CANCÚN, Q. Roo (apro).- Christian Vicente Córdova fue
detenido e internado en el reclusorio por vestir un suéter rojo y una
boina blanca. O eso le dijo la policía: supuestamente, las testigos de
un asalto y asesinato aseguraban que uno de los atacantes iba vestido
así.
Ése era el único argumento esgrimido hasta ayer para mantenerlo cautivo. Pero resultó falso:
Videos en poder de la Procuraduría General de Justicia del Estado de
Quintana Roo (PGJE) muestran que en el día (30 de marzo) y en el lugar
del asalto (un burdel de la región 92) no había nadie con ese tipo de
vestimenta: ninguno de los cuatro asaltantes —y asesinos del
administrador del lugar— llevaba un suéter o chamarra rojo.
“Incluso yo ya he visto personalmente los videos y nadie, nadie en
ese ‘spa’ está con chamarra roja”, asegura Marcos Vicente, el padre de
Christian. También desmiente la versión de que uno de los presuntos
asesinos llevaba una boina blanca: “La gorra que dice tampoco existe”.
Apro informó ayer que la PGJE ya reconoció la inocencia de Christian, pero que “todavía tardaría algunos días” la liberación.
El papa de Christian denuncia que se ha cometido una injusticia que afectó a toda su familia.
No encuentra explicación sobre los testimonios de las prostitutas que
inculparon a su hijo: “Esas mujeres… no se qué les pasó, por qué
dijeron esas palabras”.
Por esos dichos, su hijo —de 20 años y estudiante de la licenciatura
en gastronomía de la Universidad Tecnológica de Cancún— cumplió este
viernes 74 días en la cárcel de esta ciudad.
Fue aprehendido cuando, minutos después del asalto, iba corriendo
cerca del burdel Diosas —que operaba bajo la fachada de spa—. Se le
hacía tarde para tomar el camión. La policía lo detuvo arguyendo el
testimonio de las mujeres.
Ayer, el procurador de Quintana Roo, Gaspar Armando García Torres,
reconoció que Christian no es culpable y que la PGJE determinó
desistirse de las acusaciones ante el Juzgado Tercero Penal.
La conclusión de la PGJE no se dio sólo a partir de los videos. El
desistimiento vino luego de que dos de los responsables del asalto
fueran detenidas en relación con otros delitos: robos de tiendas de
conveniencia. Ellos explicaron que realmente había cuatro implicados;
uno de ellos sigue libre y el restante es un menor que está en una
clínica de rehabilitación.
“Si no hubieran agarrado a los culpables, mi hijo se hubiera pasado
30 años en la cárcel”, advierte Marcos, que en días pasados se reunió
con el procurador Gaspar Armando García Torres, cuando le notificó lo
que ya sabía: que Christian era inocente.
La experiencia cambió la vida de esta familia de inmigrantes
tabasqueños: “Tuve que renunciar a mi trabajo en la Riviera Maya para
dar seguimiento”. Su esposa, Paula Córdoba, quedó afectada
psicológicamente. “Su madre está muy dañada, muy dolida”, refiere.
Y eso sin hablar del propio Christian: entre todos los daños su padre
menciona el hecho de que perdió el último año de su licenciatura en
gastronomía. De hecho, fue detenido cuando se dirigía a tomar el autobús
que lo llevaría a la Riviera Maya, donde hacía sus prácticas para
titularse de chef.
Pero hay otro problema más riesgoso: “Mi hijo corre peligro dentro de
la celda; él me ha estado contactando. Mi hijo estaba como carnada ahí
dentro, por eso está. Por su seguridad quiere que lo saquen”, señala.
Por eso está desperado. Por eso se aferra a la promesa del procurador: “En unos días…”
El señor Vicente resume: “Yo quiero la libertad de mi hijo”.
/ 14 de junio de 2013)
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