Andrea, una joven poblana de 23 años,
hacia la casa de su proxeneta, para que le explique personalmente por
qué lleva dos semanas sin juntar la cuota de 5 mil pesos por noche.
“¿Te
mandan a platicar o a coger? Súbete, te mandó a llamar mi patrón”,
ordena el taxista a la joven. “Estoy trabajando, Memo, entiende que está
difícil. Cada vez traen a más chavitas y me ganan los clientes”,
responde ella, pero el conductor no va a negociar. Una mirada amenazante
obliga a Andrea a subir al vehículo, ante la mirada de sus compañeras, y
emprender un viaje de dos horas hacia Tenancingo, Tlaxcala.
El
resto de su historia la reconstruye Diana, la “carnala” de Andrea, a
partir de lo que se sabe en ese municipio: la poblana entró a la mansión
de cuatro pisos, propiedad de Ernesto, apodado “El Caimán”, quien la
recibió con una golpiza. No hubo tiempo para explicaciones. “El Padrote”
estaba tan molesto por no recibir la ganancia a la que estaba
acostumbrado, que la golpeó hasta el cansancio.
La gente de
Tenancingo comenta que Andrea fue aporreada y violada durante dos horas.
Luego de ese 14 de marzo de 2010 no se supo más de ella.
“Al
‘Caimán’ le llaman así porque tiene un cocodrilo en su casa, en una
fosita de su mansión. Cuando te dicen ‘te voy a llevar con El Caimán’,
es literal: te avientan al cocodrilo —narra Diana.
¿Y qué pasó con Andrea?, se le cuestionó a Diana.
“¿Qué
pasó? El animal se comió a Andrea”, recuerda su amiga, y se estremece.
Te juro que esta historia es real; así castiga este desgraciado.
El sultán de Tenancingo
Ernesto,
“El Caimán”, es la maldad encarnada en un cuerpo moreno, fibroso,
marcado desde el pecho hasta las piernas con gruesas estrías que dan
cuenta de su batalla de cinco décadas contra la obesidad. Aunque se ha
pintado el cabello en numerosas ocasiones de castaño o rubio, no hay
forma de borrar sus rasgos nahuas ni suavizar la mirada de su rostro.
Esta
última característica sobresale: su mirada demencial. Cuando se enoja,
sus ojos se vuelven hornillas encendidas y arrasa con todo a su paso.
Entre las tantas historias que se cuentan sobre él, una retrata su
temperamento: se dice que cuando una de “sus mujeres” le da problemas,
suele recorrer la carretera que une a Tlaxcala con Puebla pararelajarse
con el aullido de los perros que atropella con su Hummer negra.
Como
contraparte, es un habilidoso enamorador. A bordo de su camioneta de
lujo recorre parques, centrales camioneras y centros comerciales del
Distrito Federal y Puebla, donde corteja jovencitas, casi siempre
indígenas, a quienes convence en dos o tres citas de abandonar a su
familia y entregarse a él con la promesa de boda, casa de cuatro pisos,
muebles caros, camioneta y vida resuelta.
Pero pronto reluce esa
mirada loca, cuando pasa de Ernesto, el novio, a “El Caimán”, el
proxeneta, y las amenaza con lastimar a sus familias si no se
prostituyen en las zonas de Merced y Buenavista, en el Distrito Federal,
o en la zona sur de la capital poblana. A cada una le pide hasta 5 mil
pesos por noche, monto que recogen varios taxistas todas las mañanas.
A
él le importa poco el lujo. Sus clientes frecuentes son policías,
comerciantes, profesionistas de clase media, obreros que pagan 200 pesos
por media hora de sexo con una mujer aterrada en un hotel de paso,
camiones de mudanza, autos usados o callejones oscuros.
Vive como
rey y se pasea como sultán en Tenancingo, Tlaxcala, el municipio donde
fue criado por su padre, quien también fue “padrote”. Durante años,
Ernesto fue un proxeneta de medio pelo hasta que encontró la forma de
hacerse famoso: un reptil de cuatro metros de largo y 80 kilos de peso
que guarda en su domicilio, lugar donde han muerto un número
indeterminado de mujeres prensadas vivas en unas mandíbulas que atenazan
con la fuerza de 980 kilogramos en cada mordida.
“Si no juntan
su renta, a unas las avienta así, vivas, cuando el cocodrilo no ha
comido por días. A otras las ha matado y las descuartiza y así alimenta
al animal. Es el tipo más infame, pero en el pueblo lo aman porque
aporta dinero a las ferias y bautizos, también apadrina niños que salen
de la primaria”, cuenta Diana, quien hace un año “compró” a “El Caimán”
su libertad por 170 mil pesos y ahora es una sexoservidora independiente
en Izúcar de Matamoros, Puebla.
La historia la conocen bien
quienes han investigado el fenómeno de la trata en Tenancingo: de 2009 a
la fecha, la exdiputada federal y ahora presidenta de la ONG Unidos
Contra La Trata, Rosi Orozco, ha documentado al menos cinco casos de
víctimas de “El Caimán”.
“No es ficción, es un hombre real que
tiene mujeres en la Ciudad de México, en Merced, Buenavista; tiene
víctimas en todo el país y que mata de miedo a las muchachas con la
frase ‘vas a ver al caimán’. Las víctimas que me han hablado de él
cuentan con horror como han aventado compañeras suyas para que las
devore el cocodrilo”, cuenta Orozco.
“María” —cuyo nombre real se
omite por seguridad—, una exfuncionaria municipal de Tenancingo,
también confirma la existencia de este hombre, venerado en el pueblo por
financiar bautizos, graduaciones escolares y fiestas patronales con el
dinero generado por la explotación sexual.
“Su nombre suena con
más fuerza desde hace unos años. Yo lo escuché por primera vez cuando la
señora que tiene la tortillería en Tenancingo habló de él y sobre el
animal que tiene en su casa. Pero no es algo que se cuente como una
historia de terror, sino algo cotidiano.
“Allá su presencia es
cotidiana. Lo ven normal, que tenga un cocodrilo para asustar mujeres o
para desechar ‘la mercancía’ si no le sirve. Lo ven tan normal como
tener un bote de basura”, señala “María”, quien para otorgar una
entrevista sobre el lenón solicitó que se realizara fuera de Tlaxcala.
Con orgullo, “El Caimán” se hace llamar “el último ‘padrote’ de los
chingones”.
‘No puede hacer nada por ti…’
“Cuando supe
lo que le pasó a mi ‘carnala’, saqué mis ahorros, todo y trabajé duro
para comprar mi libertad. “El Caimán” me dio chance sólo porque ya estoy
vieja y fea... tengo 25 años, ¿te dije?
“Como sólo sé trabajar
de esto, pues me vine a Puebla para chambear. Encontré un lugarcito en
el que no te piden ‘padrote’, nomás una lana para los policías. Pero ya
soy mi propia jefa y si quiero me puedo quedar a descansar un día que
tenga mi menstruación.
“Pero luego no me gusta quedarme sin
trabajar. Me quedo acostada y pienso en mi ‘carnala’... no sé, imagino
que me grita; yo era la única en la que confiaba, e imagino que me grita
‘¡Carnala, ayúdame, este pinche loco me quiere aventar al cocodrilo!’ Y
yo pienso: ‘¡no mames, no pude hacer nada por ti!’ Me pone mal, me da
algo y me tengo que parar de la cama, lavar mi ropa, caminar, algo para
no pensar en ella”, cuenta Diana.
De acuerdo con Rosi Orozco, las
autoridades federales han estado cerca de atraparlo en varias
ocasiones, pero siempre ha logrado escabullirse con ayuda de sus
vecinos, funcionarios municipales y hasta servidores públicos de nivel
estatal.
¿Cuántas víctimas tendrá en su piel “El Caimán”? Nadie
sabe. Ni Rosi Orozco, Emilio Muñoz, María “N” o Diana. Esa cantidad sólo
la conocen las paredes de su mansión, donde cuelga su título
profesional en Derecho.
Y más al fondo, lo sabe perfectamente el
cocodrilo que coletea con fuerza, nada en su fosa y espera, hambriento,
ver de nuevo a su amo.
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