Un nuevo
movimiento social atiza el horno en el Sur…
Cansados de
esperar, desesperados, ansiosos, impacientes, hambreados, con sed, sin la
esperanza de avanzar hacia sus destinos , cargando pesadas moles metálicas de
más de 20 y hasta 100 toneladas cagadas de productos perecederos, maquinaria,
materiales, sin dinero ni diesel, pero sumamente encabronados, despotrican
contra los yaquis, agrotitanes y policías federales…
Jesús Ortega
/ Dossier Politico
Vícam, Sonora.- A lo
largo y ancho de la Carretera Internacional 15 se les puede ver a kilómetros,
tanto hacia el Sur, rumbo a Ciudad Obregón y hacia el Norte, hacia Guaymas, son
los centenares de traileros que desde el jueves se organizan en protesta contra
el bloqueo de los insurgentes yaquis utilizados por los opositores al Acueducto
Independencia como “carne de cañón”.
Son los
contra-insurgentes.
Cansados de esperar,
desesperados, ansiosos, impacientes, hambreados, con sed, sin la esperanza de
avanzar hacia sus destinos, cargando pesadas moles metálicas de más de 20 y
hasta 100 toneladas con productos perecederos, maquinaria, materiales, sin
dinero ni diesel, pero sumamente "encabronados", despotrican contra
los yaquis, agrotitanes y policías federales.
El viernes, ya
¡hasta la madre!, se organizaron y retaron a la Policía Federal en Esperanza
bloqueando la única rúa alterna con la que contaban los automovilistas para no
quedar varados entre el conflicto generado por la ambición y la violación
sistemática del Estado de Derecho en Sonora.
Decenas de
contra-insurgentes alzaron la voz ante un problema que no les compete, gritaron
por pagar los platos rotos de los poderosos agricultores y de los amantes a la
privatización del erario público, esos que cada segundo amasan grandes fortunas
gracias a las bondades de mal administrar el recurso de los sonorenses.
Los traileros, mucho
muy molestos, se alzan como otro movimiento producto de la apatía del Gobierno
de la República por instalar una mesa de diálogo en una tierra brava que los
agrotitanes utilizan como campo de guerra para cuando llegue la inminente
tempestad y todo el poderío del Estado, salgan corriendo y dejen a la comunidad
indígena en cenizas.
Sin posibilidad
alguna de avanzar, los contra-insurgentes planean su jugada y enfrentar con lo
único que tienen tanto a los opositores que se amparan en la sombra de los
yaquis como a los mismos agentes federales apostados en el Sur de Sonora en
espera de iniciar el operativo de desalojo y recuperación de la muy madreada
Cuatro Carriles.
Hoy, los
contra-insurgentes, ¡hasta la madre!, podrían provocar una guerra sin
precedente.
(DOSSIER
POLITICO/ Jesús Ortega / 2013-06-22)
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