Le puedes decir: lígate a esa chica de allá, con seguridad lo
logrará. Ya sea que la mujer camine de prisa, esté acompañada o muestre
cara de pocos amigos, Alexis Vidal la cautivará con una altísima
probabilidad de éxito. Por algo se dedica a impartir cursos de
seducción.
El shock inspirador le llegó en 2005, después de leer el libro El Método,
del periodista Neil Strauss, entonces una de las grandes celebridades
de la revista Rolling Stone. Tras una vida de fracasos en las
relaciones, el coautor de la biografía de Marylin Manson se adentró en
la hasta entonces discreta comunidad de seductores de Estados Unidos.
Tomó cursos, charlas y visitó varias partes del mundo hasta convertirse
en uno los mayores maestros de la técnica de conquistar mujeres y
narrarlo con magistral humor en su obra The Game, como se titula originalmente.
Fue tal el fenómeno que provocó el libro, que a nivel global miles de
jóvenes desesperados y otros hambrientos de imitar la proeza comenzaron
a replicar las técnicas y aventuras de Strauss. Incluso el canal VH1
produjo dos temporadas de un reality show titulado The Pick Up Artist protagonizado por Mistery, uno de los personajes de El Método, y quien había sido el principal maestro de Strauss.
Pues bien, la fiebre de El Método motivó a Alexis Vidal a
mutar a “Fénix”, como ahora se hace llamar. Se obsesionó con el libro y
leyó cuantas obras de seducción pudo. Las puso en práctica. Fracasó
recurrentemente, pero no se dio por vencido. Al contrario, escribía sus
experiencias en foros de internet, hasta que fue perfeccionando la
técnica. De pronto, decenas de cibernautas le comenzaron a ofrecer
dinero por aprender a ligar chicas en la calle. Así empezó a vivir de la
seducción.
Alexis memorizó frases, respuestas. Sabía cómo interpretar el
lenguaje corporal de las chicas. Dominó técnicas al grado de ejecutarlas
con maestría mecánica, algo que le comenzó a molestar. Se percató que
primordialmente se trataba de algo artificial, hechizo, y comenzó a
idear recursos para conquistar a una mujer sin tener que mentir o
inventar historias.
El mundo de la seducción se ha convertido en un fenómeno global
similar a la Ley de la Atracción, guardando las justas proporciones.
Abundan videos en Youtube, personas que ofrecen cursos en línea,
bestsellers y hasta largometrajes. No obstante, en México este fenómeno
apenas comienza. Hay muy pocas personas o compañías que se dediquen a
este rubro.
En el curso inicial de LifeStyle (www.avenfenix.com), como se llama
la empresa de Vidal, con duración de tres días y costo promedio de 5 mil
pesos, se inscriben hasta 20 personas. Asisten desde empresarios y
dueños de restaurantes, hasta estudiantes de preparatoria. A simple
vista, parecen hombres comunes, sanos, que no tendrían problemas en
encontrar una pareja. Alexis les pide contar su historia y el por qué
están ahí. Así comienzan los relatos dramáticos de decepciones amorosas.
Uno no supera su divorcio, otro más siempre se ha sentido feo, aquel es
inseguro por ganar poco dinero y al de allá lo intimidan las chicas.
Después de escucharlos, “Fénix” les dice cuál es su verdadero problema.
Eres un tanto afeminado, le suelta a uno. Eres muy impotente, le declara
a otro. Te vistes muy mal, le hace ver a uno más.
Asistí a uno de sus cursos. Escuché el testimonio de un cuarentón
empático, amable. Con voz apenas perceptible, aguda, como un chillido
silencioso. Muy bajito de estatura. Viajó desde España para tomar el
taller. Contó que casi llegaba a sus cincuenta y quería ser padre, pero
no tenía éxito con las chicas debido a su timidez. Después de confesar
su situación, le brotaron lágrimas de desesperación.
Le pregunto a Alexis cuáles son los problemas recurrentes de sus
alumnos. Responde: “La mayoría de ellos ha sufrido una relación fallida y
tiene esa herida muy presente, si la chica los lastimó, ellos recuerdan
eso todo el tiempo. Muchos se consideran incapaces en el sentido de que
no saben qué decir, cómo acercarse, pero yo creo que de alguna forma es
una equivocación, yo les enseño que no necesitan saber qué decir antes
de acercarse a una chica”.
En el taller que me tocó presenciar, Alexis llevó a una chica muy
atractiva para que los asistentes practicaran. Si bien se trataba de un
ejemplo artificial, con alto grado de confort, la mayoría caía en
pánico. Fénix ponía escenarios hipotéticos: ella está en el parque,
sentada, ustedes le van a hablar. Ellos tartamudeaban, intentaban ser
seguros pero terminaban ofendiendo a la chica o diciendo alguna
estupidez.
Todos se daban ánimos, como si se tratara de un club de autoayuda. En
los pasillos comentaban entre sí que en el pasado habían tenido alguna
novia, pero no se habían repuesto de una decepción amorosa. La mayoría
tenía en común que llevaba largas temporadas de no haber salido con una
mujer, había algunos a quienes les iba muy bien, pero querían ser
mejores, dominar el arte del ligue.
El curso es tan diverso como la sociedad mexicana. Hay hombres con
relojes lujosos que pareciera no sufrieron por pagar el costo del taller
o universitarios que lavaron coches durante meses para reunir el
dinero.
- En las calles hay muchísima gente, abundan hombres y mujeres, pero
uno regresa a casa y está solo – le comento durante una entrevista.
- Pienso que es una muestra de la corrupción de la sociedad, en el
sentido de que es más fácil meterte en la computadora que hablarle a una
chica y superar ese miedo. Es más fácil quedarte en tu casa viendo la
tele, acostado comiendo papas fritas que ir a un gimnasio, ir a una
fiesta, ir a bailar, pero no es porque la gente lo quiera así, sino que
se van sumergiendo en esa inercia de hacer las cosas más fáciles.
Al segundo día Fénix cita a sus alumnos en una plaza pública. Les
pide llegar en horarios diferidos. El ejercicio es simple: él mostrará
que puede ligarse a cualquier chica, la que el alumno quiera, después
tratarán de hacerlo juntos y finalmente el alumno solito.
Ese día vi que había una chica con una belleza intimidante caminando
junto a un señor canoso que parecía ser su padre. Ese es tu reto, le
dije. Él se acercó a ella con frescura, suelto, como si no conociera la
palabra nerviosismo. Con buenos modales, le preguntó al señor si era su
papá, éste lo negó, era sólo su chofer. La mujer resultó ser estudiante
del Centro de Educación Artística de Televisa. Él notó su acento
extranjero, era venezolana. A partir de ahí platicó con ella sobre lo
difícil que es adaptarse a la ciudad (él es de Jalisco). Con ese tema en
común, charlaron unos minutos. La hizo sonreír mucho. Finalmente
acordaron ir al teatro pronto y ella le dio su teléfono.
Proezas similares cometió frente a sus alumnos, quienes no dejaban de
estar asombrados de sus habilidades para interactuar con las mujeres.
Sin embargo, cuando les tocaba a ellos, entraban en pánico. Dudaban una
y otra vez acercarse a una mujer. Se arrepentían. Dejaban pasar a las
chicas. Alexis incluso llegó a empujar a uno para que no tuviera escape.
- A los hombres nos han bombardeado con imágenes de mujeres
físicamente perfectas, como si obtenerlas fuera un premio, un sinónimo
de que alcanzamos el éxito, la hombría –le expongo.
- Pasa demasiado, hay muchos complejos, también por eso las chicas
quieren estar tan delgadas y quieren alcanzar esos estereotipos, que
realmente pasan porque estamos educados así por la televisión. La mayor
parte de la sociedad no le da tanta importancia a los valores de una
persona, a la inteligencia de una persona, pero en cambio es más fácil
llegar con tus amigos y presumirles la foto de la chica con la que
sales, que está muy guapa, que tiene muy bonito cuerpo, que esté
imponente, a que les digas los libros que lee, cuanto le ha costado
crecer en su vida, el éxito que ha tenido, sus valores.
- Algún detractor podría refutarte que lo que haces es de una ética cuestionable.
- Yo creo que incluso las chicas se benefician de esto, ellas quieren
a hombres más expresivos, a hombres más guapos, a hombres más cuidados,
más seguros, ¿me explico?, y por otra parte esto ocurre en los dos
lados, las chicas también utilizan las técnicas para ligarnos, usan
maquillaje, por ejemplo, ropa entallada para verse más bonitas. Nosotros
también podemos hacer lo nuestro.
Al tercer día del curso y después de haber practicado el día anterior
por horas, los alumnos lucen radiantes, confiados de sí. Muchos de
ellos ya obtuvieron varios teléfonos. Se forma una hermandad cómplice,
como un grupo de adictos que en 48 horas se ha rehabilitado. Recobraron
la esperanza: el pánico a las mujeres se diluye.
El boom de la seducción sólo se puede explicar en una sociedad tan
exigente como en la que nos hemos convertido. Hay que estudiar
maestrías, ser un corredor profesional, comprar ropa bonita, ir al
gimnasio, no ser enojón, ni muy celoso, estar actualizados en
información y leer para no ser ridiculizados por un anuncio de la
librería Gandhi.
Abundan páginas para conocer personas, clubs dedicados a encontrar
relaciones emocionales y hasta empresas para concretar matrimonios. La
era donde para todo hay que tomar un curso, incluso para encontrar el
amor.
Es paradójico que las ciudades cada vez estén más pobladas, repletas
de gente, de automóviles, de opciones para divertirse, pero uno regrese a
casa sintiendo una cruda soledad. El asilamiento huérfano de esta
modernidad.
Twitter: @juanpabloproal
P.D. El viernes 28 de junio el cartonista Antonio Helguera, el
periodista Álvaro Delgado y la escritora Mónica Maristain presentan mi
libro Vivir en el Cuerpo Equivocado, a las siete de la noche en la
librería Voces en Tinta, ubicada en Río Naza 23-A, en la Zona Rosa.
21 de junio de 2013)
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